CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 20

Tarah Kontos

La noche avanzó, y la recepción de la boda continuó con alegría y bullicio. La gente disfrutaba de la comida, la música y el champán, pero yo estaba nerviosa ideando una manera de librarme de la noche de bodas.

Caminé a pedir una copa, me la tomé de un solo tragó tratando de calmarme y segundos después pedí otro. No podía evitar sentir temor por lo que se avecinaba, salí al jardín del hotel para tomar aire, cuando de pronto escuché unos pasos detrás de mi, al girarme se trataba de Anthony.

—Tarah ¿Así que decidiste casarte con mi suegro? Creo que cometiste el peor error de tu vida… los Kontos están arruinados, aún estás a tiempo… yo nunca te he podido olvidar… cometí un error al casarme con Thalía, estoy muy arrepentido, quizás podemos dejar todo atrás y empezar de nuevo —pronunció Anthony y yo sentí la rabia agitarse dentro de mí, sin dejar de mirarlo con incredulidad.

—Anthony, ¿Sabes lo que lamento? Haber perdido un año con un hombre que no vale la pena como tú… hace casi tres años le jurabas amor eterno a Thalía y me despreciabas a mí ¿Ahora vienes a decir que no la amas? Pues, déjame decirte que mis sentimientos por ti se desvanecieron hace mucho tiempo y no hay vuelta atrás.

Mi voz sonaba fría y calculadora, y no había un ápice de duda en mis palabras. Miré al hombre que alguna vez había significado algo para mí y que ahora no era más que un horrible recordatorio de lo idiota que fui en el pasado.

—Yo puedo ofrecerte más que lo que Alexis Kontos puede darte… si quieres tener el mundo a tus pies te lo doy… tengo un dinero que he guardado estos años, algunos negocios que he hecho… si te hubieras quedado tranquila esperando, no habríamos pasado tanto tiempo separados, pero ahora es la oportunidad… es tiempo de que volvamos a estar juntos —dijo acercándose y tomándome del brazo, yo le agarré la mano y lo aparté de mí despectivamente.

—Creo que estás tratando con la persona equivocada, yo no necesito que ningún hombre me ponga el mundo a mis pies, yo me lo pongo sola… ¿Crees qué la heredera de la primera empresa fabricante de aviones del mundo necesita del dinero que le robaste a Thalía como vulgar ratero? —pronuncié mirándolo con desprecio.

—Que no soy la pobre aeromoza que creías, mi familia es miembro de la segunda empresa de repuestos de aviones del mundo CanAir Parts Worldwide Distributors, y heredera de CanaAeroTech.

Mis palabras parecieron golpear a Anthony como un puñetazo en el estómago. Su expresión pasó de sorpresa a incredulidad mientras procesaba la información.

—¿CanAir Parts Worldwide Distributors? —murmuró, sus ojos buscando respuestas en los míos.

Asentí con firmeza.

—Sí, Anthony. Estuviste engañado, te dije una mentira, cuando me conociste, te presenté una identidad falsa, una versión simplificada de mí misma. La verdad es que soy Tarah Hall, heredera de una de las empresas líderes en la industria de la aviación. Me hice aeromoza porque quería, y porque deseaba llevar una vida distinta a la heredera de una familia rica —concluí en tono triunfal.

El shock en el rostro de Anthony era evidente, y no podía culparlo. Había mantenido mi verdadera identidad oculta, y ahora estaba revelando la verdad en el momento menos esperado.

—Tarah... no puedo creerlo. Tú… tú eres una Hall ¿Por qué me ocultaste esto? —susurró, aún atónito.

—¿No me escuchaste? Porque simplemente no quería destacar por la riqueza de mi familia, ni que gente interesada se me acercara. Quería ser amada por quien soy, no por lo que tengo. Y creo que fue mi mejor decisión, porque así pude apartar de mi lado a ratas interesadas como tú.

Anthony estaba en un estado de confusión, y no sabía cómo reaccionar. Me miró con una mezcla de sorpresa y dolor en sus ojos.

—Tarah, siento tanto... —empezó a decir, pero no le di la oportunidad de terminar y lo interrumpí.

—Yo no lo siento, lo agradezco porque al final Thalía me salvó de un rastrero como tú —pronuncié con desprecio, me giré para alejarme, pero había dado muy pocos pasos, cuando de pronto me agarró con fuerza, y me estrelló contra la pared, sacándome el aire.

—No puedes irte así, déjame demostrarte que soy el hombre para ti, que Alexis ni ningún otro hombre te hará sentir lo que puedo hacerte sentir yo—señaló mientras sus manos comenzaban a recorrer mi cuerpo.

Su contacto me produjo repulsión, no podía creer que Anthony fuera tan bajo para portarse de esa manera conmigo e ignorar mis palabras y actuar con tal violencia. Traté de resistir su agarre, apartándolo, pero su fuerza era abrumadora.

—¡Suéltame, Anthony! ¡No voy a tener nada contigo! —grité, luchando por liberarme de su abrazo.

La cercanía de su rostro me hizo percibir el alcohol en su aliento, haciéndome sentir aún más repugnancia. Su mirada estaba nublada por el deseo, y eso me asustaba. No sabía hasta dónde estaba dispuesto a llegar.

Acercó su boca a la mía y empezó a besarme con fiereza, por un momento la sorpresa me hizo quedarme estática, por eso no reaccioné de una vez, sin embargo, justo en ese preciso instante escuché una voz furiosa que se alzó por encima de la música que provenía de la fiesta.

—¡Qué diablos está pasando aquí! —exclamó de la voz de Alexis, quien se acercaba a toda prisa y furioso.

Había llegado en el momento justo y no podía estar más aliviada. Anthony me soltó de inmediato, y pude alejarme de él, respirando agitadamente.

Alexis llegó junto a nosotros, su mirada centelleando de ira. Se enfrentó a Anthony, quien parecía sorprendido por su aparición.

—¡¿Por qué carajos te estabas besando con Anthony?! —inquirió molesto.

—¿Es en serio? —interrogué indignada, sin poder creer la reacción de ese troglodita frente a mí, no esperé respuesta y continúa hablando—, porque si es así eres mucho más idiota de lo que imaginé.

El rostro de Alexis se crispó por mi respuesta. A pesar de que Anthony me había besado sin mi consentimiento, él parecía dispuesto a no creerme.

—¿Crees que soy un idiota, Tarah? —espetó con enojo—. ¿Cómo explicas que te estuvieras besando con él?

Me sentí indignada. Había sido víctima de un asalto de Anthony, y en lugar de protegerme o preocuparse por mi bienestar, Alexis me estaba acusando de algo que no era mi culpa.

—Alexis, eso no fue un beso consentido. Anthony me agredió, no me besó porque yo quisiera. No puedes culparme por sus acciones, porque no soy responsable de ellas.

Mis palabras parecieron caer en oídos sordos. Alexis me miró con desconfianza, y su ira no disminuyó.

—No me importa cuáles sean tus excusas, Tarah. No quiero verte cerca de él de nuevo. ¿Entendido?

La incredulidad y la frustración se apoderaron de mí. No podía creer que el imbécil frente a mí estuviera actuando de esta manera.

—Alexis, es impresionante, como terminas superándote a ti mismo, decepcionas tanto… pero no podía esperar menos de ti, ¡Eres un bruto! Por siempre terminar creyéndole a Anthony, ya ni vale la pena decirte nada —dicho eso me alejé de él.

—¡Tarah detente! —gritó furioso.

Yo lo ignoré y seguí caminando, le mostré el dedo medio mientras lo insultaba.

—¡Vete a la mierd4 Alexis Nickolai Kontos! —exclamé quitándome los zapatos y saliendo corriendo de la fiesta, sin poder evitar sentirme emocionalmente agotada.

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