CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 72

Zachary Hall

La culpa no me dejaba tranquilo, me merecía cada golpe que me dio Alexis, por eso no me defendí, ni me protegí, porque yo estaba enojado conmigo mismo, por haber sido descuidado, por no haberle dicho a Thalía toda la verdad, si lo hubiese hecho desde un principio no habíamos llegado a esa situación.

Conduje mirando a todos lados, dando vueltas en círculo por las calles aledañas a mi edificio, sin dejar de mirar a los lados.

—Mi amor, debiste confiar en mí, yo jamás sería capaz de hacerte daño —pronuncié en voz alta, sintiéndome atormentado de solo pensar en cómo ella seguramente se estaba sintiendo.

De pronto, cuando pase frente a un parque, fruncí el ceño al ver una mujer sentada en un banco, me di cuenta de que era Thalía, me estacioné y caminé hacia ella, pero mientras lo hacía vi a un hombre que se le acercó y cuando ella se giró se le lanzó encima, le cubrió la boca con un pañuelo, y segundos después ella se desmayó, el hombre la alzó en brazos, y yo salí corriendo para alcanzarlo.

—¡Suelta a mi mujer! —exigí mientras le lanzaba un puñetazo, al mismo tiempo que se la arrebataba de los brazos, luego le lancé varias patadas haciéndole perder el equilibrio.

La tomé y escapé con ella, sin embargo, no había dado muchos pasos, cuando se acercaron un par de hombres y se pusieron en frente de mí.

—¡Apártense! —exclamé.

—¿Crees que puedes intervenir en nuestros asuntos así como así? —dijo uno de ellos, con una expresión desafiante.

Debí colocarla a ella en el suelo, mientras me enfrentaba a los hombres, empezamos a pelear, intercambiando golpes y bloqueos en una confrontación intensa. Aunque mi prioridad era protegerla.

A pesar de mi determinación, la situación se volvió cada vez más complicada. Los hombres eran hábiles y parecían estar dispuestos a todo para defender sus oscuros intereses. Era una lucha solitaria, donde cada movimiento estaba cargado de consecuencias.

Mientras peleaba con los hombres, aparecieron dos más, que no los vi venir hasta que uno de ellos me puso un arma en la cabeza.

—¡Quieto! ¡No te metas en lo que no te incumbe! —gritó uno de ellos, mientras los otros dos me tomaban por el brazo.

Sabía que no podía hacer nada, así que terminé alzando las manos en señal de rendición.

—Está bien, no haré nada, solo voy a cargarla para llevarla a donde ustedes quieran —pronuncié.

—¡Aléjate! —exclamó uno de ellos—, tienes un minuto para que corras, si no vas a tener que atenerte a las consecuencias.

—No sé qué vas a hacer, pero no me voy a alejar de ella —pronuncié con firmeza, los dos hombres recién llegados se vieron a la cara, y uno de ellos tomó su celular, marcó un número y se alejó.

Minutos después se acercó el hombre, con un gesto de molestia en su rostro.

—Está bien, puedes acompañarnos —dibujó en su rostro una sonrisa maliciosa antes de agregar—, pero en la forma como nosotros queremos.

Yo fruncí el ceño, pero antes de que pudiera pensar en el significado de sus palabras, recibí un fuerte golpe en la nuca y perdí el conocimiento.

Alexis Kontos

Mientras conducía por las oscuras calles de la ciudad, el miedo, la rabia, la impotencia seguían bullendo en mi interior.

Recordé el parque al que solía llevar a Thalía cuando era pequeña. Era un lugar lleno de recuerdos felices entre nosotros, decidí ir a ver si la encontraba allí y cuando lo hice vi cómo subían a Zachary en la furgoneta, lo que me hizo deducir que tenían a mi hija también con ellos.

Aunque aún me tambaleaba por los golpes y la confusión, mis ojos se encontraron con los de Alexis cuando se abrió camino hacia nosotros. Su presencia en ese momento crucial infundió un atisbo de esperanza en mi interior.

Pero en ese momento, uno de los hombres lo descubrió, y alzó su arma para dispararle.

—¡Alexis, ten cuidado! —grité, pero mi voz sonó ahogada por la situación.

Sin embargo, Alexis me escuchó y terminó ocultándose, los hombres que me sujetaban se pusieron nerviosos, y uno de ellos apretó con más fuerza su agarre sobre mi brazo.

—¡Mantén distancia, Kontos! —advirtió uno de ellos, mientras el otro sostenía un arma en mi dirección.

La tensión en el aire era palpable y en ese momento vi cómo uno de los secuestradores apuntó su arma hacia Thalía.

—Kontos quizás si le disparo a tu hija salgas de tu escondite —exclamó el hombre.

Apuntó hacia Thalía el arma amenazando con disparar mientras se reía a carcajadas y seguidamente, dos cosas sucedieron en un mismo momento, Alexis salió de su escondite y el hombre disparó, pero antes de que la bala alcanzara a Thalía, yo me interpuse en su camino. Un sonido estruendoso llenó el aire mientras la bala impactaba contra mi pecho. El dolor atravesó mi cuerpo, sentí mi carne abrirse ante la fuerza del impacto. El mundo a mí alrededor se desvanecía en una neblina borrosa.

Escuché gritar mi nombre, pero las palabras eran un eco distante.

—¡Zachary! —era Alexis que gritaba horrorizado.

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