Nate llevaba el corazón acelerado. Hablar por teléfono con Elijah no había sido suficiente para mantenerlo tranquilo, y llegar al Barac Memorial y ver a todos sus hermanos abrazados fue como si una piedra enorme le oprimiera el pecho.
—No puede ser… ¡No puede ser, Matt! ¡No puede ser! —exclamó desolado mientras Matt lo abrazaba con los ojos llenos de lágrimas y todos intentaban mantenerse fuerte en un momento como aquel.
—Estamos juntos, ¿de acuerdo? Todos estamos juntos, Nate, vamos a salir de esto —le dijo Sebastian y Nate se mesó los cabellos mirando alrededor, hasta que sus ojos tropezaron con la figura de aquella mujer apoyada en una de las paredes del corredor contiguo.
—¡¿Y ella qué mierd@ hace aquí!? —gritó señalando a Sienna y esta retrocedió mientras Matt intentaba detenerlo.
—¡Nate, cálmate, ella fue la que avisó sobre que papá estaba corriendo peligro! —le dijo pero a esa hora no había forma de detener a aquel hombre.
—¡Me importa un cuerno si fue la que avisó! ¡Lo que quiero saber es por qué lo hizo, porque nada con ella viene gratuito! —replicó soltándose de la mano de Matt y acercándose a ella—. ¡¿Qué es lo que quieres infeliz!? Y sobre todo, ¿cómo lo supiste? ¡¿Has estado escondiendo a nuestra madre?! ¡¿Es eso?!
Sienna se puso pálida y Matt la miró con un gesto interrogante, pero antes de que pudiera decir la primera palabra para defenderse, un médico salió para hablar con ellos y tanto Matt como Nate dejaron todo para correr hacia él. Su expresión era sombría y de los labios de todos salió justamente lo que más estaba temiendo Sienna.
—Lo siento muchachos, pero ya no pudimos hacer nada —dijo el médico y aquellos cinco hombres parecieron derrumbarse frente a él.
—¡No, no es cierto! —exclamó Asher—. ¡Nuestro papá tiene que estar bien, él es un hombre fuerte! ¡No puede estar muerto!
Su gemelo tuvo que abrazarlo para contenerlo, y por más que el doctor intentó explicarles cómo había sido el fallecimiento del señor Rufus, ninguno le prestó realmente atención, sumidos en aquel dolor tan grande de perder a un ser querido.
Horas tomó hacer todos los trámites para que les permitieran llevarse el cuerpo de su padre y organizar el funeral.
—No quiero que hagamos esto en Houston —murmuró Nate y el resto de sus hermanos estuvo de acuerdo—. Papá amaba la hacienda, así que lo correcto es que el funeral se realice allí.
Los dos días que siguieron fueron como una nube oscura en la que Nate tenía el corazón dividido entre Blair y su padre, y estuvo con ella hasta el último minuto en que Matt fue a buscarlo porque el helicóptero ya los estaba esperando para llevarlos a la hacienda.
—Voy a regresar pronto, amor. Te prometo que voy a regresar pronto, y mientras Nathalie va a estar aquí contigo, y Brasen… Si vieras como ha crecido… ya pesa cuatrocientos gramos más, es un muchachote fuerte —susurró con el corazón encogido—. Cuídalos mucho, ¿sí? Cuídalos hasta que vuelva, amor.
Se inclinó para darle un beso suave en la frente y se armó de valor para ir a atravesar otro de los momentos más difíciles de su vida.
En la hacienda ya estaban reunidos todas las personas que de verdad apreciaban a la familia Vanderwood, pero por supuesto no podían faltar los curiosos y algunos periodistas que intentaban colarse sin éxito.
—¡Hijo por favor…! ¡Sé que le di muchos disgustos a tu padre, pero de ahí a matarlo…!
—¡Ya deja de mentir, mamá! ¡Sienna nos dijo todo! —exclamó Matt y la mirada de Adaline se posó con expresión asesina en la muchacha.
—¡Esa solo quiere acercarse a ti, Matt! ¿No te das cuenta? ¡Pero yo soy tu madre, hijo, jamás haría algo que te lastimara…!
—¡Tú eres una asesina, eso es lo que eres y ya no engañas a nadie! —siseó Nate furioso—. ¡Te vi dispararle a Jocelyn creyendo que ibas a matar a Blair, y Sienna dijo que habías cambiado las pastillas de papá! ¡Y por una maldit@ vez puedes apostar a que le creo!
Adaline apretó los labios y levantó la barbilla con un tono desafiante.
—Pues yo vine al funeral de tu padre y a la lectura del testamento, Nate, y si no te gusta denúnciame —lo retó—. Me encantaría ver cómo demuestras todo eso que dices que hice.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO