Tarah Kontos.
Las palabras de Thalía me dejaron perpleja. Sus ojos se encontraron con los míos… ella me había descubierto.
Mi mente trabajaba a toda velocidad, buscando una respuesta que justificara la situación, pero no había forma de negar lo que era evidente, además, no quería hundirme más en mentiras. Mi garganta se apretó, y un nudo de ansiedad se formó en mi estómago.
—Thalía, te puedo explicar… —comencé, pero ella me interrumpió.
—No, Tarah… por favor, no te molestes… en explicar nada... Ya vi suficiente. Lo siento, pero… —tragó saliva, luchando contra las lágrimas—, no quiero separarme… de mi hermano… y que te divorcies de mi padre… quiero que estemos juntos.
Luego de sus palabras, se quedó pensativa como si estuviera evaluando lo que diría a continuación.
—No le diré nada… si tú desistes del divorcio… si no lo haces me encargaré… de decir la verdad… no dejaré que lastimes a mi papá —pronunció la jovencita con firmeza.
Con la amenaza que me estaba haciendo, en vez de sentirme molesta, me causó admiración, su coraje.
—Así que después de todo, si eres una Kontos de los pies a la cabeza —expresé sin dejar de mirarla—, bueno, espero que ese mismo coraje que estás teniendo para enfrentarme, debes usarlo también para enfrentarte a Anthony —sentencié mientras ella me miraba con los ojos de par en par y con una expresión nerviosa—, y no me mires así, porque como estás defendiendo a tu padre, debes aprender a defenderte tú misma.
—Es diferente… porque yo me di cuenta de tu trampa… y puede que él no se atreva a defenderse… pero yo lo haré por él… además, yo sé que ustedes se quieren… aunque intenten negarlo… y tampoco… quiero separarme de Liam.
Yo afirmé ante sus palabras, suspiré con frustración, esperando que por lo menos Alexis no se hubiera dado cuenta de nada, sin embargo, el chupón en mi cuello me hizo pensar que tal vez mi querido esposo había descubierto a la pelirroja y por eso dejó ese sello justo en ese lugar.
Cuando ella salió de mi oficina, decidí marcarle a Jonathan.
—Necesito que vengan a la mansión Kontos.
“Precisamente iba hacia allá, ya estoy llegando”.
Minutos después, finalmente llegó el abogado, con unas carpetas contentivas de documentos legales, lo pasé al despacho y me la extendió.
Comencé a revisarlos mientras lo hacía, él intentó de nuevo persuadirme.
—Tarah, quiero asegurarme de que estés completamente segura de esto. Una vez que presentemos la demanda, no habrá vuelta atrás —advirtió Jonathan.
Asentí con determinación.
—¡No la presentes! —exclamé.
—Entonces, hoy hablo con Alexis para finiquitar el divorcio —de pronto se dio cuenta de las palabras que dije—, disculpa ¿Escuché mal? ¿Acaso me dijiste que no presente la demanda de divorcio?
Suspiré con impotencia.
—Thalía me descubrió y me dio un ultimátum, si me divorcio de su padre, ella dirá la verdad de lo que pasó.
—Entonces iré a la oficina de la Aerolínea a hablar con Alexis y decirle que desististe del divorcio… déjame llamarlo.
Enseguida delante de mí hizo una cita y se la dieron dentro de media hora, por eso decidió marcharse hacia allá, sin embargo, yo no podía dejar de estar inquieta y decidí ir también a esa reunión. Aunque no entrara, quería escuchar que diría Alexis.
Alexis Kontos.
Después de la conversación con el abogado de Tarah, llamé a Maxwell Crane.
—Te necesito en la oficina de la Aerolínea, porque quiero que hagas las transferencias de unas acciones —expresé.
“¿De cuáles acciones?”, inquirió.
—Del porcentaje que me pertenece, excluyendo las de Thalía y la de Liam.
“¿A nombre de quién la vas a pasar?”, preguntó mi abogado.
—De Tarah, igual que la mansión de los Kontos, ponlo a nombre de los tres, si ella quiere dejarme sin esos bienes, ponlos todos a su nombre para que sea feliz —sentencié mientras salía del hotel.
“¿Y qué hay de las fotografías en las redes sociales tuyas con una pelirroja? ¿Le fuiste infiel?”
—Eso lo planificó ella, —respondí con aparente indiferencia—, para hacerme caer en su trampa, Maxwell. La mujer con la que me viste en esas fotos es parte de su estratagema para justificar el divorcio. Ella preparó todo para que me acostara con alguien… y de alguna manera, tomaron esas fotos comprometedoras. Y yo solo le seguí la corriente —afirmé, tratando de defenderme ante mi abogado.
“Alexis, si esto es cierto, podrías usarlo a tu favor en el proceso de divorcio. Puedes argumentar que Tarah estaba dispuesta a todo para justificar la separación y que tú fuiste víctima de sus artimañas”, sugirió Maxwell.
—Aunque es una opción a considerar, no creo que lo haga, tengo mis propios planes. Te espero en la oficina de la aerolínea, por favor, asegúrate de que todo esté listo para cuando llegue.
Tras colgar el teléfono, me dirigí hasta la sede de CanaAeroTech, donde mi mente seguía trabajando en busca de soluciones para eso, aún tenía unas cartas bajo la manga que había obtenido la noche anterior, aunque no sabía cuándo las utilizaría.
Llegué a las instalaciones de mi empresa y todos me miraban con curiosidad, unos con una sonrisita, otros con reproche, pero a nadie le resulté indiferente.
—Señor, ya el abogado Jonathan llegó.
—¿Viene solo? —ella asintió a mi pregunta—, entonces hágalo pasar.
Un par de minutos después, el abogado entró a mi despacho y se quedó viendo con sorpresa la presencia de Maxwell.
—Señor Kontos, pienso que no era necesario llamar a su abogado, porque ya no habrá divorcio. La señora Tarah desasistió de esa opción —aclaró Jonathan.
Me quedé mirándolo fijamente, mientras jugaba con mi celular, justo en el momento que mi secretaria envió un mensaje.
“La señora Tarah acaba de llegar y me pidió que la deje pasar”.
Mensaje enviado a la secretaria
“Está bien hazla pasar”.
—Abogado, creo que está equivocado, si habrá divorcio, y tengo dos opciones, que Tarah me firme el divorcio de común acuerdo o la acuso de infidelidad —señalé con firmeza.
—¿De qué infidelidad habla? —preguntó nervioso el abogado.
—Yo no la hice pública por respeto a mi hijo… pero la señora Tarah, estuvo con su amante el día anterior a mi infidelidad, por eso quiero el divorcio.
En ese momento la puerta se abrió de par en par, dejando entrar a una furiosa Tarah cuyos ojos parecían destilar fuego, porque había escuchado mis palabras.
—¿Qué diablos estás inventando? —espetó rabiosa.
—No estoy inventando nada, solo quiero el divorcio porque primero, tú me fuiste infiel primero y segundo, me enamoré de la pelirroja con la que te engañé, le pedí matrimonio y ella aceptó y me voy a casar con ella —pronuncié en tono triunfal, mientras sus ojos parecían como si estuviesen lanzando chispas de furia.
Tarah se quedó sin palabras, y por un momento, pareció atónita. Luego, dirigió una mirada llena de desprecio hacia mí.
—¡Esto es una locura! Alexis. No sé qué estás tramando, pero no permitiré que destruyas mi vida de esta manera. ¡Eres un mentiroso y un manipulador! —dijo con rabia.
—¿Por qué soy mentiroso? ¿Acaso tienes pruebas de eso? Porque yo sí tengo prueba de lo que estoy diciendo —sentencié con una sonrisa de diversión.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN