CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 35

Thalía Kontos

Ver a Anthony rompiendo mis dibujos me produjo un profundo dolor en mi corazón, no sé por qué me odiaba tanto, yo pensé que por lo menos me tenía cierta consideración y respeto, pero que equivocada estuve, todo había sido una actuación de su parte para poder engañarme y convencerme de casarme con él para que le diera todo mi patrimonio y había sido tan idiota, tan caprichosa, tan ciega que lo hice.

Eso me hacía sentir más miserable, dándome la sensación de que era una inútil y que las palabras que siempre me decían tenía algo de razón.

Por eso me sentía paralizada, trataba de moverme, pero es como si alguien me hubiese dado un paralizante, porque por más que le mandaba información a mi cerebro para que mi cuerpo se moviera, no lo hacía, solo podía llorar y suplicar sintiéndome tan impotente.

—Por favor, no los rompas… déjalos… son míos ¿Por qué… haces esto? ¿Por qué… no me dejas en paz? —balbuceé y mis palabras hicieron que Anthony se girara hacia mi molesto.

—¿Por qué no te dejo en paz? —inquirió y sin esperar respuesta siguió hablando— ¿Por qué no le dijiste a tu padre que me dejara en paz?

Yo lo miré con el ceño fruncido porque no entendía sus palabras.

—Yo… no entiendo —expresé y al parecer eso lo hizo poner más furioso.

—¿No entiendes? Me acaban de notificar que me revocaron la licencia de piloto, porque tú maldit0 padre se encargó de hacerlo ¿Y por qué lo hizo? Porque a pesar de estar arruinado, buscó la influencia de sus amigos y les pidió ese favor para complacer a su hijita, porque seguramente tú se lo pediste de caprichosa y como tu papito no te niega nada —explotó con los ojos chispeantes del enojo, mientras con una de sus manos me apretaba la boca con fuerza.

—Yo… no fui… —logré articular sin dejar de sollozar—, no sé… de donde estás… sacando eso… no le dije nada.

—¡CLARO QUÉ FUISTE TÚ! —rugió furioso, me lanzó en la cama y se me tiró encima, poniendo sus manos en mi cuello y me empezó a apretar.

Traté de liberarme de su agarre, pero la fuerza con la que me tenía inmovilizada era abrumadora. Mi visión comenzó a oscurecerse mientras luchaba por respirar. Los minutos se volvieron eternos, y mi desesperación se intensificó, no podía creer que me había salvado de mi intento de suicidio para morir a manos de él.

En ese momento, como un acto de providencia, la puerta de la habitación se abrió de golpe, y un estruendo resonó en la habitación. Anthony me soltó del agarre en mi cuello y cayó hacia un lado, jadeando de sorpresa y dolor.

Cuando extendí mi vista, allí está mi salvadora, le había dado con un florero por la cabeza, yo respiré aliviada, aunque sin dejar de sollozar.

Tarah Kontos

Me quedé en el cuarto de juego esperando que llegara Thalía, sin embargo, sentía que había tardado mucho en encontrar la habitación, así que decidí ir en su búsqueda.

—Bebé, ya vengo, voy a buscar a tu hermana, te dejó con la señora Sonya —le dije al pequeño Paulo, llamando al ama de llaves, para que se quedara un momento cuidándolo.

Caminé primero a la habitación de Thalía, escuché unos ruidos en el interior, y abrí la puerta, y me quedé sorprendida ante lo que ocurría en el interior, estaba en la cama sollozando, mientras Anthony estaba subido encima de ella.

La rabia bulló dentro de mí, sin pensarlo un segundo más, tomé un jarrón de flores que descansaba en una mesita al lado de puerta, y se lo estrellé en la cabeza a Anthony.

El impacto del jarrón contra su cráneo hizo que soltara a Thalía de inmediato.

Y me puse entre Anthony y ella, lista para defenderla.

—¡Maldito desgraciado! ¡¿Crees que puedes hacer esto impunemente?! —grité, con los ojos llenos de furia.

Anthony se levantó, tocando la herida en su cabeza, donde el jarrón lo había golpeado, y la miró con odio antes de retroceder.

—¡Maldita zorra! —gritó, llevándose una mano a la cabeza herida—. ¡Vas a pagar por esto!

Me puse frente a Thalía, protegiéndola del hombre. No tenía miedo de enfrentarlo, pero no iba a permitir que le hiciera más daño.

—No te atrevas a acercarte a ella de nuevo, Anthony, porque no sabes lo que soy capaz de hacer.

Anthony me miró con odio, pero no se atrevió a avanzar hacia nosotras, dio una última mirada y abandonó la habitación. Yo me apresuré a cerrar la puerta tras él y volví mi atención hacia ella, abrazándola con ternura.

—Tranquila, todo está bien, él no volverá a hacerte daño —le dije consolándola.

—Gracias, Tarah… me salvaste la vida… no sé qué habría pasado… si no llegas a tiempo.

La sostuve con fuerza y la ayudé a recuperar la calma. Mientras la abrazaba, las lágrimas que habían estado atrapadas en sus ojos comenzaron a fluir, su cuerpo temblaba como hojas mecidas por el viento.

—Estoy aquí para protegerte, Thalía. Siempre. No dejaré que nadie te haga daño.

En ese momento, entraron un par de guardias, y tenían una expresión nerviosa en su rostro.

Yo me levanté a enfrentarlos con una expresión fiera.

Fue Gregory que me interceptó y trató de calmarme.

—No puedes hacer eso, si lo haces, con todo tu poder igual vas a terminar en la cárcel ¿Quieres que tu hija quede desamparada en el estado tan vulnerable en qué está?

Maxwell asintió en acuerdo con Gregory.

—Tienes razón, Alexis. La violencia no es la respuesta. Tenemos otras vías, por ejemplo, atacarle los negocios, qué son fuente de ingresos, para un hombre como él, quitarle los bienes puede ser un peor castigo. Por ahora la demanda de divorcio está lista para introducirla, mañana mismo si es necesario.

—¡Hazlo! —exclamé mientras me quedaba quieto por un momento, sintiendo la ira hervir en mi interior, pero finalmente cedí y regresé el arma en la caja fuerte.

—Tienen razón, no puedo dejarme llevar por la rabia. Pero quiero a ese hombre destruido —sentencié.

—Mira, yo me adelanté a tu petición e investigué, tiene un dinero invertido en una empresa tecnológica llamada LeytonTecnología, tengo el monto nominal que pagó por cada acción —me dijo Maxwell.

—Maxwell, quiero que hagas todo lo posible para adquirir esas acciones y, una vez que lo logres, asegúrate de que la empresa informe pérdidas significativas. Quiero que el precio de sus acciones caiga estrepitosamente. Necesitamos presionarlo hasta el límite para que las venda. ¡Y eso lo quiero ya! —sentencié.

Maxwell asintió, entendiendo la gravedad de la situación.

—¿Ahora mismo lo haremos? —preguntó Gregory sorprendido.

—Sí, mañana es tarde. Mientras más rápido logré joderle la vida a ese desgraciado mejor —pronuncié y mis amigos asintieron.

Las ruedas de la venganza comenzaron a girar en mi mente, porque esa sería una forma de desarmar a Anthony y castigarlo por todo el daño que había causado a Thalía.

—Entendido, Alexis. Haremos todo lo que esté a mi alcance para que Leyton Tecnología reporte esas pérdidas y hundamos el precio de las acciones. Anthony Whitman no sabrá qué lo golpeó —dijo mi abogado.

—Hazlo lo más rápido posible —le ordené—. No quiero que ella siga sufriendo por más tiempo. Esta pesadilla debe terminar ¡Ya!

El plan estaba en marcha, y no había vuelta atrás. Nuestra determinación era férrea, y Anthony Whitman pronto se enfrentaría a las consecuencias de sus acciones, porque no lo iba a dejar respirar.

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