BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 15

—¡Oh dios, no me digas que el encargo ya dio resultado! —exclamó Adaline echándole agua en la cara para despejarla, y Blair agradeció tener una excusa como aquella.

—No… no lo sé. Seguro no es nada.

—¡Algo tiene que ser, linda, la gente no se desmaya por gusto! ¡Nate! —gritó en dirección a la terraza—. ¡Nate!

Su tono hizo que en cuestión de segundos Nate asomara por aquella puerta y frunció el ceño al ver a Blair sentada en el suelo.

—¿Qué pasó? ¡¿Qué tiene?! —Se agachó frente a ella, atrapando su cara entre las manos mientras buscaba sus ojos—. ¿Estás bien, nena?

—Sí, no es nada, de verdad —le dijo ella nerviosa—. Traigo mucho estrés estos días, sabes que hace algunas semanas que no dormimos bien...

Nate pasó los brazos debajo de su cuerpo y la levantó con rapidez.

—Te juro que no es nada, no eches a perder la cena por esto —susurró ella en su oído y él asintió en silencio, depositándola con suavidad en una de las sillas y sentándose a su lado.

—¿Está todo bien?

—¿Se siente bien?

—¿Le pasó algo?

Jamás tantas personas a la vez se habían preocupado por ella, y Blair pasó saliva intentando que aquella emoción no se le notara.

—Sí, sí, no es nada, no se preocupen. Es que hemos tenido unas semanas muy movidas, y la niña también ha dado su batalla, así que no he podido descansar muy bien —dijo tranquilizando a todos y la familia se sentó alrededor de la mesa para comer.

—Pues aquí vas a descansar, cariño —le dijo a Adaline con una sonrisa reconfortante—. ¡Sí sé yo lo que es estar cansada por los muchachos! ¡Mírame a mí que tuve cinco y por poco me vuelvo loca! ¡Y eso que tenía la ayuda de Rufus! Pero por supuesto, para una madre soltera debe ser aún más difícil. ¡No me malentiendas, no juzgo esas elecciones, ahora todas las mujeres quieren ser madres solteras, pero no es una moda muy buena para la salud! Ja, ja, ja, ja, ja, ¿no es verdad, linda?

Nate frunció el ceño con un gesto de molestia y su mano se cerró sobre la de Blair.

—Ese es un comentario fuera de lugar, madre —sentenció.

—¡Ay, hijo, no estoy diciendo nada malo, está bien si ella quiso ser madre soltera...! Hay muchas mujeres que creen que no necesitan un hombre y eligen…

—No fue mi elección, señora Vanderwood —la interrumpió Blair y se hizo un silencio incómodo—. No fue la elección de no necesitar a un hombre, soy viuda. El padre de mi hija murió en un accidente antes de que ella naciera.

Un silencio incómodo se hizo alrededor mientras Adaline se disculpaba aparatosamente, pero la sonrisa de Blair bastó para mandar a todos a comer y a cambiar de tema.

La noche pasó entre risas y nuevas decoraciones, y para el momento en que por fin Nathalie se quedó dormida en su cunita, Blair encontró a Nate mirando el pequeño calendario que ya le había dado antes.

—Este... Se supone que hoy puedes descansar así que... me agarro una manta y voy a dormir al sofá de Nathalie.

—No tienes que hacerlo —dijo ella con suavidad, apartándole el edredón—. Somos personas adultas, no hay ningún problema con que duermas en la cama. Tú también necesitas descansar, y ese sofá es diminuto... ¡No digas que no, que anoche te escuché caerte tres veces! —aseguró poniendo la cabeza en la almohada y Nate se acostó a su lado, mirando al techo con las manos bajo la nuca.

Todo lo que estaba pasando era un caos en su cabeza, en comparación con la respiración suave de Blair a su lado mientras la muchacha se quedaba dormida.

—¿Por qué haces cosas como esta? —murmuró—. ¿Por qué siempre estás tratando de respaldarme en todo?

Blair tenía los ojos cerrados y quizás estaba más del lado del sueño que de la realidad, así que le respondió con lo que sinceramente sentía.

—Porque eres un poco hosco, pero eres mi compañero.

—Soy tu socio.

—Lo dicho, hosco. Eres mi socio-compañero —susurró—. La felicidad de mis hijos depende de ti, así que no importa si estoy a tu lado solo por poco tiempo… en el tiempo en que esté, siempre voy a apoyarte, y siempre voy a respaldarte.

Nate no dijo nada, solo cerró los ojos ante aquella respuesta, que era una de las tantas contradicciones por las que jamás sabía qué terreno estaba pisando con aquella mujer.

Al día siguiente volvió a encontrarse la cama vacía. O él tenía un sueño demasiado pesado cuando estaba con ella, o Blair era de esas personas naturalmente madrugadoras.

Escuchó la risa traviesa de Nathalie desde que bajaba la escalera y no pudo evitar la sonrisa que dibujaba en su rostro. De verdad aquel sonido le alegraba el día a cualquiera, incluso a un hombre medio amargado como él.

Llegó a la terraza y se inclinó para darle un beso en los labios a Blair, y ella respondió con una sonrisa natural.

—¿Listas para el gran evento? —preguntó sentándose a su lado, y tomando a la pequeña en sus brazos—. ¡Lista, princesa, hoy va a ser un gran día!

—¿Evento? ¿Qué evento? —preguntó la muchacha sorprendida.

—Quítatelo o te lo quito —gruñó él, sintiendo el latido de la sangre en las sienes porque era demasiado bonita, demasiado coqueta, demasiado todo como para permitir que alguien más la viera así—. Quítatelo, porque te juro que si yo te lo quito, me va a sacar de aquí la policía por comportamiento indecente. ¿Se entendió?

Blair pasó saliva, pero luego lo empujó fuera del probador. Se quitó el disfraz y echó en la bolsa otro que había elegido.

—Está bien, si hay que ponerse armadura, me pondré armadura —refunfuñó, y tras ella Nate respiraba con alivio al ver que el disfraz de enfermera se había quedado en el probador.

Por supuesto, no tenía idea de que la "armadura" que Blair había elegido era mil veces peor.

Regresaron a la casa entre bromas, y Nate se sorprendió de que a pesar de todo estuviera de tan buen humor.

—¿Y si aprovechamos para enseñarte a montar? —le preguntó, y la muchacha se encogió de hombros sin saber que él tenía mucho más en mente.

Su yegua era una pura sangre y extremadamente mansa, y Nate tuvo que reconocer que Blair tenía un talento natural para montar. Lo disfrutaba, y quizás porque sabía que no tenía mucho tiempo para hacerlo, ella se encargó de disfrutar también de aquel paisaje.

—¿Puedo pedirte algo? —le preguntó.

—A ver.

—¿Podríamos venir más seguido? Es un lugar muy lindo, me gustaría que Nathalie lo amara.

Nate no pudo evitar darse cuenta de la extraña melancolía en aquel tono de la muchacha, pero palmeó el cuarto trasero de la yegua y se adelantó al galope que la llevaría a un lugar aún mejor.

Dos minutos después rodeaban una colina llena de árboles, y Nate desmontaba frente a un pequeño ojo de agua.

—Este era uno de mis sitios favoritos cuando era niño —dijo con una sonrisa mientras la bajaba de la yegua y Blair miraba aquel lugar que parecía de fantasía, todo verde y virgen alrededor, con una pequeña cascada sobre una poceta de agua cristalina.

—Dime que puedo bañarme ahí —casi suplicó Blair, y la respuesta fueron aquellos brazos envolviéndola y ese tono profundo contra su oído.

—Puedes, pero te garantizo que bañarte no es lo único que vas a hacer.

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