Zabdiel. . .
Mientras caminaba a atender los asuntos que reclamaban mi atención, no podía dejar de pensar en Isabella, esa hermosa rosa inglesa que poco a poco se ha ido metiendo en las profundidades de mi ser.
Nunca antes una mujer me había afectado de esta manera. Me preocupa haberla dejado a merced de Esquizbel, solo me queda confiar en que mi primo no cometa una estupidez que me obligue a tomar la decisión que he estado evitando.
La de exiliarlo, aunque eso genere revueltas en Norusakistan.
Si se le ocurre tocar a Isabella Stone, mi despreciable primo pagará las terribles consecuencias, y no puedo asegurar qué tan malas lleguen a ser.
-Señor- me informa uno de los asesores al trono de Norusakistan- debe atender asuntos de Estado, el Emir Rofellí, del emirato del norte ha dado una rueda de prensa asegurando que. . . que usted no podrá llevar las riendas de Norusakistan, él. . . él asegura Excelencia, que usted nos llevará a la ruina y que el pueblo de Norusakistan, debería buscar los medios de derrocarle.
-¡¿QUÉ?!- pregunto furioso sin dar crédito a mis oídos.
-Así es, Majestad. Además afirma que de tener oportunidad se hará de la corona de Norusakistan.
-Ahora resulta que medio mundo quiere ascender al trono que por derecho me corresponde- digo conteniendo la ira que bulle en mis venas- no cederé la corona, no me la arrebatarán, no me quitaran lo que por derecho es mío, y lo más importante; no defraudaré a mi padre- dijo lentamente y haciendo énfasis en cada una de sus palabras- Norusakistan prosperará de mi mano, cumpliré con mi compromiso como Soberano, no dejaré a mi pueblo a merced de las alimañas del desierto.
-Comprendo su posición Majestad, pero debe calmarse.
-¿Cómo pretende un emir pasar sobre mí?- frunzo mi ceño y mis labios- ¿es que acaso no conoce su posición?, ¿cree acaso que su emirato tiene más poder que mi país?, puede que en algún tiempo un emir fuese muy importante, pero en Norusakistan, El Jeque es la máxima autoridad y nadie cambiará eso.
-Majestad. . .
-Está equivocado si cree que le permitiré semejante afrenta- digo decidido.
-¿Qué quiere hacer, Excelencia?
-Combatir fuego con fuego, el emirato de Rofellí temblará ante la fuerza Norusakistana, nadie le falta el respeto a mi pueblo, ni a mi corona, ni a mi persona. Preparen una rueda de presa para dentro de quince minutos.
Isabella volvió agotada de la pequeña excursión, pensando en lo amable que había sido el primo del Jeque, había tomado muchísimas fotografías, sin duda alguna tendría mucho material para trabajar.
Naiara, la ayudo a prepararse para la cena, se preocupó en tener un lindo aspecto, pero se desilusionó cuándo notó la ausencia del Jeque. ¿serían aquellos asuntos tan serios como para retenerlo fuera de Palacio tanto tiempo?
Al final del día se fue a sus aposentos entristecida porque no había visto al Jeque, ese hombre la atraía en la que ningún hombre le había atraído antes, enloquecía sus sentidos, causando arrebatos con cada beso, con cada caricia. Siempre que los besos culminan, la dejaba temblorosa y ansiando mucho más. Suspiró con pesadez, no sería fácil marcharse de Norusakistan, los ojos del Jeque, sus besos, su boca, la perseguirían el resto de su vida sin importar a dónde fuese.
Así que se acostó y se durmió después de dar miles de vueltas en la cama.
Isabella tenía un dulce sueño, dónde El Jeque la acariciaba, su corazón latía con violencia, se despertó agitada, pero su sorpresa fue mayor.
El Jeque en persona estaba sentado al borde de su cama, contemplándola dormir, envuelto en una hermosa túnica azul cielo con dorado.
Rayos, ¿Por qué tenía que ser tan sexy?
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