Alexis Nickolai Kontos.
La rabia se agitó dentro de mí como si fuera un volcán en erupción cuando vi a Anthony besando a Tarah, vi todo oscuro y mi capacidad de razonamiento quedó por un momento anulada.
Me iba a ir corriendo detrás de ella, pero en ese momento apareció Esteban, uno de mis hermanos.
—Alexis, debes venir, a Thalía le dio una crisis —pronunció con preocupación.
Salí hacia donde ella estaba, la habían llevado a un rincón más tranquilo del jardín para que se recuperara de su crisis. Mi hija era muy sensible a las tensiones familiares, por eso no había querido que estuviera en la boda.
Al acercarme, encontré a Thalía temblando y tratando de respirar profundamente, mientras no dejaba de llorar. La miré con preocupación mientras las demás personas a su alrededor intentaban calmarla.
Me acerqué a ella, cuando me vio se lanzó en mis brazos.
—Ya no aguanto más papá.
—Tranquila, Thalía, estás a salvo aquí. Respira profundo, cariño. ¿Puedes decirme qué pasó? —dije en un intento de calmarla.
Thalía sollozó y se apartó lo suficiente para mirarme a los ojos, su expresión llena de angustia.
—Papá, no aguanto más… yo vivo un infierno… tú me dijiste que debía pensarlo y no quise escucharte… le creí a él… dijo que me amaba, que ella lo acosaba y me mostraba sus mensajes… y era mentira… ahora dice que no me ama que ama a Tarah ¿Por qué te casaste con ella? ¿Por qué la vas a llevar a nuestra casa? Ella debe irse, porque si no él… la va a tener cerca —sentenció, de nuevo, con un ataque de llanto.
—Thalía, Tarah no va a irse, porque ahora es mi esposa… y que bueno que ya te hayas dado cuenta la clase de persona que es Anthony… hace mucho tiempo que lo descubrí… después que Tarah se desapareció, si no te dije nada, fue porque temí que estallaras emocionalmente… no lo necesitas hija, eres una chica valiosa, que cualquiera vería lo extraordinaria que eres.
—No soy extraordinaria… soy débil, no soy como tú… debes sentirte decepcionado de mí… Anthony se quedó con todo mi dinero, me dijo que era un préstamo… y me lo quitó todo… ya no aguanto, quiero morirme, soy un estorbo. Una inútil. No puedo soportarlo, más papá, no debiste dejar que naciera —sus lágrimas seguían fluyendo, y su voz temblaba con la emoción —Te juro que no puedo más. Anthony me ha destrozado. Me trata como basura, y no sé qué hacer. No me quiere, papá, no me quiere, nadie me quiere —sollozó Thalía, su voz llena de desesperación.
Mi corazón se partió al ver a mi hija tan afectada. La abracé con más fuerza y la atraje hacia mí.
La rabia volvió a hervir en mi interior, no solo por la traición de Anthony, sino también por cómo estaba afectando a mi hija. Era un padre sobre protector, con Thalía porque nació con problemas, por eso quizás la consentí demasiado y decidí complacerla en todo, no le negaba nada, su felicidad era lo principal para mí.
Cuando me enteré de que venía en camino, le dije a su madre que velaría por la niña, pero que no estaba dispuesto a casarme con ella. Como venganza ella tomó un medicamento para abortarla, pero la bebé se aferró a la vida, se salvó, sin embargo, nació con gastrosquisis, una condición en el que nace con un orificio en la pared abdominal, al lado del ombligo por donde le salen los intestinos de su cuerpo.
Debió someterse a una cirugía porque también le detectaron atresia intestinal, parte de sus intestinos no se desarrollaron mientras estaban en el útero y debieron reparar la obstrucción.
Por eso la protegía, por eso no dejé que Anthony se la llevara de mi casa y lo dejé entrar. Pero ahora, Anthony había mostrado su verdadera cara y herido a Thalía profundamente y eso me lo iba a pagar.
Al ellos casarse, solo le di a Thalía una ínfima cantidad de lo que le dejó mi madre, y un monto adicional que no representaba ni siquiera el 10% del patrimonio que tenía destinado para ella, lo hice de esa manera porque, a pesar de todo, nunca llegué a confiar al 100% en él, y debía proteger a mi hija.
—Mi niña, no te preocupes… no me decepcionas, eso ya lo sabía, pero no importa, que se quede con esa minucia, nunca te faltará nada. Vamos a enfrentar esto juntos, además, yo te quiero. Tú eres lo más importante en mi vida, y nunca permitiré que nadie te lastime. Vamos a enfrentar esto juntos y resolveremos todo, ¿De acuerdo? —dije con firmeza, abrazándola con fuerza.
Thalía asintió, y me aferré a la esperanza de que pudiéramos superar este desafío como familia.
En ese momento, uno de mis hermanos se acercó con preocupación en el rostro.
—Alexis, deberías volver a buscar a tu esposa —me instó y yo asentí.
Besé la frente de Thalía y le prometí que regresaría pronto, asegurándole que estaría a su lado para protegerla. Y aunque asintió, seguía llorando, incapaz de contener sus emociones.
—Esteban, no vayas a dejarla sola, por favor —le pedí, sin saber qué hacer, quería quedarme con mi hija, pero también quería ir junto a Tarah y pedirle una explicación de lo sucedido.
Salí de allí al hotel, pensé que encontraría a Tarah en la suite nupcial, pero no estaba, me supuse que estaría en su antigua habitación, caminé hacia allá, me cansé de tocarle y no abrió.
—Esta mujer va a acabar con mi vida —espeté molesto.
Mi frustración y preocupación crecían a medida que continuaba buscando a Tarah sin éxito. Me fui a la habitación, pero el silencio me inquietaba. Me serví un trago y comencé a tomar, me frustraba que las cosas no estuvieran saliendo como quería.
—Papá, confía en mí, sé lo que estoy haciendo. No permitiré que este hombre arruine mi vida. Pronto volveré a casa, todo estará bien, te lo prometo.
La llamada terminó, y me quedé mirando el horizonte.
Sabía que mi padre tenía razón, pero no podía evitar sentirme atrapada en mi propia trampa. ¿Cómo había llegado a esta situación? En un principio, mi plan era simple: casarme con Alexis Kontos, infiltrarme en su vida y destrozarlo desde adentro. Pero, ahora tenía dudas.
La venganza se había vuelto personal y complicada, y me estaba costando mantener mi fachada.
Mientras contemplaba el oscuro mar, una lágrima cayó por mi mejilla. No quería que mi vida se convirtiera en un enredo de mentiras y traiciones, pero parecía que no tenía otra opción.
La única certeza que tenía en ese momento era que Alexis y yo estábamos atrapados en ese juego. La pregunta era: ¿cómo demonios íbamos a salir de esto?
Mis pensamientos se volvieron a Thalía. A pesar de todo, no podía evitar sentir lástima por la joven. Estaba atrapada en el medio de esta guerra de venganzas y no merecía el dolor que estaba sufriendo. Quizás, de alguna manera, podría ayudarla a encontrar una salida.
Decidí volver al hotel, enfrentar a Alexis y resolver este lío de una vez por todas.
Fui a mi habitación y después salí a la suite nupcial, la huella mía había sido registrada, por lo cual coloqué la palma de mi mano en el panel y la puerta se abrió.
Entré de manera sigilosa, mientras escuchaba el ruido que producían las cosas ser lanzadas en el suelo, cuando llegué a salón vi a Alexis tirando cosas, parecía furioso, y decidí unirme a él, tomé una lámpara y la lancé contra el suelo, el ruido que produjo al estrellarse captó su atención, se giró hacia mí y se dio cuenta de mi presencia.
—¡¿Qué diablo estás haciendo?!
Mi expresión se mantuvo sería mientras respondía con sarcasmo.
—Oh, solo siguiendo tu ejemplo, rompiendo cosas. ¿Acaso no es eso lo que hacemos los recién casados en nuestra noche de bodas? —me miró con rabia, pero no habló—, pensé que se trataba de una costumbre griega.
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