La fiesta de los mellizos por sus seis años se había tenido que adelantar, ya que nos iríamos a Estados Unidos el lunes.
Todo había sido tan apresurado que aún me costaba creerlo. Volvería. Volvería a ver a Sam, a los señores Lowel y a Maddie, y ni hablar de que volvería con él amor de mi vida, porque definitivamente Nicholas lo era. Justo ahora lo admiraba, estaba arriba del brincolín con nuestros hijos. Los cuatros tomados de la mano y brincando en círculos.
Estaba atardeciendo y la mayoría de los invitados se habían ido, solo quedábamos mi familia y unos pocos vecinos platicando con mi madre y hermano.
De pronto, Eli se suelta de su padre y baja corriendo del brincolín con dirección a la casa. Sigo su camino con mi mirada, encontrándome con un sonriente William agachado con los brazos abiertos para recibirla. Maxon imita la acción de su hermana y corre hacia Will, rodeándolo con sus bracitos.
Lo veo entregarles una bolsa de regalo a cada uno, le agradecen y ambos voltean a mirarme.
–Mami, ¿podemos abrirlos?
Dicen al unísono y yo me río.
–Claro, amores.
Ambos salen corriendo nuevamente hacia él brincolín y suben con Luca, los pierdo de vista cuando Will se pone de pie y me tapa la visión.
–Creí que ya no vendrías.
Él baja el rostro para mirarme.
–No me la perdería. Además, ellos no tienen la culpa de las malas decisiones de su madre.
Bromea, pero por mis ojos que lo quieren matar, sabe que ha pasado mis límites.
–¿Es una mala decisión querer mi felicidad y la de mis hijos por encima de tu amor?
–No...quise decir eso.
–Claro que sí lo querías. Ya habíamos hablado de esto Will, yo no puedo corresponderte como tú quieres. Nick es el padre de mis hijos y el hombre al que amo, punto. Mi amistad la tienes si aún la quieres pero es todo lo que te puedo ofrecer.
Él me dedica una sonrisa llena de tristeza y da unos pasos hasta llegar a mi, mira desafiante hacia algo en mi espalda y sé que es Nicholas más estoy a la espera de que diga algo en su defensa para que no lo mate en este instante. Pone su mano en mi nuca y acerca mi cabeza a la suya, me quedo atónita al ver que sus labios van a los míos, pero me congelo cuando los desvía y estos van a parar a mi frente, dándome un prolongado beso en esa zona.
–¿Iras al aeropuerto?
Se aleja de mi, me sonríe y acaricia mis mejillas sonrojadas.
–Porque te amo y porque quiero tu felicidad...te digo adiós, Lyssa.
Asiento cabizbaja.
–Estoy bien, solo un poco...
–¿Triste?
Alzo la mirada, el esta con sus ojos fijos en mi, mirándome atento, como si quisiera descifrar algo.
–Sí. Will es mi mejor amigo...o por lo menos lo era. Ahora no estoy tan segura de eso.
Lleva sus manos a mi rostro y con sus pulgares limpia unas lagrimas rebeldes que comenzaban a salir por mis ojos. Suspira y me mira con ternura.
–Él se lo pierde, preciosa. Él solo hecho de tenerte en la vida ya es mágico, tener tu amistad un milagro...yo fui bendecido al tener tu amor. Estoy seguro que va a recapacitar, solo necesita tiempo. Dáselo.
Asiento, dejándome hipnotizar por sus ojos y el movimiento de sus labios. Deseo besarlo, quizá si lo hago todo vuelva a estar bien...
Pongo mis pies en punta, elevándome hacia su rostro mientras él permanece tranquilo, mirando mi acción y esperando el impacto, pero cuando ve que éste tarda en llegar, pone sus brazos al rededor de mi cadera y me empuja hacia arriba, haciendo que por fin mis labios encuentren su maravilloso destino.
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