LA PROFECÍA DEL VIDENTE.
En el mercado del pueblo, Aylin caminaba entre los puestos, observando los productos con curiosidad. De hecho, había muchas cosas que ella desconocía, habiendo pasado la mayor parte de su vida adulta en el mundo humano, hay ciertas cosas que ella todavía no conoce.
De repente, un anciano vestido con túnicas con extraños dibujos se acercó a ella. Sus ojos eran demasiado penetrantes y un aura mística lo envolvía.
―Hola, Aylin. He estado esperando mucho tiempo para finalmente verte.
Ella miró al extraño hombre y sus ojos se entrecerraron. Su cuerpo se tensó y trato de recordar si lo conocía alguna parte, no recordó haberlo visto nunca. Le pregunto cautelosa.
―¿Qui… quien eres? ¿Cómo sabes mi nombre?
El anciano adivino llamado Olzun sonrió enigmáticamente.
―Soy Ozlun, un antiguo vidente. Conocí a tu padre, a tu madre y por supuesto al antiguo alfa de esta manada.
Aylin frunció el ceño sin comprender por qué le decía eso. No creía que este hombre conociera a su familia, de ser así, ella lo recordaría.
―Mire…
―Hoy estoy aquí… porque he visto tu destino Aylin. Voy a revelarte una verdad que no puedes ignorar.
Ella miró al hombre un poco intrigada, retrocedió un paso y se cruzó de brazos.
―¿Así que sabe mi destino?
El anciano asintió.
―¿Y qué es lo que le dice su bola de cristal? ―se burló.
Olzum la miró un momento y sus ojos cambiaron a un brillante morado. Aylin se sorprendió por completo, nunca había visto a un lobo tener los ojos de ese color.
―Tú… tú…
―Harías bien en creer Aylin, existen cosas que no puedes ver… pero eso no quiere decir que no suceda.
El corazón de la loba latió con fuerza, en ese momento deseaba estar lejos de ese hombre extraño, sin embargo, su cuerpo parecía no responder. En el fondo, también tenía curiosidad por lo que iba a decir.
―Bien, hable de una vez… ¿Qué es lo que vio en mi futuro?
El anciano negó levemente.
―No se trata de tu futuro… sino de tu destino. ―sus ojos púrpuras se fijaron en ella ― Dentro de ti fluye una energía especial, una energía poderosa y eso pequeña Aylin… es deseado por seres muy peligrosos.
Aylin tragó un poco y continúo escuchando.
―Eres la elegida para salvar esta manada de su extinción. No puedes huir de eso, ni de…
―¡¿Qué?! ¿De qué está hablando?
―La manada necesita a alguien como tú, pero a su debido tiempo esa energía fluirá. Tienes un gran deber por delante, Aylin.
―No. Creo que está en un error. Además, yo no creo en esas cosas.
―No hay error en los designios de los dioses. Pero entiendo que puede ser difícil de aceptar. Solo recuerda mis palabras cuando llegue el momento.
Aylin frunció el ceño incrédula ante las palabras del vidente. Sacudió la cabeza con desdén y trató de marcharse enojada, pensando que se trataba de un charlatán. Ella no iba a creer que alguien predeciría su destino y mucho menos que ella tenga un papel tan importante en el futuro de la manada. Sin embargo, una pequeña semilla de duda se plantó en su mente.
Cuando estaba a punto de pasar a su lado, el anciano habló de nuevo.
―Otra cosa ―dijo con voz solemne ―Cassian es tu destino. Está escrito en las estrellas y en las profundidades de tu ser. No importa cuanto trates de huir, no podrás cambiarlo. Él será parte de tu vida, para bien… o para mal.
Las palabras del hombre la abrumaron y empezó a retroceder lentamente.
―¡Estás loco! Tú… tú vete.
Aylin se dio la vuelta y comenzó a caminar con prisa a casa, de repente se detuvo y miró hacia atrás. El anciano ya no estaba. Frunció las cejas y se preguntó si había algo más detrás de las palabras de ese hombre loco.
Cuando llegó a la mansión su estado de ánimo no había mejorado, nada más entró a la sala, se encontró con los hermosos ojos verdes de su marido. Su estado de ánimo mejoró.
―Hola, cariño. ―dijo y le dio un beso.
Cassian la atrajo a sus brazos cuando ella iba a apartarse y la besó de nuevo, solo que el beso fue diferente al que ella le dio.
―Así es como debes besar a tu marido.
Las mejillas de Aylin se sonrojaron, aunque pasaran mil años, siempre que estuviera delante de él, sucedería. Sus ojos se encontraron con un pequeño bolso y ella preguntó curiosa.
―¿Y eso?
El alfa acomodo su cabello y apretó los labios antes de responder.
―Voy a estar fuera unos días.
―¡¿Te vas?!
―Si cariño, tengo un asunto importante que resolver.
―¿Y si lo logra?
―No. Ellos aceptaron el trato y firmaron ese acuerdo, mientras no intervengan en los territorios de los demás, no serán atacados y podrán vivir según sus locas costumbres.
Todo el mundo sabía que los McConnal, eran lobos primitivos, no se adaptaron a la tecnología y pretendían vivir a la antigua usanza. Incluso el alfa de la manada tenía su harén personal. Se negaban a evolucionar y por supuesto, las otras manadas no tenían problema con eso, siempre y cuando se mantuvieran a raya y en sus territorios.
―Cassian… ten cuidado. ―dijo preocupada.
―Voy a estar bien ―la beso otra vez ―Y prometo que cuando regrese, tendremos una segunda luna de miel.
Aylin se echó a reír y le rodeó el cuello con los brazos y susurró.
―Estaré esperando ansiosa… mi alfa.
Después de despedirse de Aylin, Cassian subió al todoterreno, llegar a las tierras de los desadaptados le tomaría un día y medio, dejó el bolso y fue en busca de Lorcan, lo había enviado por algunas cosas para el camino.
Estaba a punto de entrar en un callejón, cuando Olzum apareció frente al envuelto en su aura misteriosa. El alfa no se sorprendió y, en cambio, le dio una sonrisa.
El viejo vidente había sido un buen amigo de su hermano, lo había ayudado en muchas de sus batallas, por lo que Alaric lo tenía en gran estima.
―Cuanto tiempo si verte, Olzun ―el alfa miró al anciano con respeto ―¿Has venido por tus provisiones?
El anciano caminó lentamente con ayuda de su bastón y lo miró a los ojos.
―Tu hermano ha sido asesinado y sé que en tu corazón anhelas castigar al responsable… ―negó con la cabeza ―Pero debes tener cuidado, Cassian. No todo lo que se muestra ante tus ojos es verdad. Sigue tu corazón y no permitas que las apariencias nublen tu mente o podrías terminar perdiendo lo que más amas.
Cassian le dio una mirada confundido.
―No entiendo, ¿sabes quién es el culpable?
―No me corresponde decírtelo directamente, los dioses no todo el tiempo hablan con claridad. Pero no lo olvides, no todo es lo que parece. Confía en tu corazón y sigue tu intuición. Sólo entonces, descubrirás la verdad.
El alfa se agitó de inmediato y dio un paso hacia él.
―¿Quién es el responsable? ¡Necesito saberlo!
―Lo siento, no puedo decirte más.
De repente, Olzun desapareció en una nube de humo. Y Cassian corrió hacia ella como si de alguna manera pudiera detenerlo.
―¡Espera!
Ahora estaba solo en el callejón, con la mente llena de preguntas y la determinación de encontrar las respuestas.
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