CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 52

Zachary Hall

Después de un incómodo, pero delicioso banquete, la tensión en la mesa parecía disiparse un poco.

Estaba preocupado por mi hermana, si no salí detrás de ella, fue porque Alexis tenía a unos guardaespaldas cuidándola, y porque no quería dejar sola a Thalía, quería estar con ella en este momento tan especial. Se veía sonriente, y eso me llenaba de satisfacción porque conocía de primera mano cuanto le había costado poder enfrentar a Anthony, y sé que ahora que lo había hecho lograría ser la mujer fuerte que no se dejaba intimidar.

Thalía me tomó la mano y se acercó a mí.

—No quiero… irme a la casa, deseo… dar un paseo… también estoy preocupada por Tarah —me dijo en un murmullo para que solo la escuchara yo.

—No te preocupes, ella estará bien, luego hablaré con ella —le dije para tranquilizarla.

—Pero… mi papá, está muy triste… aunque intente parecer tranquilo… no lo está… ese quisiera haberse ido detrás de ella —pronunció inquieta.

—Tal vez sí, es que ellos ambos son explosivos, y mientras los dos sigan luchando por imponerse, los resultados serán estos —dije con un suspiro.

—Pero tú… eres explosivo —protestó ella.

—No, soy un empalagoso dulce contigo, sacas lo más dulce de mí —expresé mientras me acercaba a ella y la besaba.

En ese momento, Alexis tosió para interrumpirnos, yo fijé mi mirada en él y me miró con cara de pocos amigos.

—Deja de estar besando a mi hija en la calle… compórtate —gruñó.

Yo iba a decir algo, pero Thalía protestó.

—Papá… deja quieto a Zachary… debes quererlo… porque va a ser tu hijo político —señaló Thalía en tono divertido.

—Yo no tengo un hijo tan viejo… ni volviendo a nacer —habló con un bufido.

Se notaba que estaba de mal humor, por eso no le dije nada, más bien me interesaba alejarme de él, para no ser blanco de su molestia y al mismo tiempo entretener a Thalía.

—Querido suegro, como está tan de mal humor, mejor agarro a Thalía, y la llevo a dar un paseo y si tanto te preocupas por Tarah, ve y búscala, trágate el orgullo y explícale, porque de lo contrario te tocará dormir solo y en una cama fría —le aseguré.

Alexis no dijo nada, pero no dejaba de mirar hacia la salida, como si esperara ver a Tarah regresar en cualquier momento.

—Discúlpenme, debo retirarme, tengo algo importante que hacer —dijo repentinamente Alexis levantándose de la mesa, dejó varios billetes sobre la mesa y se retiró.

Después de que Alexis se fue, luego de pagar la cuenta, decidimos dar un paseo por el centro de la ciudad. Thalía estaba radiante, orgullosa de su valentía en el tribunal y emocionada por el apoyo de su familia.

La tarde estaba fresca, la tomé de la mano y comenzamos a caminar perdidos en nuestra propia conversación.

Cada cierto tiempo, la atraía a mi cuerpo besando su cabeza, mientras ella se sostenía de mi brazo.

El paseo por el centro de la ciudad fue una oportunidad para que Thalía y yo disfrutáramos de un momento de intimidad, lejos de las tensiones que habían surgido en el restaurante. La brisa fresca nos refrescaba el rostro mientras caminábamos de la mano.

Thalía se aferraba a mi brazo con una sonrisa radiante en el rostro, y eso llenaba mi corazón de alegría. Hablar con ella, escuchar su risa y sentir su cercanía era un regalo que apreciaba más de lo que podía expresar.

De vez en cuando, nuestros pasos nos llevaban a una tienda o a un puesto callejero, y Thalía no podía resistir la tentación de mirar las vitrinas. Estaba disfrutando del momento, y eso era lo que importaba.

Mientras caminábamos, Thalía y yo continuábamos nuestra conversación, compartiendo pensamientos y sueños.

—¿Cuándo vas a aceptar ser mi novia? —le pregunté y ella sonrió.

—El mismo día… que me divorcie… aceptaré ser tu novia —pronunció.

—Entonces esperaré ese momento ansioso —dije con un tono de esperanza.

—Zachary, ¿te imaginas… algún día formar… una familia? —me preguntó Thalía con un brillo de emoción en los ojos.

La pregunta me tomó por sorpresa, pero no me asustó. Era una conversación que habíamos tenido antes, pero esta vez parecía más significativa.

—Sí, Thalía, me imagino una familia contigo. Quiero que seamos felices y compartamos todos los momentos importantes de la vida, incluyendo la alegría de ser padres.

Thalía sonrió con ternura y me dio un tierno beso en los labios.

Seguí hablando con mi madre, sus palabras me tranquilizaron un poco, pero todavía me sentía atrapada en una tormenta de emociones. Sabía que tenía que hablar con Alexis, pero no podía soportar la idea de enfrentarlo en ese momento.

—Gracias, mamá. Intentaré hablar con él cuando me sienta más calmada. Por ahora, solo quiero estar sola por un rato. —Le agradecí por su apoyo y colgué el teléfono.

Me quedé en el auto, abrazando la almohada y tratando de calmarme. Sabía que tenía que enfrentar mis celos y hablar con Alexis, pero no sabía cómo hacerlo.

¿Y si no quería hablar más conmigo por haberme salido del restaurante? Él me había amenazado, mi mente estaba llena de dudas y temores, y no sabía si podría superar este obstáculo en nuestra relación.

Decidí mandarle un mensaje.

Enviado a Alexis.

"Lo siento por mi reacción en el restaurante. Me equivoqué. ¿Podemos hablar?". Mi corazón dio un salto mientras esperaba su respuesta.

Sin embargo, los minutos fueron pasando y no recibí su respuesta, eso me hizo sentir muy triste, al punto de terminar llorando hasta quedarme dormida.

Alexis Kontos.

Salí del restaurante, sin poder dejar de pensar en Tarah, pensando si se habría ido a casa. Caminé hacia el auto, me senté en el puesto del piloto, mientras por varios segundos sostenía mi cabeza en el volante.

Respiré profundo, pasando mis manos por la cabeza con preocupación, me arrepentía de no haber salido detrás de ella, pero es que debía enseñar a Tarah a manejar sus celos y su temperamento. No podía permitir que nuestras peleas continuaran de la misma manera. La confianza en nuestra relación estaba en juego.

Mi mente estaba llena de pensamientos sobre Tarah. Sabía que la amaba, pero sus arrebatos me frustraban.

Mientras reflexionaba en el auto, recibí un mensaje en mi teléfono. Era Tarah. Mi corazón latió con fuerza mientras leía sus palabras. "Lo siento por mi reacción en el restaurante. Me equivoqué. ¿Podemos hablar?".

Sus disculpas me tomaron por sorpresa, pero me alegraron profundamente. Respiré aliviado y respondí de inmediato. "Tarah, entiendo tus preocupaciones. Claro que podemos hablar. ¿Dónde estás ahora?"

De pronto escuché un leve ronquido, me giré y allí la vi dormida, con su rostro humedecido por las lágrimas, y no pude evitar sentir esa profunda emoción en mi corazón y mi inmenso deseo de protegerla.

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