CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 26

Alexis Nickolai Kontos.

Un tiempo después que a mí me parecieron horas, salió el médico de la habitación de Thalía y se acercó a mí. Tenía un rostro serio, y su mirada reflejaba la gravedad de la situación.

Tragué saliva, sintiéndola demasiado gruesa para mi garganta, mientras me preparaba mentalmente para lo que iba a decir.

—Señor Kontos, le hemos dado a Thalía un sedante para tranquilizarla, estaba muy alterada, todo esto ha sido muy duro para ella. Su situación es muy delicada, debido no solo a su estado físico, sino también psicológico. Necesitamos realizar más evaluaciones y exámenes para determinar un diagnóstico. Ha estado en un estado de coma durante varios días, y eso pudo haber causado algún problema. Haremos todo lo que está a nuestro alcance, pero es un proceso complicado —explicó el médico con sinceridad.

Mis pensamientos se agolparon, y mi mente se llenó de preocupación. A pesar de que Thalía había recuperado el pulso, la incertidumbre sobre su condición persistía. Sabía que no podía permitirme desmoronarme, tenía que ser fuerte por ella.

—¿Qué tipo de exámenes van a realizar? ¿Qué puede haber causado esto en mi hija? —pregunté con voz tensa.

El médico suspiró con resignación.

—Realizaremos una serie de pruebas, incluyendo análisis de sangre, resonancias magnéticas y otros estudios médicos. No puedo asegurar nada en este momento. Thalía ha pasado por mucho y estamos tratando de entender lo que ha sucedido. Puede ser el resultado de una afección médica subyacente o incluso un evento traumático. Pudo haber un daño cerebral y ese daño pudo haberle causado un trastorno del habla Nuestra prioridad es mantenerla estable y tratar de obtener un diagnóstico lo antes posible —respondió el médico.

Mi mente estaba llena de preguntas sin respuestas, y la impotencia se apoderaba de mí. No podía soportar la idea de ver a mi hija en esa situación, sin saber cómo ayudarla. Pero no iba a rendirme. Tenía que ser fuerte para ella.

—Hagan todo lo que sea necesario para ayudar a mi hija. Si les parece que no hay un especialista lo suficientemente bueno para ayudarla, solo díganme dónde está el mejor y lo traigo desde donde esté. Estoy dispuesto a cubrir todos sus gastos, traslado, estadía, comida, honorarios, a pagarle el triple si desea, pero por favor, mi hija debe estar bien —pedí con determinación.

El médico asintió con gratitud.

—Haremos todo lo que esté a nuestro alcance, señor Kontos. Thalía está en buenas manos. Comenzaremos con las evaluaciones lo antes posible y le mantendremos informado de cualquier avance —aseguró.

Agradecí al médico y entré de nuevo en la habitación de Thalía. Ella seguía dormida, y su rostro mostraba signos de debilidad. Tomé su mano con ternura y le hablé con voz suave.

—Vas a salir de esto, mi amor. No importa cuánto tiempo tome, pero estaré a tu lado en cada paso del camino. Eres fuerte, y yo te ayudaré a luchar contra lo que sea que te haya sucedido. No permitiré que nada te dañe, te lo prometo… y Anthony Whitman, va a pagar con creces, cada una de las humillaciones en tu contra, tus lágrimas, tu dolor, y el de Tarah, cuando termine con él, no va a encontrar qué hacer con su vida ¡Eso te lo juro!

Mi voz se quebró, y una lágrima resbaló por mi mejilla. Continué hablándole a Thalía, compartiendo mis esperanzas, mis miedos y mi amor inquebrantable por ella. Mi hija era una de las personas más importante en mi vida, y no iba a dejar que nada ni nadie la lastimara.

Pasaron los días llenos de incertidumbre y angustia. Los médicos realizaban una serie de pruebas y evaluaciones en un esfuerzo por determinar la causa de su afección. Las horas en el hospital se volvieron un ciclo interminable de esperanza y desesperación.

Ese día Tarah llegó con Paul temprano, y apenas mi hijo me vio, extendió sus brazos hacia mí.

—Hola, home gande —me saludó y yo negué con la cabeza.

—Pequeño terco ¿En verdad nunca me darás la alegría de decirme papá? —pregunté sin dejar de verlo y dibujó una expresión de fastidio y negó enérgicamente.

—¡Nooo! —Tarah y yo no pudimos contener la risa.

—Ya veo… ¿Ves a esa chica en la cama allí? —le dije señalando hacia mi hija mayor—. es tu hermana, ven vamos a presentártela.

Entré con él mientras Tarah atendía una llamada. Thalía se despertó al vernos.

—Ppppapá, es mmmi hermano.

—Si mi amor, es tu hermano. Paul, ella es Thalía, tu hermana mayor. Salúdala, dale un beso —le dije y el niño se inclinó y le dio un beso.

—Emana mayo, Thalía… es linda, home gande.

Thalía sonrió débilmente al escuchar las palabras de Paul. A pesar de su condición, había un brillo en sus ojos al ver a su hermano menor. Tomó con torpeza la mano de Paul, mostrando su afecto y agradecimiento. Era un momento conmovedor que llenaba la habitación de calidez.

—Hola, …Paul …gracias por… venir a visitarme. Eres un niño… muy lindo —murmuró Thalía con dificultad, pero su voz estaba llena de cariño.

—Thalía, eso no es cierto. Tú eres hermosa, inteligente y valiosa. Yo siempre he estado orgulloso de la maravillosa persona que eres. No dejes que el pasado te defina. Tenemos tiempo para sanar y crecer juntos como familia. Vamos a demostrarle a todos lo fuerte y resiliente que eres —le dije con determinación.

Tarah se unió a la conversación, apoyando mis palabras.

—Thalía, voy a decirte algo y quizás te parezcan duras mis palabras, pero el primer paso para cambiar todo en tu vida, es amarte a ti misma, si no te amas nadie lo harás, debes dejar esa actitud de lástima, si te caes, te levantas, quien no te quiere aléjate, quien no te aprecia no le muestres tu verdadera esencia. Ya de por sí has superado desafíos que la mayoría de las personas ni siquiera pueden imaginar. Eres fuerte y valiente, y tu belleza va mucho más allá de lo que se ve a simple vista. No permitas que las acciones de una persona cruel te definan.

Thalía asintió con lágrimas en los ojos, pero la tristeza seguía reflejada en su mirada. Sabía que no sería fácil cambiar la percepción que tenía de sí misma, pero yo estaba dispuesto a ayudarla a recuperar la confianza en sí misma.

—Thalía es mi emana linda —habló Paul con dulzura, como si quisiera asegurarse de que su hermana entendiera cuánto significaba para él.

Las palabras de Paul hicieron que Thalía sonriera débilmente. Era evidente que la presencia de su familia y el amor de sus seres queridos eran un bálsamo para su alma herida.

Los días pasaron y mi hija fue dada de alta, necesitaría terapia del habla para superar su trastorno… también tenía dificultad para realizar algunos movimientos, pero no importaba, estaba dispuesto a ayudarla, a que superara todo.

Llegamos a la casa, dejé a Thalía con Tarah y mi hijo, me fui a las instalaciones de la aerolínea, a sacar un trabajo pendiente y a dar una orden que a la jefa de recursos humanos que me llenaba de satisfacción.

No tardó mucho tiempo después de mi llamada, cuando la puerta de mi despacho se abrió de par en par, apareció Anthony y la secretaria detrás nerviosa.

—Lo siento señor —comenzó a decir al mismo tiempo que Anthony se enfrentaba a mí.

—¡¿Quién te crees para despedirme a mí?! —exclamó altanero tirándome la notificación en la mesa.

Me levanté de mi escritorio y lo tomé por el cuello.

—¡No! Aquí la pregunta es ¡¿Quién carajos te crees tú para que entres a mi despacho de esa manera?!

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