SIETE DÍAS DE AMOR.
Aylin había decidido tomar un baño después de ayudar a Leila en la cocina, se podría decir que el motivo de su baño era sentirse sucia, pero en realidad se debía a la necesidad que sentía por Cassian. Después de su encuentro en el bosque y luego en la casa, parece haber abierto una puerta directo a la lujuria. Y cómo no sentirse atraída por un hombre como Cassian.
Se le escapó un gemido mientras frotaba sus rodillas aplicando presión al creciente dolor entre sus piernas. La imagen de la boca de Cassian entre sus muslos aparece en su mente, lo que la obliga a deslizar su mano por su vientre hasta llegar a su centro. Aunque no era una experta de alguna forma aprendería y comenzó a masajearse el clítoris imaginando la lengua de su marido.
Su cuerpo sensible se estremece con el contacto y de inmediato, Aylin utiliza su otra mano para masajear sus senos. Con su mente creando fantasías de su marido y sus manos llevándola a la ola de placer que necesitaba, no se percató de la persona que estaba parada en la puerta.
Un susurro ahogado salió de sus labios.
―¡Joder! Voy a tardar en borrar esto de mi memoria, Aylin.
―¿Cassian? ―ella abrió los ojos como platos en cuanto escuchó su voz.
―¿Llamaste, nena?
El alfa ya estaba caminando hacia ella.
―¿Cu… cuánto tiempo llevas allí?
―Lo suficiente como para que mi polla esté a punto de explotar, Aylin. ―sonrió.
Las mejillas de Aylin se volvieron peor que un tomate, su marido acababa de encontrarla masturbándose por él. Sin embargo, a pesar de la vergüenza, su cuerpo aún sigue caliente y necesitado y el dolor se vuelve más fuerte al punto del dolor.
―Creo que necesitas mi ayuda ―Cassian susurró mientras introducía su mano dentro del agua.
Aylin observó cómo sus ojos se llenaban de brillo y escaneaban su cuerpo con avidez.
―Yo…
―No te atrevas. ―dijo serio. ―Mi lobo está sediento, nena. ―su mano acarició lentamente la piel resbaladiza de su muslo ―Y estoy seguro de que lo que menos quieres es que me vaya. Sé todo el dolor que estás sintiendo mi amor.
―¿Lo… lo sientes?
―Cada maldito segundo ―Cassian gruño y su mano presionó su centro ―Mi lobo está entrando en celo. No pensé que fuera tan rápido, pero pasó.
Aylin comprendió por qué había estado excitada más de lo normal.
―¿Qué vas a hacer? ―pregunto mordiéndose el labio.
―Primero voy a ayudarte y luego, tú y yo no saldremos de esta habitación por siete días.
Ella gimió ante la idea.
―¿No… no te necesitarán?
―Lorcan puede encargarse ―sonrió ―Ahora voy a ayudarte, mi amor.
Cassian la tomó en brazos y la llevó a la cama. La dejó con cuidado y luego se arrodilló delante de ella y entre sus piernas.
―Abre los ojos y mira ―ordeno.
Aylin obedeció y vio la mirada abrasadora de su esposo y un segundo después una lengua muy experta la hizo ver las estrellas.
―Ca… Cassian…
―Relájate y disfruta, mi amor. ―volvió a lamer ―Ya estoy aquí para calmarte.
SIETE DÍAS DESPUÉS…
Tal como prometió, Cassian tardó siete días en dejar ir a Aylin. La pobre moría de vergüenza cuando salió de la habitación, prácticamente parecían un par de presos, Leila procuraba llevar las tres comidas y dejarlas en la puerta.
―¿Qué harás hoy? ―le pregunto mientras terminaba de abrocharse la camisa.
―Lorcan quiere que lo acompañes a revisar algunos asuntos ―respondió mientras le besaba la nariz ―Pero estaré de vuelta temprano para almorzar. ¿Qué harás tú?
―Tenía pensado ver a papa… ―los ojos de Aylin se entristecieron ―Ya es para que hubiera despertado, ¿estás seguro de que no tiene alguna maldición o algo?
―Cielo, tu papá fue herido con plata y eso nos debilita muchísimo ―él trató de darle ánimo ―Tienes que ser paciente, ¿de acuerdo? Yo también quiero que mi suegro despierte.
Ella lo miró fijamente.
―¿Para interrogarlo?
―No. ―sonrió ―Quiero pedirle oficialmente la mano de su hija.
A ella le resultó inevitable no sonreír soñadora, sus ojos se volvieron brillantes y cargados de amor.
―Estoy segura de que te diría que sí.
―¿Lo crees?
―Nunca le gustó mucho Logan ―ella dijo despreocupada sin percatarse del ceño fruncido de su marido.
Las manos de Cassian apretaron la fotografía.
―Lorcan, a veces quisiera no ser tu amigo, ¿sabías?
―¿Por qué? Soy leal.
―Pero entrometido. ―gruño.
―Huy qué sensible.
―¿Cómo está la manada?
―Todo marcha bien, no hay novedades sobre tu suegro, el hombre parece la bella durmiente. Sus heridas sanaron, sin embargo, aún no hay señales de que despierte ―el beta suspiro ―Y en cuanto a Logan, no estoy seguro, pero es probable que haya huido a las tierras de los salvajes.
Las cejas de Cassian se fruncieron.
―¿Los McConnal?
―Sí. Esos malditos locos son los únicos capaces de recibirlo.
Un pensamiento inquietante cruzó la mente de Cassian y de un momento a otro se decidió a terminar con todo de una buena vez. La sospecha cada vez era más fuerte dentro de él, sabía que algo no encajaba en la versión de la muerte de su hermano y es tiempo de que descubra la verdad.
Cassian dejó la fotografía sobre el escritorio y miró a su amigo.
―Tú y yo haremos un viaje.
―¿Un viaje? ¿A dónde?
El alfa se puso de pie y sus dedos tamborilearon sobre la oscura madera.
―A las tierras de los McConnal. ―su mirada era una mezcla de dolor y determinación. ―Es momento de que Logan me diga que fue lo que realmente pasó.
―¿Crees que te lo dirá así como así?
―Lo hará ―Cassian se preparó mentalmente para lo que pudiera encontrar ―De alguna manera u otra lo hará.
Rodeó el escritorio y caminó hacia la puerta, antes de salir, le ordenó a su amigo.
―Ve a prepararte, salimos en una hora.
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