CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 78

Emma Leyton

Me encontraba sumida en un torbellino de emociones. La forma en que Maxwell me había menospreciado, me afectó más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Sin embargo, la imagen de Maxwell con otra mujer, ignorando mi presencia, encendió una chispa de indignación en mí. Aquello no solo lastimó mi orgullo, sino que despertó una ira que no sabía que tenía. Aquella sensación de ser desplazada y menospreciada me hizo replantearme muchas cosas.

La primera que al diablo, con lo que dijera Maxwell, no tenía por qué aguantarlo, era un promiscuo, empedernido, impertinente y grosero, segundo, no necesitaba que me cuidara, yo podía hacerlo mejor, de todas maneras hasta ahora lo había hecho y estaba ilesa

Con esa determinación en mi mente, decidí salir de allí y centrarme en lo que verdaderamente me importaba, buscar los responsables de lo que le había ocurrido a mi padre y encerrarlos, y Maxwell se podía ir al mismísimo infierno si era necesario, pensé, tomé el bolso que cargaba y comencé a caminar hacia la salida, no tenía por qué quedarme en esa cárcel, con la mala suerte que mi carcelero personal justo salió en ese momento y me detuvo con su grito, haciéndome brincar del susto.

Me sentí como una niña a quien encuentran en una travesura, luego me sacudí mentalmente, no tenía por qué sentirme de esa manera.

—¡¿Quién diablo te crees tú para que me hables de esa manera?! Además, no tengo por qué quedarme aquí contigo, eres un grosero, y no voy a soportar tu falta de respeto, el hecho de que metas a una mujer en la casa… —él no me dejó hablar interrumpiéndome con su típico aire de superioridad, se acercó a mí con paso seguro y una sonrisa burlona en los labios. Parecía disfrutar cada uno de mis gestos y palabras irritadas.

—Permíteme aclararte algo, yo estoy en mi casa y nadie va a venir a decirme qué hacer, aquí hago lo que me dé la gana, si quiero dormir, si quiero comer, lo hago y si deseo follar también… —esta vez fue mi oportunidad de interrumpirlo.

—Está bien, por mi haz lo que te dé la gana, poco me importa tu vida, pero como yo también estoy en todo mi derecho de hacer lo que se me pegue la gana, decido no estar aquí, a escucharte follar solo para demostrar que eres un gran macho, pero déjame decirte que eso demuestra todo lo contrario y no habla bien de ti —expresé con molestia.

—Oh, claro, ya sé, ¿Estás molesta por qué no eres tú el objeto de mis atenciones? Quizás deberías acostumbrarte, cariño. En este mundo, no siempre obtienes lo que quieres. Y respecto a quedarte o no, sabes tan bien como yo que esto es necesario por tu seguridad —replicó con su tono arrogante, condescendiente.

Rodé los ojos, aguantando la frustración que crecía dentro de mí.

—No necesito que tú decidas por mí. Mi seguridad está en mis manos, no en las tuyas. Así que, si no tienes nada útil que aportar, no tengo tiempo para perder contigo —respondí, tratando de mantener la compostura a pesar de la irritación que sentía hacia él.

Me giré e hice amago de abrir la puerta, pero no me dejó, colocó su mano sobre ella para evitar que la abriera, y se detuvo frente a mí, su mirada desafiante chocando con la mía. Había un destello de algo más en sus ojos, algo que no pude descifrar completamente.

—Oh, estás tan decidida a hacerlo todo sola, ¿verdad? Eres como un toro furioso, Emma. Impulsiva, terca, aunque debo reconocer que tienes una determinación que no deja de sorprenderme —comentó con cierta mezcla de sorpresa y algo que parecía ser admiración, aunque su expresión aún estaba cargada de su típico desdén.

La mención de su sorpresa me tomó desprevenida, pero no dejé que eso alterara mi firmeza.

—No necesito tu aprobación ni tu sorpresa, Maxwell. Lo que necesito es encontrar respuestas y justicia para mi padre. Y si eso significa que debo hacerlo sola, lo haré —dije con firmeza, sin apartar mi mirada desafiante de la suya.

Hubo un instante de silencio tenso entre nosotros, como si ambos estuviéramos midiendo nuestras palabras y acciones. Finalmente, Maxwell suspiró, pareciendo resignado.

Maxwell, en cambio, me miró con una mezcla de rabia y sorpresa, mientras llevaba una mano a su boca y otra a su entrepierna.

—¿Qué carajo estás haciendo? ¿Te volviste loca? —inquirió apretando los dientes, al mismo tiempo,

Cerré los ojos y respiré profundamente, tratando de calmar mi corazón acelerado. Decidí alejarme de la situación, dispuesta a dejar atrás ese ambiente tenso.

—¡No! Solo quiero que te mantengas alejado de mí, métete en la cabeza que no tienes control sobre mí o sobre lo que hago —repliqué, luchando por recuperar mi entereza y firmeza.

Dicho eso, abrí la puerta y salí corriendo, dispuesta a poner la mayor distancia entre nosotros, mientras mi corazón parecía una locomotora descarrilada, palpitando con fuerza en mi pecho a punto de caerse. Mientras mi mente estaba sumida en una nebulosa de emociones y pensamientos, no sabía si debía enojarme o sentirme vulnerada por su acción.

Corrí al exterior con toda la fuerza que podía, sintiendo la turbulencia de emociones en mi interior. Mis pensamientos estaban en desorden y necesitaba tiempo para reflexionar sobre eso que acababa de sentir. Sin embargo, una cosa estaba clara: la interacción con Maxwell había llevado nuestra relación a un terreno completamente inesperado y desconocido para mí.

Mientras me alejaba de la casa, la brisa fresca me golpeó el rostro, trayendo consigo un poco de alivio y claridad. Justo en ese momento repicó el teléfono.

“Buenas tardes, señorita Leyton, le llamó del centro de salud donde está hospitalizado su padre, debe venir urgentemente " expresó la voz masculina al otro lado de la línea, para segundos después cortó la llamada, sin dar ninguna explicación, para segundos después dejarme sumida en un caos emocional al imaginarme miles de escenarios en mi interior, pensando en que le había ocurrido a mi padre.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN