Lissa Kempless
Estaba sorprendida con lo que había leído ¿Quién era ese tal Massimo?, vi la fecha y las cartas estaban fechadas diez meses antes de mí nacimientos, la duda y la curiosidad se despertó en mí ¿Qué tenía que ver este señor conmigo? ¿Acaso mi madre engañaba a mi padre? ¿O tenía esa relación ante de involucrarse con mi padre?
Seguí revisando el álbum de fotos, y me di cuenta de que había más cartas de amor entre mi madre y un hombre llamado Massimo. Las palabras llenas de amor y promesas entre ellos me dejaron atónita.
Las palabras expresaban un amor profundo y una promesa de matrimonio con Massimo. Eso contradecía todo lo que creía saber sobre mi origen.
—¿Qué es todo esto? —murmuré para mí misma, sintiendo una mezcla de emociones confusas: incredulidad, shock y una necesidad urgente de respuestas.
Vi en las fotografías, y había cuatro hombres, uno era mi padre, otro era el padre de Alexis, los otros dos no sabía quiénes eran y cuatro mujeres, una la identifiqué como mi madre, mi tía Marieh, la madre de Alexis y otra mujer que no conocía.
Cada nuevo descubrimiento me dejaba peor, no sé si era lo correcto, pero decidí guardar las fotografías y cartas en mi bolso, porque evidente que había mucho más sobre mi madre y mi origen de lo que se me había dicho y yo quería conocer la verdad.
Por un momento me debatí entre hablar con mi tía Marieh, o ir a conversar con Alexis, o quizás pudiera hacer las dos cosas.
Deje las cartas y las fotografías guardadas en mi bolso a excepción de una que la metía en el bolsillo de mi chaqueta y decidí salir de la habitación a hablar con mi tía.
Caminé a la cocina y allí la encontré, estaba cocinando, como siempre me miró con una sonrisa cariñosa.
—¿Quieres un vaso de jugo de fresas? —preguntó y yo asentí.
No tardó mucho tiempo en servírmelo, me quedé viéndola y por primera vez lo hice con desconfianza, sin embargo, no fui lo suficientemente cuidadosa, al parecer ella se dio cuenta de mi actitud y frunció el ceño.
—Lissa ¿Ocurre algo? ¿Por qué me estás mirando de esa manera? —preguntó y allí me di cuenta que debía simular mi molestia.
—Lo siento tía no es nada, solo estaba pensativa, extrañando a mi madre, a pesar de no haberla conocido, no hay un solo día en que piense cómo sería mi vida con ella a mi lado —suspiré con impotencia—, es que es difícil para mí haberme criado sin ella, mi padre aunque me ha querido y consentido, siempre ha sido muy estricto conmigo, me estaba preguntando ¿Si él se comportaba de esa manera cuando vivía mi madre? Me gustaría saber la versión romántica de la historia de ellos ¿Cómo se enamoraron? ¿Cuándo decidieron casarse? Es extraño, pero no tengo ninguna fotografía de su boda, de ellos juntos, es como si nunca hubieran tenido una relación sentimental, es que si no existiera yo, pensaría que nunca tuvieron nada.
De pronto mi tía comenzó a toser, me imagino que tratando de disimular su reacción ante mis palabras. A pesar de su intento por mantener la compostura, pude notar un destello de incomodidad en sus ojos.
—Lissa, querida, entiendo que tengas preguntas sobre tu madre y tu padre, pero a veces las cosas no son como parecen. Tu madre y tu padre tuvieron una relación hermosa... llena de amor y complicidad —dijo mi tía con voz suave, aunque parecía que algo la perturbaba—. Desafortunadamente, no tengo fotografías de esa época, pero su amor era algo especial… te lo aseguro.
Su respuesta no hizo más que aumentar mi confusión. ¿Cómo podía su versión coincidir con lo que estaba viendo en esas cartas y fotografías? Las palabras llenas de amor entre mi madre y Massimo no encajaban con la imagen que mi tía intentaba pintar sobre la relación de mis padres.
—Tía, es extraño. Encontré unas cosas de mi madre y allí había unas cartas de amor que ella le escribía a un hombre llamado Massimo —dije, midiendo cada palabra para ver su reacción.
La expresión en el rostro de mi tía cambió instantáneamente. Sus ojos se ensancharon ligeramente, y un destello de sorpresa y nerviosismo cruzó por su semblante. Tragó saliva antes de hablar.
—Lissa, cariño, hay cosas que... es mejor dejarlas en el pasado. Esas cartas podrían ser malinterpretadas, a veces las personas se expresan de maneras que podrían confundir a los demás… o pueden ser enamoramientos de adolescentes que al crecer no son lo mismo —respondió con una voz que intentaba transmitir calma, pero con un dejo de tensión.
Sus evasivas y el tono de urgencia en sus palabras solo aumentaron mi determinación. Sabía que había algo más, y estaba decidida a descubrirlo. No importaba cuánto intentara mi tía ocultármelo, necesitaba conocer la verdad sobre mi madre y mi origen y nadie lo iba a impedir.
Maxwell Crane
Aunque no me gustó mucho la idea que Emma me echara de su lado y en su lugar se fuera con Donato, decidí hacerle caso, me dirigí al auto, pero en vez de irme a mi apartamento decidí ir a la mansión de los Crane.
Cuando llegué vi estacionado al frente el auto de mi padre, por eso bajé de un salto de mi deportivo y me dirigí al interior.
—Mi niño, ¿Estás aquí? ¿Qué deseas comer? —me preguntó mi nana y yo negué con la cabeza.
—Hola, nana, no te preocupes, solo vengo a hablar con mi padre —le respondí besando su frente.
Sin perder ni un minuto más caminé a su despacho y abrí la puerta sin tocar, allí lo encontré con una copa en la mano y una fotografía, cuando me vio su rostro palideció, y dejó caer la fotografía de sus manos, me agaché a recogerla y no tuve duda que se trataba de la madre de Emma, porque su rostro era idéntico al suyo.
—A Emma no se lo quisiste contar, pero a mí sí me vas a decir la verdad de tu historia con su madre y las razones por las que quieres que me aleje de ella —tomé asiento enfrente de su escritorio y me cruce de brazos—, estoy esperando tú
versión de los hechos papá.
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