Vivían no pudo evitar girar la cabeza hacia un lado.
Cuando lo hizo, apareció el atractivo rostro de Finnick, que la sobresaltó por un momento. Desde ese ángulo, pudo ver lo largas y densas que eran las pestañas del hombre.
Además de sus ojos oscuros como la obsidiana, esos atractivos rasgos avergonzarían a cualquier chica, incluida ella.
Al observar lo atento que estaba al tratar su herida, Vivían no pudo evitar preguntar:
—Finnick, ¿puedo preguntarte algo?
Él siguió concentrado en aplicar la medicina y, sin levantar la cabeza, respondió:
-Adelante.
Vivían respiró hondo antes de preguntar: -En cuanto a la dueña de ese collar... ¿Es tu exnovia?
Finnick se congeló un momento antes de continuar con sus acciones y respondió:
-Sí.
Para sorpresa de Vivían, el hombre no parecía estar evitando el tema. Aunque se sintió un poco aliviada, no pudo evitar preguntar de nuevo:
-Te gusta mucho, ¿verdad?
Finnick levantó la vista despacio y se encontró con los ojos de Vivían. Sus ojos negros como el carbón parecían no tener fondo y ser insondables para ella. Solo pudo oírle decir con calma:
—Vivían, ¿por qué preguntas por esto?
Vivían se arrepintió de inmediato de haber hecho esa pregunta, ya que sentía que podía haber sobrepasado sus límites. Respondió despacio:
—Oh, no es nada. Solo me he dado cuenta de que siempre tienes una expresión triste cuando miras ese collar.
Los ojos de Finnick parpadearon antes de volver a bajar la mirada y continuar vendando su herida. Justo cuando pensó que él no quería seguir hablando del tema, siguió:
-La he defraudado.
Vivían se quedó aturdida durante unos segundos antes de volver a recobrar el sentido. ¿Quería decir que había defraudado a Evelyn? Sus palabras la hicieron sentir un escalofrío en la columna vertebral. «¿Podría ser que... de verdad había abandonado a Evelyn hace diez años? ¿Era por eso que sentía que la había defraudado?», pensó. «No. Eso es imposible».
Vivían sacudió la cabeza para despejar su mente y no respondió. Por lo tanto, la conversación terminó allí.
Mientras tanto, en la residencia de los Norton, el viejo Sr. Norton ya se había ido a la cama hace un rato, ya que los ancianos necesitaban más descanso. Sin embargo, Mark seguía en su estudio con otra persona que estaba encorvada frente a él. Como ese hombre estaba en las sombras, no se podía ver bien su rostro.
-Oh, hay algo más. Fabian no debe saber de esto.
Hubo un parpadeo en los ojos del otro hombre antes de responder:
-Claro.
—Ya puedes irte.
—Sí, Sr. Norton.
Al día siguiente, Vivían recibió un mensaje de Finnick poco después de llegar a la empresa en la que trabajaba. Le informaba de que se iba de viaje de negocios y le recordaba que debía cambiarse la venta y cuidarse mucho.
Vivían respondió:
-Lo haré.
Entonces, empezó a ocuparse con el trabajo. Como el plazo de entrega del nuevo número de la revista estaba cerca, todos en la oficina estaba en un estado frenético y trabajaban horas extras para cumplir con la fecha de entrega. Vivían fue de las últimas en salir y ya era más de medianoche. Por casualidad, se estaba celebrando un concierto en el estadio situado junto al edificio, lo que provocó malas condiciones de tráfico y fue casi imposible conseguir un taxi.
Por ello, todo el mundo discutía sobre la forma más eficaz de compartir el coche. Sin embargo, cuando los compañeros de trabajo de Vivían le pidieron su dirección, se quedó sin palabras.
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