CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 101

Thalía Kontos.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que la mujer me respondiera.

“De acuerdo, en el restaurante del hotel, a primera hora. Nos veremos allí, ¿Me puedes decir tu nombre para avisar que te esperen?” preguntó.

—Sí, por supuesto, diga que la persona con quien se verá, es Lía Hall —respondí y segundos después corté la llamada.

Esa noche fue la más inquietante de mi vida, y la más larga, la ansiedad no me dejaba en paz. Me encontraba sumergida en un mar de emociones confusas y nerviosismo, por lo que me esperaba al encontrarme con ella.

A pesar de los consejos de mi padre y el amor que me rodeaba, la idea de enfrentar a la mujer que me había dado la vida y, al mismo tiempo, había intentado quitármela, me llenaba de temor y ansiedad.

Finalmente, el sol empezó a asomar por la ventana. Decidí levantarme temprano para prepararme para el encuentro. Me di una ducha rápida, me arreglé con una ropa cómoda, pero elegante, intentando mantener la calma mientras me preparaba para lo que sería una reunión crucial en mi vida.

Por un momento lo dudé, pero finalmente decidí tomar una hoja de papel bond y un lápiz y comencé a escribir una nota, por si algo no salía bien, mi padre pudiera saber dónde iba a estar.

“Papá te escribo esta nota para avisarte que a pesar de tu prohibición, decidí encontrarme con esa mujer en el restaurante del hotel Aman. Discúlpame porque sé que en todo momento has querido protegerme y que no me acerque a ella, siento no hacerte caso, pero yo siento que no podré seguir adelante hasta no obtener de ella respuestas, sé que pensarás que este es el acto más estúpido que he cometido, tal vez tengas razón, pero lo siento absolutamente necesario… te dejo esta nota por si ella decide hacerme daño, aunque ten por seguro que no lo permitiré. Papá, necesito probar que soy una mujer fuerte. Tu hija, quien te ama”.

Traté de mantener mi mente ocupada mientras me dirigía al hotel, en compañía de dos de mi guardaespaldas que me había puesto Zachary.

Mis pensamientos daban vueltas, mi corazón latía con fuerza y mis manos temblaban ligeramente. Quería estar segura de que estaba en un lugar público y seguro para esta conversación tan delicada, porque por supuesto que no confiaba en esa mujer.

Al llegar al restaurante del hotel, me senté en una mesa donde se podía observar y ser observada de todas partes, de hecho había un par de cámaras que enfocaban hacia allí, los guardaespaldas se sentaron cerca, pendiente de mis movimientos.

Respiré profundo, miré el reloj mientras la esperaba, y a medida que el tiempo transcurría, lo observaba constantemente, cada minuto se sentía como una eternidad, pero la mujer se tardaba en aparecer.

El lugar se iba llenando gradualmente con comensales, pero mi atención estaba fija en la puerta, esperando la llegada de la mujer que me había dado la vida. Mis pensamientos se entrelazaban entre la curiosidad y el miedo, preguntándome qué podría decirme y cómo reaccionaría ante ella.

Pasaron unos minutos que se hicieron interminables hasta que, finalmente, la puerta se abrió y apareció la mujer que salvé de caer, vestía de manera elegante y de aspecto tranquilo, parecía serena y distante.

Cuando me vio se sonrió, y caminó con rapidez y con pasos seguros a mi mesa, la recorrí de pies a cabeza, y sonreí con incredulidad, mientras ella se sentaba frente a mí. Su mirada era serena, pero parecía que estaba conteniendo emociones.

—Señora Rosmary.

—Hola, Lía, es un placer volverte a ver —dijo con una voz aparentemente serena y amable, aunque había un rastro de tensión en su tono.

La miré directamente a los ojos, tratando de descifrar sus emociones. Me sentía insegura, pero decidí enfrentar la situación con la mayor calma posible.

—Señora Rosmary, gracias por querer verme —respondí con cortesía, intentando mantener la compostura a pesar de la tormenta de emociones que bullía en mi interior.

—Eso fue cierto en el pasado, ahora no, ya sé mi valor y lo que usted diga no me va a afectar, en dado caso, solo quiero escuchar de su propia boca la verdad ¿No me diga que tiene miedo? Porque de usted he oído que es muy valiente, que no le teme a nadie —enuncié mostrando una seguridad mucho más fuerte de lo que realmente me sentía.

—Ya que no tienes problema, no me voy a cohibir en expresarme, pero tú fuiste un error en mi vida, cuando planifiqué seducir a tu padre y embarazarme, pensé que terminaría siendo su esposa, y cuando él me dijo que pensaba hacerse cargo de ti, pero no casarse conmigo, me llené de rabia, porque eso no podía permitirlo, por eso intenté abortarte, pero te negaste a morir, y cuando él lo descubrió me mantuvo encerrada, bajo vigilancia como si fuese una loca, incluso en algunos momentos ordenó atarme… por eso te odio porque tú eres el recordatorio de mi fracaso, de mi derrota y eso no puedo soportarlo. Y haciéndote daño a ti que eres lo que más quiere, lo destruiría a él, porque a Alexis Kontos es el hombre que más odio en la vida —expresó con los ojos chispeantes de la rabia.

Mi corazón latió con fuerza mientras escuchaba sus palabras, tratando de comprender el oscuro razonamiento que llevó a una madre a rechazar a su propia hija y me di cuenta de que era una pobre mujer digna de lástima, y agradecí que ella no hubiese formado parte de mi vida, y que mi padre hubiese estado a mi lado.

No le respondí nada, me levanté de mi asiento, saqué varios billetes y lo dejé sobre la mesa. Ella me miró con irritación.

—¿Eso es todo? —preguntó.

—Sí, y espero que no vuelvas a cruzarte en mi camino… porque ya sé que fingiste que se te rompiste los tacones, porque esos zapatos que cargas son los mismos —dije girándome para irme, pero ella me agarró del brazo clavando sus uñas en mi carne.

—Muy inteligente de tu parte, ¿Pero acaso crees que vas a salir de aquí? —preguntó con una expresión de maldad.

—¿Quién me lo va a impedir? —respondí con firmeza.

—¡Yo te lo voy a impedir! —exclamó con una sonrisa siniestra.

—¿Tú y cuántos más? ¡Porque no te tengo miedo! Te he quitado el poder de hacerme daño Rosmary. Ese es el peligro que corre la gente que acostumbra a pisotear y a humillar, porque el miedo se acaba, cuando la mente comprende que es ella la que crea el miedo —pronuncié con una sonrisa tan siniestra como la de ella.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN