Casado dela noche a la mañana romance Capítulo 364

Evelyn sonrió a Benedict.

—Mis padrinos me tratan muy bien. Canalizaron la atención por su hija fallecida en mí y me colmaron de gran amor. No te preocupes, Ben. Estoy bien —se lo aseguró y luego continuó—: Hace unos meses, cuando viajaba con mis amigos, me tropecé y me caí. Me golpeé la cabeza con un trozo de roca grande y me desmayé. Cuando me desperté, pude recordar mi identidad y mis recuerdos pasados volvieron a mí. Vine a buscarte sin pensarlo.

Echó una mirada a Finnick y luego inclinó la cabeza. Dijo en voz baja:

—Solo que... No esperaba...

Aunque su frase estaba incompleta, todos sabían lo que quería decir: Solo que no esperaba ver que ya estaba casado.

Finnick notó la pena y la impotencia en los ojos de Evelyn cuando lo miró. Se sintió un poco conmovido y rompió el silencio con indiferencia:

—Es bueno saber que ya estás bien.

Su tono era muy desenfadado y llano, como si estuviera hablando con un amigo al que hacía años que no veía, en lugar de con una exnovia.

Con solo una frase de Finnick y ninguna otra preocupación por su parte, a Evelyn le dolió el corazón. «Se rumorea que se ha olvidado de mí. ¿Es cierto que se ha enamorado de Vivian?», se preguntó. Dejando de lado sus propias emociones, se acercó a Vivian y se sentó junto a ella en el sofá. Dejó escapar una sonrisa incómoda antes de decir:

—Vivian, no he ocultado mi verdadera identidad a propósito. Cuando me enteré de que Finnick estaba casado, sentí mucha curiosidad por su mujer. Cuando tu editor jefe quiso entrevistarme, te nombré. Después de charlar contigo, creo que eres una gran persona y tenía muchas ganas de ser tu amiga. Tenía miedo de decirte quién era, por si ya no querías estar cerca de mí. No quiero perder a una amiga…

»Vivian, me caes muy bien. También creo que tú y Finnick hacen buena pareja. Si de verdad le gustas, les daré a ambos mi mayor bendición.

Agarrando la mano de Vivian, Evelyn pronunció cada palabra con cuidado:

»¿Podrías perdonarme, por favor?

Vivian forzó una sonrisa y sacudió la cabeza. Había estado soportando el dolor y la presión de su lesión en el pie. Como había pasado bastante tiempo sin recibir un tratamiento adecuado, había sufrido una fuerte hinchazón. El hecho de que llevara un par de tacones altos no ayudaba a aliviar su lesión. Todo sucedió en un caos. No podía andar descalza, así que no le quedó más remedio que ponerse el zapato. Como resultado, su pie se llenó de ampollas.

Finnick se fijó en sus heridas. Frunciendo el ceño, se apresuró a arrodillarse ante ella y le quitó el zapato con cuidado. En contraposición a los tiernos movimientos de sus manos, su rostro tenía un aspecto muy serio y severo, con un tinte de imperceptible culpa. Llamó al ayudante y le ordenó que llevara una palangana con agua caliente y una toalla.

Una vez que llegaron los artículos, escurrió la toalla que había sido empapada en agua caliente. Luego, limpió con cuidado la suciedad y las manchas de sangre. Al observar su pie, que tenía el doble de su tamaño habitual, y las llamativas manchas rojas, hervía de ira. «¡Esa gente!», pensó.

Tras una ronda de limpieza, utilizó una toalla seca para envolver su pie. Parándose, informó a los hermanos Morrison:

—Vamos a hacer un movimiento ahora.

Finnick se inclinó y llevó a Vivian hasta la puerta.