(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 14

-¡Majestad!. . . señorita Stone- Esquizbel Mubarack, se puso en pie cuando la pareja llegaba al salón que cumplía funciones de recibidor. Él se veía alto, orgulloso y extrañamente serio, ella se veía increíblemente hermosa, sus ojos tenían ese extraño brillo que no había visto antes.

-Señor Mubarack- comenzó Isabella- qué gusto volver a verle.

-El placer es todo mío- le aseguró él, con una encantadora sonrisa.

-¿Qué te trae a Palacio?- la voz del Jeque, era ronca, profunda y demostraba claramente que no estaba complacido con la presencia de su primo.

-He venido a saber de la señorita Stone- le aseguró- fui yo quien le encontró en el desierto, hasta que El Príncipe, decidió traerla acá con usted, Majestad- el tono burlón con el que se refería a él cuando le llamaba Majestad, comenzaba a irritarle y eso era extraño ya que el actual Jeque era conocido por ser lleno de una paciencia envidiable.

-Bien, sentémonos- ofreció El Jeque y ambos obedecieronen silencio.  El Soberano se encargó de pedir aperitivos para acompañar la conversación.

-Debo suponer que está usted muy cómoda en palacio, señorita- le dedicó una radiante sonrisa que no hizo más que aumentar su ya enorme atractivo.

-Supone bien, señor. Su Excelencia, ha sido muy amable y generoso, Norusakistan es un hermoso país.

-Muy hermoso, con grandes riquezas y hermosa gente. Por cierto Excelencia, he escuchado la desafortunada notica de lo que ha acontecido con las hijas de Raffá- Zabdiel, lo miró frunciendo el ceño. Sabía que muchos rebeldes y bárbaros, apoyaban a Esquizbel, él los había convencido de que sería un buen soberano y los había llenado de falsas promesas.

-Muy lamentable, pero se solucionó de la mejor manera posible- le respondió cortante.

-Aunque yo considero- intervino Isabella- que ha sido terrible para todas las chicas, es indignante para la población femenina de la nación, ser tratadas como un trozo de carne. Es insólito e insultante- dijo irritada sin detenerse, ni privarse en ningún momento de expresar su opinión.

-Costumbres Norusakistanas, señorita- le dijo con una extraña sonrisa.

-Costumbres toscas y primitivas según mí pensar- respondió firme y sin siquiera bajar la mirada.

-Pero costumbres al fin. Es difícil desarraigar esas cosas- le aseguró Esquizbel- los Norusakistanes, somos gente muy cultural- Isabella, respondió con un sonoro suspiro.

-¿Vive usted lejos, señor?- cambió el tema de manera radical. 

-No tanto como algunos quisieran- Zabdiel, contrajo la mandíbula, si su primo insistía en molestarle terminaría echándolo de Palacio, sin que le importaran las consecuencias- tengo una casa respetable y vivo muy bien. Mi padre se encargó de dejarme en una posición cómoda.

-Es agradable saberlo porq. . .

-Excelencia- Nazir, irrumpía en la sala con rostro muy serio.

-Adelante, Nazir- le instó.

-Lamento interrumpirle Majestad, pero han llegado informes, sobre algunos asuntos que debería atender- Zabdiel, le miró con ceño fruncido, luego miró a su primo y por último a Isabella, no le hacia ninguna gracia tener que dejarla en compañía de él.

-¿No le importaría?- preguntó animada con los ojos brillando de excitación.

-Para nada. Sería un completo placer para mí, señorita Stone, puedo ser tan buen guía como el mismísimo Jeque.- sonreía incrementando su enorme atractivo, parecía ser una sonrisa sincera.

-Fantástico- su voz llena de ilusión retumbó en el salón- iré por un sombrero para cubrir mi cabeza, luego podremos irnos.

-Eso suena maravilloso. Aquí le esperaré, señorita Stone.

Sonrió cuando la vio marcharse, era hermosa y aparentemente apasionada, así lo hacía ver ese brillo insistente en su mirada. Para él no había pasado desapercibidas las miradas entre ella y El Jeque, y tampoco la forma en la que él pronunció su nombre, con cierto toque de. . . intimidad.

Seguramente el imbécil de su primo se había fijado en Isabella Stone, seguramente comenzaba a considerar el hecho de casarse con ella y convertirla en Soberana de Norusakistan.

Pero no, no podía permitir aquello, debía idear un plan para evitar que sus propósitos de convertirse en el Soberano de Norusakistan fuesen arruinados.

Ni Zabdiel Alim Mubarack Maramara, ni Isabella Stone, se interpondrían entre él y el reinado de Norusakistan, subiría al trono a como dé lugar, aunque para ello tuviese que desaparecer a Isabella Stone y a cuanta mujer apareciera en la vida del Jeque, al menos hasta que transcurriera el tiempo adecuado para evitar el matrimonio y así seguir con sus planes de arrebatarle el trono de Norusakistan.

Él sería el Soberano, el nuevo Soberano y de eso no cabía duda.

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