BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 11

No era una mujer débil, no podía serlo para atreverse a hacer todo lo que había hecho por su hijo y seguir trabajando sin descanso cada día para darle una vida mejor. No podía serlo cuando era evidente que se volvía una leona para defenderlo, así que verla temblar asustaba más a Matt que si le estuviera apuntando con el atizador de la chimenea.

—Heilyn, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué tiene que ver el accidente…?

—¡Que jamás lo he llevado a un médico por eso, Matthew! ¡No lo sabía! —exclamó ella y Matt sintió que algo extraño vibraba dentro de él al escuchar su nombre en su boca por primera vez, pero aun así le dirigió una mirada interrogante que a ella la desesperó—. ¡Los accidentes en bebés son muy peligrosos, hay que estarlos monitoreando por eso durante años y yo no… no lo han revisado nunca por eso!

—¡Pero cálmate, a ver, cálmate! —le pidió él—. Sian es un niño sano, ¿no? Él está bien o… ¿has visto algún síntoma?

Para ese momento su corazón también latía desbocado y solo esperaba que la respuesta de la muchacha frente a él fuera negativa.

—Él… tiene algunos problemas de equilibrio, se cae mucho… dice el pediatra que es porque es muy inquieto y siempre se anda trepando en algo pero… ¿y si no es eso? ¿eh? ¡¿Y si no es eso?!

Matt tomó aire para calmarse mientras sus manos enormes recorrían los brazos de aquella mujer de arriba abajo, porque sabía que alguien tenía que mantener la cabeza en su lugar en aquel momento y definitivamente no sería ella.

—Heilyn, mírame… ¡Mírame! No llores. No le va a pasar nada a Sian, ¿entiendes? —dijo con el corazón acelerado—. Solo tienes que hacer las maletas y hoy mismo nos vamos a Londres. Te prometo que lo va a ver el mejor especialista que haya y que todo va a estar bien, ¿de acuerdo?

La muchacha miró alrededor un poco aturdida, como si tuviera algo que decir pero no supiera qué, y la verdad era que no se atrevía a poner el dinero como excusa, porque aunque ella no pudiera pagar un viaje como aquel, no podía poner la salud de su hijo por sobre su orgullo.

—Yo… buscaré la forma de pagártelo luego —aseguró y Matt le puso los ojos en blanco.

—Soy el padre de Sian, ¿recuerdas? Si a pagos vamos te debo seis años de pensión alimenticia, y aun así no me va a alcanzar la vida para pagarte por quererlo —murmuró y acarició su espalda con un gesto reconfortante—. ¿Alguna vez has estado fuera de Gales? —le preguntó y ante su negativa le sonrió—. Entonces piensa en esto como unas vacaciones. Y así se lo diremos a Sian, mamá y papá lo llevarán de vacaciones a Londres. Vamos, haz la maleta.

Heilyn hizo el primer movimiento, pero se detuvo y Matt fue lo suficientemente inteligente como para comprender y buscar una excusa diferente.

—¡No, señorita, no pienses en los trabajos ahora mismo, deja que yo me encargue de eso! ¡Es más, esto tiene que ser algo emocionante para Sian, sus primeras vacaciones con sus dos papás, así que tenemos que hacerlo memorable! ¡Vamos!

Le envolvió el cuello en una bufanda y la empujó fuera de la casa. Heilyn parecía aturdida y preocupada, así que para ella pasar por sus trabajos y anunciar que estaría una semana de viaje por Sian fue como una nebulosa; al punto de que cuando menos lo esperaba ya Matt salía de aquella tienda con un par de maletas lindas y nuevecitas.

—No te rías, soy muy dramático, quiero darle esta sorpresa a Sian cuando salga de la escuela así que sígueme la corriente —le pidió poniéndole el asa de una en las manos y Heilyn pasó saliva, sin saber si realmente era dramático o se había dado cuenta de que Sian y ella no tenían algo tan simple como maletas de viaje.

—¿Es verdad, mami? ¿Vamos de vacaciones?

—¡Sí, mi amor! ¡Papá nos va a llevar de vacaciones a una ciudad hermosa y grande que no conocemos!

—¡Genial! ¿Nos vamos ya? ¿Nos vamos ya? —se removió emocionado y Matt asintió.

—¡Sí, hijo, nos vamos de paseo hoy mismo! —afirmó.

—Voy a entrar un momento a avisar a su maestra, ¿de acuerdo? —le dijo Heilyn a Matt y él asintió, mientras se quedaba con Sian revisando las maletas que parecían naves espaciales.

Y para cuando Heilyn salió de nuevo, ellos ya estaban recorriendo el patio de la escuela como si Matt fuera un caballo arrastrando una de las maletas con Sian encima.

No pudo evitar sonreír, porque su hijo estaba tan feliz como nunca lo había visto. Y no pudo evitar temer, porque algo le decía que lo que estaba a punto de suceder con ellos cambiaría sus vidas para siempre.

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