Tarah O'Kelly
Las palabras salieron de mis labios con firmeza, y aunque sabía que mi solicitud podía ser un shock, también sabía que era la manera de asegurarme de que Alexis y todos los suyos pagaran.
Mi propuesta de matrimonio quedó suspendida en el aire, y el silencio llenó el ambiente. Alexis parecía completamente desconcertado por mi solicitud, mientras yo mantenía una expresión de determinación, disfrutando de la sorpresa en su rostro.
Finalmente, tras unos segundos que parecieron eternos, Alexis dejó escapar una risa nerviosa.
—¿Estás de broma o me estás jodiendo? —preguntó, aun sin poder creer lo que acababa de escuchar.
—¿Me ves riéndome? —pronuncié con seriedad y él me miró con los ojos entrecerrados—, y no te estoy jodiendo, esa es mi condición para considerar tu propuesta de asociación. Demás está decir que si aceptas haremos capitulaciones matrimoniales, en caso de que yo muera mientras estemos casados no tendrás acceso a mis bienes, el matrimonio es solo por dos años y tendrás que pagar una fuerte indemnización en caso de que me seas infiel. Además, queda claro que aunque compartas con Liam Paul, jamás vas a iniciar ningún proceso judicial para despojarlo del apellido que tiene. Si estás dispuesto a hacer eso, entonces podemos hablar de la alianza que propones.
Alexis me miró fijamente, sus ojos oscuros mostraban un torbellino de emociones: incredulidad, asombro, y quizás un toque de aprehensión. No obstante, no había duda de que estaba considerando seriamente mi oferta.
—¿Por qué? ¿Por qué lo haces, Tarah? ¿Qué buscas de mí? —preguntó, buscando respuestas en mi mirada, no espero que yo hablara y siguió hablando—, por si no sabes, tengo una prometida con quien me casaré en dos semanas, yo no puedo hacerle eso a Lissa.
—Lo lamento por ti Alexis Nickolai… porque si te quedas con tu amor, tu empresa se arruina, si salvas a tu empresa, pierdes a tu amor… definitivamente, en la vida no puedes tenerlo todo —pronuncié con un aparente tono de indiferencia.
—¿Quedaste tan agradablemente satisfecha y prendada de mí cuando estuvimos juntos que no puedes olvidarme y no superas mi rechazo? —preguntó con una media sonrisa que me provocó rompérsela de un puñetazo.
¡Maldito engreído! Pensé mientras me carcajeaba y me acerqué un poco a él de manera retadora.
—¿Prendada? Ni siquiera me acuerdo de los detalles, el único recuerdo claro que tengo de ese día es encontrarme en la cama de tu barco y un maldit0 cheque que aún conservo, y eso no tiene nada de agradable, y por si lo has olvidado, más que a mí, rechazaste al hijo que hoy te llenas la boca diciendo que es tuyo… y si fui a buscarte en ese momento no fue porque me interesaras ¡Pobre iluso! Lo hice por mi hijo, porque me gustabas como hombre —pronuncié, pero sorpresivamente lo vi levantarse y pararse frente a mí mientras mi corazón palpitaba con fuerza.
Se acercó a mí, tanto que no solo podía observar sus pupilas, sino también su aliento en mi rostro, nos quedamos paralizados, como hipnotizados, hasta que él fue el primero reaccionar.
—Busca otra condición, porque no puedo aceptar esa, ya estoy comprometido y voy a casarme —sentenció con firmeza.
—Entonces no hay trato, es mi última palabra.
Alexis se pasó una mano por el cabello, visiblemente abrumado por la situación. Mientras tanto, yo seguía mirándolo con determinación, sin mostrar ninguna señal de duda. El tiempo parecía detenerse mientras esperaba su respuesta.
Finalmente, después de unos momentos de reflexión profunda, Alexis habló.
—Está bien, Tarah. Estoy dispuesto a considerar tu propuesta, pero necesitaré algo de tiempo para pensar en ello y discutirlo con mi prometida... quizás ella pueda esperar a que esto termine, para retomar mis planes con ella —expresó y me sonreí.
No si puedo evitarlo, dije dentro de mí, porque no se lo iba a permitir, ¿Es tan idiota que no puede prever su futuro?
Así que asentí, satisfecha de que al menos estuviera dispuesto a considerar mi propuesta. Sabía que no era algo que se pudiera decidir de la noche a la mañana. La complejidad de la situación requeriría una reflexión cuidadosa, aunque yo movería mis teclas para llevarlo a que tomara la decisión que quería.
—Por supuesto, Alexis. Tómate el tiempo que necesites. No espero una respuesta inmediata. Lo importante es que consideres la posibilidad seriamente.
Nuestra conversación fue interrumpida nuevamente cuando el médico nos dio la condición de Paul, asegurándonos que, a pesar de la impresión inicial, no había daño ocular, estaba fuera de peligro y que podíamos llevarlo a casa.
—Yo los llevaré de regreso a la empresa o a la casa, donde quieran ir —se ofreció Alexis, y esta vez acepté sin discutir.
No quería poner a Paul en medio de más tensión.
Mientras viajábamos de regreso a casa, la atmósfera en el automóvil era diferente. Había una especie de tregua, aunque no sabía por cuánto tiempo duraría.
Miré por la ventana, pensando en todo lo que había sucedido en tan solo un día. Alexis, por su parte, se mantuvo concentrado en la carretera, pero su expresión revelaba una mezcla de preocupación y determinación.
Cuando nos estacionamos frente a mi edificio, sentí un agotamiento abrumador. Paul, a pesar de su pequeña lesión, estaba en buena forma y había recuperado su entusiasmo por jugar.
—Espero tu respuesta en dos días —afirmé y cuando me iba a bajar del auto, me detuvo.
—Voy a acompañarte —señaló haciendo amago de salir del auto,
—No es necesario, puedo ir sola… por cierto, se me olvidaba decirte la propuesta que hice es confidencial, si sale a un tercero cancelo el acuerdo y aquí está mi tarjeta por si quieres darme tu respuesta —le entregué la tarjeta, y me bajé del auto, dejándolo sumido en sus pensamientos.
Alexis Nickolai Kontos
La vi bajar y respiré profundo, mientras me pasaba la mano por la cabeza, no era tonto, sabía que Tarah quería ese matrimonio solo para vengarse, pero también sabía que ella era mi única alternativa para salvar a la empresa.
Llegué a casa y encontré en la sala a mi hija hablando con Lissa, mi prometida que cuando me vio salió corriendo y me abrazó la sostuve por la cintura mientras ella se pegaba a mí como garrapata y yo pensaba en la mejor manera de decirle que nuestra boda no podía continuar.
—Lissa, te agradezco por todo el apoyo que me has brindado durante todo este tiempo. Pero siento que esto es lo mejor, quizás de casarnos nuestro matrimonio terminaría en divorcio en poco tiempo, así que es mejor terminar ahora y no en el futuro. Yo jamás seré un hombre enamorado y dedicado como mereces.
Lissa asintió, dejando caer una lágrima mientras me abrazaba.
—Te amo, Alexis, y siempre lo haré. Te deseo lo mejor, incluso si eso significa estar con Tarah O'Kelly.
Al soltarla, no pude evitar sentir un nudo en la garganta. Pero estaba dispuesto a hacer todos los sacrificios para proteger a mi hijo y la empresa que era mi legado.
—Papá ¿No te preocupa que el karma te llegue algún día? ¿Tienes sangre en las venas, corazón en el pecho? —preguntó Thalía molesta y sin esperar respuesta salió de allí.
Lo que me faltaba, tener una enemiga en casa, pensé. Más tarde, me retiré a mi estudio para reflexionar sobre los pasos que debía seguir. La conversación con Tarah, la inesperada oferta de matrimonio, el rompimiento de mi relación con LIssa, me encontraba en una encrucijada que requería una resolución rápida, solo esperaba que las cosas no siguieran complicándose.
No podía negar que la idea de casarme con Tarah, incluso si era solo por dos años, me inquietaba. ¿Podría sobrevivir a esa experiencia? La sola idea de estar cerca de ella, una mujer tan intensa y decidida, era un desafío que debía considerar cuidadosamente.
Mientras reflexionaba sobre mis opciones, recibí una llamada telefónica de uno de mis abogados, Maxwell Crane, quien estaba al tanto de la difícil situación de la empresa.
Maxwell había sido un consejero de confianza durante muchos años y había manejado numerosos casos complicados. Su perspicacia legal era insuperable.
—Alexis, necesito que vengas a la oficina de inmediato. He recibido una comunicación que podría tener un impacto significativo en nuestra situación con Kontos Airline —me dijo, sin entrar en detalles por teléfono.
Me dirigí a la oficina, me estaba esperando en el despacho. La tensión en el aire era palpable mientras esperaba que comenzara a revelar la información que tenía.
—Lo siento por la urgencia, Alexis, pero acabo de recibir una notificación de que uno de los principales inversores de Kontos Airline ha retirado su apoyo financiero. Esto es un duro golpe para la empresa, y podría llevarla a la bancarrota en cuestión de semanas.
La noticia cayó como un mazazo, y mi mente se llenó de preguntas. ¿Quién era el inversor? ¿Por qué se habían retirado? ¿Qué impacto tendría esto en la empresa y en mi capacidad para negociar con Tarah? Mientras buscaba respuestas, una cosa quedaba clara: la situación de Kontos Airline se estaba volviendo cada vez más crítica.
Maxwell me contó todo lo que ocurrió y enseguida tomé mi celular y marqué el número de Tarah.
—Acepto casarme contigo.
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