Vivían sonrió y dejó de hablar. La conmoción inicial se había disipado a medida que iba digiriendo lo que Jenny y Fabian acababan de decirle. Por fin conocía la identidad de la mujer que envidiaba, que no era otra que el primer amor de Finnick. No solo eso, sino que además la mujer ya estaba muerta. No importaba la verdad, ella había sacrificado su vida por Finnick. Era un hecho indiscutible.
Por fin, Vivían comprendió la razón por la que él tenía una expresión tan apenada cada vez que miraba aquel collar de cristal. Una vez había amado tanto a esa mujer, que murió quemada por su culpa y pereció en la edad en que estaba más guapa y en la que él más la amaba. En tales circunstancias, ¿cuántas personas serían capaces de dejar atrás el pasado?
Las emociones que Finnick estaba experimentando dentro de su corazón eran inimaginables para ella. Sufrir graves heridas en la pierna por el incidente del secuestro no fue nada comparado con perder al amor de su vida, que fue lo que de verdad le marcó. En cuanto a lo que Fabian y el resto dijeron sobre que había abandonado a Evelyn por su propia supervivencia, ella no se creyó ni una sola palabra.
Incluso si eso fue lo que ocurrió, ella confiaba en que debía tener sus razones para hacerlo. Tal vez eso sonara mucho a confiar ciegamente en alguien, pero de todos modos, siempre optaría por creerle a Finnick. Al fin y al cabo, él también le había creído con respecto al incidente ocurrido hace dos años. La confianza y la comprensión eran dos pilares importantes para todo matrimonio.
Además, Finnick ya había sufrido demasiado por aquel accidente de hacía diez años. ¿Cómo iba a soportar Vivían aumentar su dolor acusándole de ser un desalmado?
Cuando ambas terminaron su conversación, la mayoría de sus compañeros de trabajo de la empresa ya habían regresado del almuerzo. Las dos mujeres no se atrevieron a seguir hablando del tema y volvieron a sus puestos de trabajo, continuando con sus tareas. Después de un largo día, Vivían consiguió por fin terminar todos sus pendientes y se dispuso a marcharse.
Había recibido el mensaje de Molly por la tarde, diciéndole que ya se había contratado un cuidador para su madre. Sin embargo, Vivían decidió ir, ya que todavía estaba un poco preocupada. Solo después de asegurarse de que el cuidador era profesional y responsable, se sintió lo segura como para volver a la villa de Finnick.
Mientras tanto, en el Grupo Finnor, Finnick estudiaba en su despacho el nuevo modelo realizado. Justo en ese momento, se oyeron unos golpes en la puerta antes de que Noah entrara.
-Sr. Norton -se dirigió Noah a su jefe, mientras actuaba con cierta extrañeza-. Nos ha encargado que averigüemos sobre el hombre que violó a la señora Norton hace dos años y hemos hecho algunos progresos. Hemos comprobado todas las cámaras de vigilancia del hotel y todos los registros del mismo, pero no hemos descubierto nada fuera de lo normal. El único hallazgo digno de mención es un objeto que se dejó en la habitación.
Finnick dejó de escribir en su teclado y contestó con un tono frío:
-¿Cómo se ha deteriorado la eficiencia de su trabajo hasta ese nivel? Llevan tanto tiempo investigando y, sin embargo, ni siquiera pueden averiguar quién fue el hombre que lo hizo. Además, si han encontrado un objeto sospechoso en la habitación del hotel, ¿por qué no han investigado más a fondo? ¿Acaso tengo que hacerlo yo mismo?
-¿Estás seguro de que este pañuelo se encontró en la habitación del hotel?
Noah había sacado su propio pañuelo para limpiarse las gotas de sudor frío que se le habían formado en la frente.
-Sí, señor Norton. Por eso lo he traído aquí para que lo vea —respondió el asistente.
Finnick agarró con fuerza el pañuelo, tanto que el delicado trozo de tela ya estaba arrugado.
-¡Trae a Xavier aquí! -ordenó con los dientes apretados.
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