(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 17

 

-Me torturas mujer. . . - le dijo con voz enronquecida por el deseo. 

Isabella, no supo qué responder. Con manos ágiles lo despojó de su túnica y la arrojó al suelo. Sus ojos verdes como el jade brillaron al contemplar aquel maravilloso cuerpo, las féminas manos lo recorrerieron y él se estremeció nuevamente al tacto.

Las manos del Jeque, acarician las piernas de Isabella, ascienden por sus muslos, se detiene con parsimonia pero pronto comienzan su ascenso de nuevo, Isabella tiembla y gime, comenzando a perder el control sobre sus sentidos. Aquella mano acaricia su delicado seno y ella siente que se desmayará. No se puede sentir tanto placer y seguir una vida normal, cuándo el oprime su erecto pezón, Isabella se retuerce arqueando su espalda, su pequeño grito hace que el Jeque se detenga.

Con una maldición interna, detiene sus caricias y se desploma junto a Isabella, quién tiembla y le mira confundida, su corazón late con violencia, y su cuerpo pide más, mucho más de esa adrenalina que la hiso sentir increíblemente viva. 

-Yo. . . - Ella no sabía que decir. No sabía si había hecho algo mal, algo que lo había hecho detenerse.

-Lo siento Isabella, no puedo. . . no así.

-Pero. . .No se está a provechando de mi, Excelencia. . . yo también lo deseo. - declaró temblorosa, ya sin poder ocultar el deseo que pedía a gritos ser aplacado.

Zabdiel, depositó un tierno beso en sus labios. Se acomodó en la cama, recostado la espalda en las tupidas almohadas y arrastro a Isabella junto a él. 

-Quiero hacer las cosas bien, Isabella- le anunció. 

-Yo. . . no comprendo qué hice mal.

-Nada. . . de hecho lo hacías demasiado bien- le dijo con una pícara sonrisa que la hizo ruborizar.

-¿Y entonces?- preguntó con timidez.

-Representas mucho para mi, Isabella- su corazón dio un vuelco- no quiero tomarte como si fueses cualquier mujer, eres más que eso. Mucho más- ella se había quedado en silencio sin saber muy bien qué responder, temía haber malinterpretado las palabras del Jeque. Acomodó su cabeza en el amplio pecho del Jeque.

-¿Qué. . . qué quiere decir exactamente?

-No te veo como una mujer pasajera en mi vida- sus oscuros ojos llamearon- eres más que eso. Si tu así lo decides pudieras convertirte en el centro de mi vida- Isabella, dejó de respirar por unos instantes. No, no podía ser lo que ella se estaba imaginando.

-No comprendo. No quiere. . . no quiere. . .pues. . . 

-Lo quiero, lo anhelo con desesperación absoluta, mi cuerpo lo pide a gritos, mi piel te llama con desesperación, Isabella.

¿Había escuchado bien?

-Yo. . .- no sabía ni que decir. Abrió la boca un par de veces y volvió a cerrarla, estaba muy confundida.

-Sé que puede sorprenderte mi propuesta Isabella, pero quiero que sepas que no hay nada que desee más que me concedas la dicha de ser tu esposo.

-¿La dicha de ser mi esposo, Excelencia?- dijo con el ceño fruncido no podía creerse lo que escuchaba. En todo caso, la dicha sería suya, no de él- ¡Usted es rey de una nación!

-Lo soy- concedió- y sería plenamente dichoso si pudiese ser Soberano también en tu corazón- Isabella, tembló internamente, ¿podía ser un hombre tan maravilloso?- ¿es que acaso no puedes aceptarme?, ¿hay un hombre que te espera en el occidente?- quiso saber, una pequeña llama de celos se encendió en él. 

-¡No!- respondió apresuradamente- no es eso Majestad, es solo que. . . realmente me sorprende su propuesta. Yo soy solo una extranjera en sus tierras, no conozco su país, ni sus costumbres. . .

-Mis costumbres me permiten escoger esposa sin importar que pertenezcan al oriente o al occidente, el único requisito es que sea de corazón noble y digna de ser llamada; La Soberana.

-No creo que cumpla los requisitos- intentó contrarrestar pero El Jeque, no se lo permitió.

-Los cumples, Isabella, cumples los requisitos para la nación y cumples los requisitos para mí. Desde la primera vez que te ví sentí cosas desconocidas, me encanta perderme en la hermosa mirada de tus ojos verdes- le sonrió y le acarició la mejilla- me encanta cuando sonríes, amo esa cabellera con tonalidades tan fuertes como el mismísimo sol de Norusakistan. Tu boca me ínsita, tu piel me llama, tus ojos me tientan, tu espíritu me motiva, tu alma me ennoblece y tu corazón me enamora, Isabella Stone, espero no abrumarte con mis palabras, pero los Norusakistanes, somos hombres de sentimientos fuertes y profundos. Sé que eres la Soberana perfecta, sé que eres la mujer con la que quiero compartir mi vida; eres tú Isabella, nadie más que tú.

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