Emma Leyton
Decidí salir de la habitación de mi padre, necesitaba pensar y tomar una decisión, no quería conducir, solo caminar mientras los recuerdos me inundaban, caminé, no sé por cuanto tiempo, hasta que me encontré frente a las instalaciones de la empresa de Leyton Tecnología.
Había retrasado el momento para ir a recoger las cosas de mi padre en la que había sido su oficina, porque sentía que no estaba lo suficientemente preparada, pero pensé que quizás había llegado el momento de ir.
Cuando llegué a las instalaciones de la empresa, la gente me miró con recelo, sin embargo, no me pusieron objeción para que entrara, porque al fin de cuenta yo seguía siendo socia de la empresa con un 15%.
Subí en el ascensor hasta llegar a la oficina que había sido de mi padre. La secretaria apenas llegué, se levantó a recibirme con una expresión mezcla de lástima y de tristeza en su mirada.
—Lo siento mucho, señorita, sé lo mucho que ama a su padre y lo difícil que debe ser todo esto para usted… de haber podido lo habría detenido —yo asentí sin decir nada, porque las palabras parecían atragantadas en mi garganta, mientras las lágrimas no dejaba de brotar de mis ojos.
Después de varios minutos, por fin pude tranquilizarme y encontrar mi voz.
—Muchas gracias —pronuncié con voz entrecortada—, ¿Podría llevarme al despacho de mi padre? —pregunté a pesar de saber dónde quedaba, preferí actuar con cautela.
—Claro con gusto —dijo de manera educada y comenzó a caminar delante de mí, mientras yo la seguía.
Cuando llegué me quedé parada en la puerta en silencio, mientras miraba al interior, armándome de valor para poder entrar, respiré profundo y lo hice.
—Limpiaron el piso y la oficina, después que vinieron las autoridades, el resto está todo igual —expresó y yo asentí—, seguro quiere estar a solas, yo me retiro.
—Muchas gracias —respondí mientras la veía alejarse.
Caminé hacia el interior del despacho y me senté en el escritorio mirando hacia los lados, como si quisiera que esas paredes me hablaran.
Mi padre había pasado innumerables horas en esa oficina, trabajando incansablemente para hacer crecer Leyton Tecnología. Sus recuerdos y su presencia parecían impregnados en cada rincón de esa oficina.
Cerré los ojos por un momento, tratando de recordar su voz y su risa, pero solo pude escuchar un silencio frío.
Comencé a revisar los documentos en su escritorio, buscando pistas sobre sus últimas acciones y preocupaciones. Había papeles esparcidos, informes y planes futuros. Mi padre siempre fue meticuloso y dedicado a su trabajo, y su escritorio reflejaba su amor por lo que hacía.
Encontré una carpeta con anotaciones de reuniones recientes, incluyendo detalles sobre una importante junta de accionistas que estaba programada para la próxima semana. Mi padre había estado trabajando en un proyecto secreto que, según las notas, iba a presentar en esa reunión.
Mientras leía las notas, me di cuenta de que mi padre había estado explorando una nueva tecnología que podría revolucionar la industria.
Fruncí el ceño, porque de ser así no tenía sentido que vendiera sus acciones, eso no me cuadraba, algo había pasado.
Tomé el teléfono y marqué la extensión de la secretaria.
“¿Sí, señorita Leyton?”, preguntó la secretaria al otro lado de la línea.
Maxwell Crane entró con una expresión desafiante en su rostro, mirándome con frialdad mientras se dirigía hacia el escritorio de mi padre. No pude evitar sentir una oleada de desconfianza hacia él.
—Emma Leyton, espero que estés aquí para investigar la verdad —preguntó Maxwell con un tono de firmeza.
—¿Cuál crees que es la verdad? —inquirí sin dejar de verlo.
—Aquí encontrarás información —pronunció extendiendo la carpeta que cargaba en la mano, aunque sin dármelo —, son unos soportes de la cuenta dónde fue a parar el dinero de las acciones. Tu padre era un hombre inteligente, pero a veces confiaba demasiado en las personas y por eso cometió errores. Las acciones fueron vendidas, porque al Leyton Tecnología estaba en problemas financieros.
Sus palabras me impactaron, y una sensación de incredulidad recorrió mi cuerpo. ¿Cómo podría la empresa que mi padre había construido con tanto esfuerzo haber estado al borde de la quiebra? No tenía sentido.
—Eso no puede ser cierto, Maxwell. Mi padre era meticuloso en sus decisiones financieras. Necesito pruebas concretas de lo que estás diciendo.
Maxwell se encogió de hombros y sacó algunos documentos financieros, que detallaban las pérdidas de la empresa en los últimos meses. Las cifras eran impactantes, y no podía negar que la situación era grave.
—Pero el problema es que probablemente alguien de finanzas fue quien desvió fondos de la empresa provocando esas pérdidas, y quizás otros departamentos también están involucrados. Aunque eso te toca a ti, averiguar quiénes dentro de la empresa son los responsables, pero yo no tengo que ver con la ruina de tu padre y mucho menos lo lleve a accionar el arma con la que se disparó.
Se dio la vuelta y se fue como había llegado, dejándome con una sensación agridulce.
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