CASADA CON EL SUEGRO DE MI EX. ATERRIZAJE EN EL CORAZÓN romance Capítulo 82

Thalía Kontos

La enfermera que había llevado a los guardias palideció e intento defender su postura frente a Zachary mientras la otra lo revisaba.

—Pero señor, el doctor ha ordenado que la señora se retire de la habitación, no puede quedarse aquí—objetó la mujer.

—Entonces, llame al médico… y dígale que a mi mujer… nadie la quita de mi lado —pronunció con firmeza.

—Déjenla estar, no la saquen —ordenó la otra enfermera, mirando a Zachary—. ¡Esto es un milagro!

Con esa exclamación salió corriendo a buscar el médico, mientras que la otra salía asustada por la actitud de Zachary.

Entretanto, él me miró con una sonrisa y una expresión de adoración en su mirada.

—Yo no soy… mentiroso —pronunció con firmeza, aunque con voz débil.

Yo me aferré a su mano con ternura y asombro, sintiendo una mezcla de esperanza y sorpresa ante su súbita reacción.

—Ahora no lo eres… porque has despertado… ¿Estás bien? —pregunté, apenas conteniendo el alivio y la emoción.

Él asintió levemente, con un destello de determinación en sus ojos.

—No te dejaré sola… Thalía. Estaré contigo hasta que los dos seamos viejitos, aunque yo más que tú —pronunció con su voz un poco temblorosa—. Lo prometo.

Aunque estaba débil, cada palabra estaba cargada de determinación. Sus ojos se cerraron nuevamente, visiblemente agotados por el esfuerzo. Respiró profundamente, luchando por mantenerse consciente.

—¿Me vas a volver a dejar? —interrogué asustada.

—No… solo necesito descansar un momento… nunca vas a librarte de mí.

Él se quedó dormido y enseguida llegó el médico.

—Señorita, debe salir para revisarlo —me pidió, pero yo no quería hacerlo.

Para mí alivio, la enfermera salió en mi defensa.

—Doctor, creo que va a tener que revisarlo con ella aquí, porque hace un momento cuando el señor se despertó, lo hizo porque los guardias intentaron sacarla, por lo que vi, él es sobre protector con su esposa y la quiere allí justo donde está.

El médico a regañadientes aceptó mi sugerencia, y comenzó a revisarlo, mientras yo permanecí a un lado.

Segundos después emitió un suspiro de sorpresa.

—Esto es increíble, ¿Cómo pudo salir del estado crítico en que estaba? —preguntó y la enfermera, que fue por él, se sonrió y mientras hablaba me miraba con complicidad.

—Se sorprendería lo que puede hacer el amor con una fuerte determinación —expresó la mujer.

Mientras todo esto pasaba, yo no podía evitar los latidos acelerados de mi corazón, golpeteando con violencia en mi pecho. Es que la sensación de tenerlo junto a mí, de sentir su mano apretando la mía, me llenó de una extraña, pero reconfortante sensación de esperanza.

Supe que Zachary estaba luchando, estaba ahí, me escuchó y no me dejaría, verlo despertar fue como si un rayo de luz atravesara la oscuridad que me envolvía.

Al acercarnos vimos a mi padre y a mis hermanos abrazados entre ellos y llorando, por un momento sentí mi mundo detenerse, pensando en que mi hermano, había muerto, pero luego al llegar junto a ellos los vi sonreír.

—¿Qué ocurre? ¿Cómo está mi hermano? —interrogué preocupada.

—Despertó, ¡Está bien! ¡Mi hijo está fuera de peligro! —exclamó emocionado mi padre.

Mi madre y yo nos abrazamos felices, sin poder contener nuestra emoción.

—¿Y, cómo fue? —preguntó mi madre.

—Thalía entró a verlo y le puso un ultimátum, eso fue lo que nos dijo una de las enfermeras —dijo mi padre—, esa muchachita es de armas tomar… yo al principio no la quería, porque pensé que era culpable del accidente de Zachary, y también, porque la veía muy débil, se ve tan frágil, pero así y todo con ese tamaño, manda a mi hijo, ese que nunca se ha dejado mandar por nadie en la vida, ni siquiera por nosotros que somos sus padres.

—Es que ella después de todo tiene los genes de Alexis, su padre —pronuncié orgullosa, aunque para irritarlo, porque mi padre odiaba a mi esposo.

—No me recuerdes eso, y no me hables, es un hombre terco, por allí lo vi salir, le pregunté a dónde iba y me dijo que iba a arreglar algo que debió hacer mucho tiempo atrás —respondió.

—Papá, no debiste haberlo dejado ir solo, sabes que está herido, convaleciente y que tiene enemigos ¿Por qué no puedes entender que si a ese hombre le pasa algo yo sufriría con él? ¿Por qué te cuesta entender que amo a Alexis Kontos? Yo perdoné, borré el pasado, quedó atrás y ahora me di una oportunidad de seguir adelante ¿Acaso no puedes perdonarlo tú también? —espeté con vehemencia,

Nuestras miradas se encontraron, por un momento nos sostuvimos la mirada, ninguno de los dos, la apartó, hasta que finalmente mi padre fue el primero en ceder.

—Definitivamente, de mis hijos eres tú la que siempre terminas haciendo lo que quieres, lo siento Tarah, no quiero molestarte, pero es difícil para un padre perdonar las faltas en contra de nuestros hijos, sin embargo, por ese mismo amor, estoy dispuesto a darle una tregua a Alexis —se disculpó mi padre, apaciguando un poco la situación—, solo te advierto, que si te vuelve a hacer daño, no sé en qué rincón del mundo se va a meter, porque lo alcanzaré y se lo haré pagar.

Al oír las palabras de mi padre, lo abracé sintiendo alivio de que por fin aceptara a Alexis, sin embargo, no pude evitar sentir esa sensación de peligro que me atravesó como un viento frío por toda mi columna vertebral, erizando mi piel.

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