NO LLEVA TU MARCA.
Habían pasado tres días desde la pelea entre Cassian y Aylin, el alfa salía todas las mañanas antes de que saliera el sol y volvía a casa, casi al anochecer. Las pocas veces que habían estado en una misma habitación, no se dirigían la palabra.
En opinión de Aylin, su matrimonio era horrible. La única luz brillante al final del túnel era su padre, quien, según las sanadoras, se recuperaba poco a poco, sin embargo, no aún, no estaba consciente.
―Huele delicioso ―una voz demasiado conocida para Aylin, la sacó de sus pensamientos. ―¿Son galletas de avena?
Lyall, entró en la cocina con una sonrisa soñadora. A pesar de la advertencia de Cassian de mantenerse alejado, no lo hizo.
―Sí. ―Aylin sonrió y le dio una ―Es la receta de mamá, ¿recuerdas cuando las preparaba para nosotros? ―pregunto con voz ahogada. Aún le costaba aceptar la pérdida de su madre.
―Aylin… ―Lyall se acercó tratando de consolarla ―¿Por qué te condenaste a esto? ¿No hubiera sido más fácil volver con nosotros?
―¿Y dejar a mi padre? ―nego levemente ―No podría Lyall, mira como esta. Si lo hubiera dejado, lo más seguro es que… ―sus ojos se volvieron húmedos.
―Shh, no llores. ―susurro el beta, mientras le acomodaba el cabello detrás de su oreja ―Tienes razón, hiciste bien. Solo queda esperar que tu padre se recupere, para que podamos volver a casa.
Aylin se secó las lágrimas y se mordió el labio, dio un paso atrás recordando que, a pesar de todo, era una mujer comprometida. Además, no quería seguir dándole alas a Lyall, cuando en realidad ella únicamente lo veía como un amigo.
―Lyall… yo…
Pero antes de que pudiera decir algo, una voz cruda y fría se escuchó detrás de ellos.
―¿Qué demonios haces aquí?
Aylin giró rápidamente el rostro, solo para ver a Cassian y Lorcan caminando hacia ellos. El primero parecía que hubiera corrido un largo trayecto, su pecho subía y bajaba de forma desigual.
―Cassian ―dijo Aylin aclarándose la garganta ―Lyall, solo está preocupado…
Pero él siquiera la miró. Sus brazos estaban cruzados sobre su ancho pecho y sus pies estaban separados a la altura de los hombros.
―¿Te hice una pregunta? ―dijo con su mirada clavada en Lyall ―¿Quién te permitió entrar a mi casa, a mi cocina y de paso ponerle las manos encima a mi esposa? ―la palabra esposa salió como un gruñido, como si la dijera su lobo en vez de él.
Los ojos de Lyall buscaron a Aylin, quien ahora estaba avergonzada.
―Sé lo que dijiste ―el beta, volvió a mirar a Cassian ―Pero, Aylin es mi amiga, me preocupo por ella y no tiene nada de…
De repente la mano de Cassian se cerró alrededor de su cuello y sus ojos se volvieron furiosos, las aletas de su nariz se abrían y cerraban por su respiración acelerada.
―Mi compañera no necesita que te preocupes por ella ―Cassian le gruño, mientras que el agarre en su cuello se hacía cada vez más fuerte. Lyall comenzó a luchar por respirar ―Ella es mía.
La posesividad de Cassian molesto a Aylin, pero emocionó a Sharon, no obstante, ella no pensaba quedarse callada.
―¡Cassian, suéltalo! ¡Lo estás lastimando!
Pero el alfa ya estaba lo bastante molesto, como para tener que lidiar con su compañera. Así que no se molestó en mirarla, y, en cambio, le ordenó.
―Vete a tu habitación, Aylin.
―¿Qué?
―No me contradigas. ―gruño.
―Pues yo no soy un perro al que le puedes ordenar, Cassian. ―ella no iba a irse a ningún lado ―Suéltalo, mira cómo está. ¡Cassian, ¿me estás escuchando?!
El alfa mantenía los ojos fijos en el chico, su deseo interior le decía que era una amenaza y que debía sacarlo del camino. En ciertas ocasiones le costaba mantener bajo control su lado salvaje.
―Cassian… ―Aylin dio un paso hacia él, pero los ojos verdes llenos de furia se dirigieron hacia ella.
―Ve. a. tú. ha.bi.ta.ci.on.
Ella se quedó inmóvil viendo la ira fluir a través de él y por un momento sintió miedo. Es consciente de que Lyall no tendría oportunidad con Cassian y ella solo quiere evitar más pérdidas, así que no le quedó más opción que doblegarse.
―Por favor… ―susurro ―Solo suéltalo y me iré. ―sus ojos azules llenos de temor se clavaron en él ―Lo prometo, pero déjalo ir.
Algo dentro de Cassian se movió al ver el miedo en sus ojos, él no quería eso, no deseaba que ella le temiera. Su mano se aflojó lentamente y el cuerpo del beta cayó derrotado y aspirando aire. Aylin miró brevemente a su amigo y luego se dio la vuelta para salir de la cocina.
―Voy a decir esto por última vez, Lyall. ―Cassian se agachó y levantó su barbilla, su mirada era de una clara advertencia ―No vuelvas a venir nunca más a esta casa, Y te quiero lejos de ella.
Se puso de pie con intención de seguir a su esposa, pero las palabras de Lyall, lo hicieron detenerse.
―No eres su dueño ―dijo con voz firme ―Ella es libre de elegir a quien quiera.
Cassian se rio.
―Eso es lo que tú crees, ¿Qué parte de que estamos unidos no entiendes? ―dio un paso hacia él y entrecerró los ojos ―Soy más fuerte que tú, cachorro. No tienes oportunidad contra mí.
―Dices que es tuya, pero no lleva tu marca ―Lyall hundió el dedo en la herida y esto molesto a Cassian, tanto que su respiración pasó de cero a cien y sus ojos se tornaron de un furioso rojo ―Si fuera tuya como alardeas, ya la habrías marcado.
Los ojos de Lyall eran decididos.
―No eres mi dueño, Cassian. ―Sus palabras le recordaron lo que el beta le acababa de decir. ―Además, Lyall ha sido bueno conmigo, se quedó aquí, lejos de su hogar para acompañarme. ¡Estoy sola! ¡Me siento sola! Le debo…
―¡No le debes una m****a! Ese imbécil ni siquiera sería capaz de protegerte llegado el momento. ¿Crees que no sé qué tu tío lo dejó aquí como informante y que él se quedó porque le gustas? ¡No soy un imbécil Aylin y no me pidas que lo sea!
La rabia ahora se apoderó de ella, todo le llegó de golpe, la muerte de su madre, la salud de su padre, las acusaciones, su vida perdida. Ya no pudo más, necesitaba dejar salir todo lo que había estado guardando.
―Entonces si tan celoso estás, ¡¿por qué no me marcas de una vez?! ¡Hazlo y acabas con todo esto! Tú y yo sabemos lo que somos, nuestros lobos se reconocen. Hazlo y deja de comportarte como un maldito maniaco cuando otro lobo se me acerca. ―los ojos de Aylin dejaron caer lágrimas ―Estoy cansada de todo esto, muy cansada.
Retrocedió un paso y se abrazó a sí misma.
―Tú eres mi alma gemela ―lo miró con los labios temblando de dolor ―Lo supe desde el primer día que llegaste.
Cassian no podía moverse o hablar. Su cuerpo estaba entumecido, escucharla, aceptarlo… no estaba preparado para eso.
―Sé que sientes lo mismo, pero te niegas a aceptarlo ―sonrió con tristeza ― Y sé que es por la mujer que perdiste. No obstante, no voy a obligarte Cassian… ―su voz estaba cargada de dolor ―… pero si no vas a marcarme… ―su mirada se volvió decidida ―… entonces no te metas en mis asuntos y deja de atacar a los que me quieren.
―Aylin…
―Si lo que te preocupa es que te avergüence delante de todos. Puedes estar tranquilo, voy a respetar este matrimonio hasta el día que termine nuestro contrato.
Luego de decir esto camino hacia la puerta y la abrió.
―Ahora vete, quiero estar sola.
El alfa se quedó de pie mirándola, sin saber qué decir, pero en el fondo sabía que ella tenía razón. Todos tenían razón, incluso él lo sabía.
―Aylin…
―Vete por favor. ―su expresión era clara, no quería verlo. Cassian suspiro levemente y camino hacia la puerta. Se detuvo un segundo, antes de salir.
―Cuando estés más calmada, me gustaría que habláramos sobre tu padre.
Ella asintió y él salió, luego ella cerró la puerta con fuerza. Cassian se quedó de pie mirando a la nada, hasta que la voz de Lorcan lo sacó de su enredo.
―No vas a poder seguir controlándote por más tiempo.
―Sabes que no puedo…
―Eso solo es una excusa, porque tú y yo, sobre todo tu lobo, sabemos que Aylin es tu alma gemela. Así que deja de prolongarlo más, pasa la página y sigue tu destino.
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