¿Qué se suponía que le dijera a aquel pobre señor que acababa de tener un ataque al corazón? ¿Que no? ¿Que no se casaría con Nate porque lo que tenían eran un arreglo de mentira?
El médico había sido muy claro en cuanto que no podían estresar al pobre señor Vanderwood, y como si eso no fuera suficiente Blair sentía un genuino cariño por el anciano, porque desde el primer instante había tomado a su hija como su nieta y había hecho lo posible por protegerla y por hacerla feliz.
—Tranquilo, señor Vanderwood, por favor...
—No me digas así, hija, soy Rufus.
—Pues no se ponga así, señor Rufus, lo que hace falta ahora es sacarlo de aquí y que esté bien para que pueda regresar con nosotros a la casa.
-Lo sé, lo sé, pero es que no quiero que todo esto que ha pasado con Adaline consiga que te marches lejos de nosotros. Por favor, Blair, prométeme que te vas a casar con Nate.
La muchacha respiró profundo pero terminó asintiendo.
—Está bien, está bien, me voy a casar con él pero solo lo haré cuando usted salga de aquí, así que procure mejorarse pronto. ¿De acuerdo?
—Entonces sí, prometo que me voy a mejorar pronto, voy a poner todo de mi parte —le sonrió el viejo con cansancio y Blair salió de allí para dejar que el resto de sus hijos pudieran entrar a verlo.
Nate dejó que los otros pasaran primero y tiró de su mano para abrazarla mientras le acariciaba una mejilla con suavidad.
—¿Estás bien? ¿Qué quería papá?
—Que me casé contigo —suspiró ella preocupada—. Quería pedirme perdón por lo que pasó con tu madre y asegurarse de que eso no va a influir en mi decisión de formar una familia contigo.
Nate despegó los labios por un momento pero la verdad era que solo había una pregunta que podía hacerle.
—¿Qué le respondiste?
—¿Qué iba a responderle, Nate? Por supuesto que le dije que sí, pero que solo pasaría si él salía de aquí, recuperado.
Nate apoyó la frente en la suya y le sonrió porque aquella mujer tenía el corazón más grande del mundo.
—¿Y qué va a pasar cuando salga del hospital? Porque Dios mediante va a salir —murmuró y la vio encogerse de hombros.
—Pues no sé... Supongo que nos casaremos aunque sea de mentiritas, para darle el gusto.
Nate le envolvió en un abrazo apretado y alcanzó su boca con un beso lleno de agradecimiento, y se guardó el hecho de que a él también le daría demasiado gusto si ella finalmente terminaba diciéndole que sí.
Sin embargo no pudieron cruzar ni una sola palabra más, porque Matt se asomó a la sala de espera y le hizo un gesto a Nate.
—Necesito que vengas, papá quiere hablar en privado contigo —le dijo y un segundo después los chicos Vanderwood salían para dejar a su padre solo con el primogénito.
—Hijo, necesito que me hagas un favor —le pidió Rufus con cansancio y Nate se sentó a su lado.
—Claro, papá, puedes pedirme lo que quieras.
—Necesito que llames al abogado de la familia y le digas que venga...
—¡Papá, este no es el momento para ponerte a trabajar!
—No es trabajo, hijo, al contrario es mucho placer. Blair me dijo que iba a casarse contigo a pesar de todo lo que pasó, y quiero encargarle al abogado un buen contrato prenupcial para que los proteja a los dos.
Nate achicó los ojos y fue capaz de leer entre líneas, porque sabía que a su padre un contrato prenupcial lo tenía sin cuidado, mucho menos si se trataba de Blair. Pero lo que fuera que necesitara, estaba tratando de encubrirlo con eso y él no iba a hacerle un interrogatorio.
—¿Podemos? —preguntó Blair—. Cuando tu padre se mejore y nos... Cuando nos casemos podríamos poner la excusa de la luna de miel y marcharnos. Podríamos marcharnos al menos hasta que nazca el bebé.
Nate sintió que su corazón se derretía y en aquel instante lo único que quería era ver una sonrisa en la cara de aquella mujer.
—¿Alguna vez has salido de Estados Unidos? —la interrogó y para su satisfacción la vio negar—. Bueno ya sé que no podemos hacer nada demasiado aventurero porque hay que cuidar a este nene precioso... —susurró acariciando su pancita un beso coqueto—. Pero quizás podemos rentar una villa en Italia o en Francia, quizás en alguna de las islas griegas. Y podemos quedarnos allí por el resto de nuestro embarazo. Y tener una larga la luna de miel familiar mientras nuestro nene crece.
Blair sonrió emocionada mientras cruzaba los brazos detrás de su cuello y alcanzaba su boca con un beso. Nate la llevó a su regazo y se perdió en su boca con tanta necesidad, como si quisiera desterrar la preocupación y el miedo de los últimos días.
—¿Tengo permiso para no dejarte dormir hoy? —le preguntó Nate con un suspiro y ella soltó una carcajada suave.
—Tienes permiso para hacerme dormir mejor.
—¡Entendido, señora!
Las semanas que siguieron fueron tensas a pesar de que ya sabían que el señor Vanderwood se iba a recuperar. Jocelyn había tratado de volver a Nueva York, y cuando Elijah la había amenazado con amarrarla a la cama, Ranger se había lavado las manos y los había dejado resolver sus pleitos solos, así que la muchacha estaba todavía allí, un poco convaleciente y otro poco poco desesperada.
El ex soldado por su parte se encargó de contratar seguridad extra y de confianza, porque ahora más que nunca estaba seguro de que tanto Blair como Nate la necesitaban. En todo momento tenían ojos puestos sobre Sienna y su madre, pero la verdad era que Adaline no había aparecido desde el incidente de los disparos. Nadie sabía nada de ella, pero era evidente que en algún momento iba a contactar a las dos brujas, así que Ranger estaba más que enfocado en vigilarlas.
Los chicos Vanderwood iban y venían haciendo sus rondas en el hospital para permanecer siempre con su padre, y por fin casi un mes después los médicos accedieron a darle el alta.
En la casa recibieron la noticia con alivio y enseguida se pusieron a preparar una pequeña fiesta de bienvenida. Pasteles, galletas, decoración, Blair parecía una pequeña abejita corriendo que se había adueñado de la cocina desde hacía semanas. Intentaba consolar a los muchachos y mantenerlos alimentados. Y recibir al señor Rufus la ponía aún más feliz... al menos hasta que aquel suspiro se le hizo demasiado largo y sintió aquella debilidad en las piernas.
Ni siquiera sabía cómo explicarlo, simplemente estaba segura de lo que sucedería solo unos segundos antes de que pasara.
—Nena, Elijah se comió todas las galletas con chispas, tienes algunas guardad... —Nate sintió que su corazón se detenía cuando la vio apoyar las dos manos abiertas en la encimera y balancearse sin poder evitarlo—. ¡Blair, nena....! !Blair! —gritó corriendo hacia ella justo un segundo antes de verla cerrar los ojos y caer.
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