BEBÉ POR ENCARGO romance Capítulo 48

La situación realmente no podía ser más tensa. Nate sentía como si tuviera una cuchilla hundiéndose una y otra vez en medio de su pecho. Una parte de su corazón le decía que no podía desconfiar de Ranger ni de Blair, pero el resto de él, todo lo que quedaba de ese hombre herido y traicionado, solo tenía miedo de que todo aquello fuera cierto.

Todavía era capaz de sentir aquel desasosiego que lo había asaltado al ver los ojos de ese bebé recién nacido y darse cuenta de que eran idénticos a los de Matt. Si aquello le había llegado de parte de las dos personas que más quería en el mundo, entonces ¿qué podía esperar de los demás?

—¡Tú no sales de aquí! —sentenció mirando a Blair y la muchacha se detuvo en el umbral de la puerta—. Te dije que yo me iba a ocupar de ustedes hasta que el bebé naciera y eso es exactamente lo que voy a hacer. Así que tú te quedas en esta casa.

Y si alguien tenía que irse, entonces era mejor que fuera él, porque ni Blair ni la niña tenían por qué estar exponiéndose, aunque en ese momento él sintiera que todo el mundo se le estaba cayendo encima.

Se detuvo frente a ella en el umbral de la puerta y negó con más impotencia de la que era capaz de canalizar.

—Lo siento —fue lo único que pudo decir muy bajo porque no tenía valor para decirle nada más, y salió de allí como si llevara al diablo pisándole los talones.

—¡Ranger, por Cristo, no le hagas caso! —exclamó Matt corriendo también hacia la salida y se detuvo frente a Blair, sujetándola por los hombros con un gesto amable—. Tú tampoco lo escuches, esto de verdad lo tiene mal, nos tiene mal a todos, esto... —Sus ojos se llenaron de lágrimas en un instante y Blair realmente sintió mucha pena por él, toda la que podía sentirse por un hombre que acababa de descubrir que había perdido un hijo—. Esto nos está destruyendo a todos... —murmuró Matt antes de apresurarse a ir detrás de Nate.

Lo empujó en el auto y casi estuvo a punto de patearlo para que se pasara al asiento del copiloto; porque ambos estaban completamente desenfocados. No condujo demasiado, solo lo suficiente como para llegar a un pequeño hotel de carretera en el que a nadie se le ocurriría que podía quedarse un Vanderwood, y empujó a Nate dentro de una de las habitaciones.

—¡¿Qué mierd@ te crees que estás haciendo, imbécil!? ¿Cómo se te ocurre dudar de Blair solo por la palabra de una tipa como Siena? —lo increpó con tono furioso.

—¡¿Y qué carajo quieres que piense!? ¡¿En quién quieres que confíe Matt si es que no pude confiar ni en ti!? —le gritó Nate desesperado—. Y tú definitivamente tampoco puedes confiar en mí. ¡¿No te das cuenta de todo lo que te he ocultado durante todos estos años!? ¡¿No te das cuenta todo lo que ha estado matándome lentamente!? ¡Ya no sé qué hacer, ya no sé a quién creerle, no puedo confiar ni siquiera en mí, porque yo...! ¡Yo fui el responsable de...!

—Te perdono.

Aquellas dos palabras hicieron que Nate lo mirara con los ojos llenos de lágrimas y negara, porque ciertamente no las había esperado, pero más allá estaba bastante seguro de que no las merecía.

—¡No quiero...! —murmuró hundiendo los dedos en su cabello—. ¡No te lo he pedido, no quiero que me perdones...! ¡Maldición, no quiero que me perdones!

—¡Pues te jodes porque ya lo hice! —le gritó Matt—. ¡Te perdono porque sé que serías incapaz de hacerle daño a ningún niño, mucho menos si era mi hijo! La culpa de ese accidente... ¡Maldición, no tuviste la culpa y no puede seguir viviendo con eso y no puedes seguir castigándonos a todos con eso!, ¿no lo entiendes? ¡Lo único que estás haciendo es castigándote a ti y castigando al resto de las personas que te quieren!

—¡Pero yo...!

—¡Tú nada, como un demonio tú nada! —le gritó Matt sacudiéndolo por las solapas de la chaqueta—. ¡Tú tienes que soltar esto de una maldit@ vez, lo mismo que yo! ¡Tenemos que soltarlo y dejarlo atrás, o de lo contrario esa mujer va a seguir manipulándonos toda la vida, va a seguir destruyéndonos toda la vida!

Nate dio un par de pasos atrás, vencido y agotado; se dejó caer en el borde de una de las camas, sollozando amargamente. Aquel dolor era imposible de evitar; Matt no lo entendía porque no había conocido a ese bebé, pero él había estado amándolo durante nueve meses, y aunque le dolía horrendamente que no fuera suyo, más le dolía que hubiera muerto y saber que aun involuntariamente había sido responsable.

Matt se sentó a su lado y ocultó la cara entre las manos.

—No puedes hacer esto, Nate. No puedes dejar que esa mujer te destruya, ni que te aleje de las personas que te amamos. Blair no se merecía que le dijeras eso, ustedes pueden tener un contrato, pero sea como hayan sido las cosas, no puedes desconfiar de ella y de Ranger.

Nate asintió con cansancio, pero la verdad era que ni siquiera sabía cómo era que no se estaba volviendo loco en ese mismo momento.

—No puedo regresar a la casa, no así —murmuró y a su lado Matt dejó escapar un largo suspiro.

—No te preocupes, para eso estoy aquí —aseguró palmeando su hombro—. Hora de beber hasta perder el conocimiento, y mañana, después de la ducha más fría de tu vida y con la peor de las resacas, te vas a pedir perdón, ¿de acuerdo?

Nate solo se dejó caer atrás en la cama, y no volvió a incorporarse hasta que Matt le puso aquella botella en las manos. ¿Vasos? ¿Para qué necesitaban vasos si cada uno se iba a beber una completa?

Blair ni siquiera se midió; si era honesta, no tenía idea de la fuerza que conservaba cuando le cruzó la cara aquella mujer con una bofetada, porque realmente era capaz de hacerle perder el control a cualquiera.

Sienna dejó escapar un jadeo de impresión, pero apenas se giró para devolver el golpe cuando una mano enorme sostuvo su muñeca, y tiró de ella hacia fuera, haciendo que trastabillara mientras el cuerpazo de Nate se metía entre ella y Blair.

—Te lo voy a advertir una sola vez —siseó él con un tono concentrado de rabia—. Ya cargo demasiada culpa sobre mis hombros por tu causa, tócale un solo cabello y no me molestará añadir la de desaparecerte del put0 mapa de la Tierra.

Sienna lo miró con impotencia, y de repente volvió a su carita de inocente afligida.

—¡¿Cómo puedes ser así, Nate!? ¿No te das cuenta de que solo quiero protegerte? Esta mujer te está engañando...

—Esta mujer accedió a hacerse una prueba de paternidad de inmediato —replicó Blair saliendo de detrás de Nate porque eso era algo que no iba a callarse—. Esta mujer tiene muy claro de quién es su hijo; y ese es un asunto que vamos a resolver a la mayor brevedad.

Siena dejó escapar una risa sardónica y la miró.

—¿Y tan mala madre eres que eres capaz de acceder a eso ahora? ¿!No te importa lastimar a tu hijo con una prueba tan invasiva...!? ¿No ves de lo que es capaz, Nate...?

Pero antes de que siguiera con su discurso de amor falso la carcajada de Blair llenó el aire.

—Para ser mala gente no se puede ser ignorante, Sienna —replicó—. Las pruebas de paternidad tempranas ahora no son invasivas, solo basta con una prueba de sangre de la madre. No la había hace años, y esa fue tu suerte cuando decidiste traicionar a Nate, pero ahora es mi ventaja para poder demostrarle que mi hijo sí es suyo.

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