BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 14

Sian estaba más que feliz, y como a sus seis añitos solo conocía la pequeña cliniquita del pueblo que apenas visitaba porque era un niño muy sano, aquel hospital enorme no le dio ningún miedo.

Matt lo sentó sobre sus hombros y pasearon por los amplios corredores hasta llegar a la consulta del doctor, mientras Heilyn tomaba su mano. Estaban demasiado nerviosos los dos, pero por supuesto intentaban no transmitírselo al niño.

Por fortuna, el doctor Jones tenía muchos años de práctica en el trato con niños, así que en cuestión de pocos minutos se había ganado la confianza de Matt y se había convertido en su nuevo amigo.

—¡Mira mami, mi bata es de Batman! —exclamó saliendo del cuartito donde se había cambiado—. También había de Spiderman, pero Batman es más “cool”. ¿No es cierto?

—¡Claro que sí, mi amor! ¡Eres un Batman excelente! —se rio ella.

—¡Y voy a ir a conocer la Baticueva! ¡El doctor Jones es genial porque no es de los que ponen inyecciones! —le explicó Sian abriendo mucho los ojos—. ¿Sabías que hay doctores que no ponen inyecciones?

Todo era una sorpresa para él, y Heilyn no pudo evitar que aquella sonrisa se le pareciera terriblemente a la de su padre. Poco después Sian era llevado a la sala de resonancias para sus estudios, mientras ella y Matt daban vueltas como perros con pulgas por todo el consultorio.

—¿Quieres un café? ¿Frío? Ya sabes, para que no vuelvas a quemarte —le preguntó él y aunque la muchacha le torció los ojos, entendió que lo decía por aligerarle un poco aquella tensión.

—Lo siento, no podría tomar nada ahora mismo —murmuró dejándose caer en una silla con la cara entre las manos y Matt se arrodilló frente a ella, sacando de en medio aquel rebelde mechón de cabello rubio y mirándola a los ojos.

—Oye, Sian va a estar bien. Lo has cuidado muchísimo desde que es un bebé, es un niño sano y feliz, lo que sea que pueda tener, lo arreglaremos, ¿está bien?

Había algo en aquella voz que la estremecía, no sabía explicar qué era, pero definitivamente, por más miedo que tuviera por su hijo, era como si estar cerca de él lograra disipar un poco aquel sentimiento.

—Desde que perdí a mis padres —murmuró—, nadie se ha ocupado de mí. Ya era demasiado grande para que me adoptaran y era… retraída. A los padres adoptivos suelen gustarles los niños sonrientes y entusiastas, así que de alguna forma sabía que iba a perderme en el sistema… —Respiró profundamente y aunque el instinto de Matt se disparó por envolverla en un abrazo, sabía que debía dejarla terminar—. No quería eso para Sian, no quería que creciera solo, no quería que no tuviera quien le leyera un cuento o lo arropara por las noches. Así que he tratado de ser la mejor mamá…

Heilyn suspiró más tranquila al ver que no se había asustado con la resonancia y lo abrazó con urgencia.

—¡Eres el niño más valiente y más fuerte del mundo! ¿Lo sabías? —le dijo dándole un beso y él asintió.

—¡Genial! ¡Entonces ya no tengo que comer vegetales! —exclamó Sian.

—Sí ¡en tus sueños! ¡A cambiarse jovencito! —rio Heilyn y respiró profundo apenas ella y Matt se quedaron a solas con le doctor.

Y por más que le doliera, aquella expresión en su rostro le dijo que las noticias no eran un absoluto “negativo”.

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