EL INICIO DE UNA GUERRA FRÍA
Al día siguiente, Lorcan entró en el estudio de Cassian y lo encontró bebiendo una copa de hidromiel.
―¿Es muy temprano para beber, no crees?
El alfa levantó la vista y lo miró con un semblante de mal humor. Parecía no haber dormido bien y su rostro estaba marcado por la preocupación.
―No me importa ―gruño.
El beta sintió pena por su amigo, ya que sabe que todo lo que está pasando es a causa de su mala decisión. Jalo la silla y tomó asiento frente a él.
―¿Qué te dijo Aylin? ―lo miro serio, pero dada su cara estaba seguro de que nada bueno ―Por tu rostro, estoy seguro de que no se lo tomó muy bien.
Cassian siguió mirando su vaso y recordó la manera en que su mujer lo había rechazado. Eso sólo aumentó su mal humor.
―Se cambió de habitación ―dijo entre dientes.
Lorcan negó levemente con la cabeza y lo miró preocupado.
―¿Lo ves? ―dijo con un tono de reproche ―Te dije que era una mala idea. Cassian, todo esto es demasiado extraño. Ruth aparece de la nada y tú te vas de bruces sin investigar. Al menos averigua si lo que dice es cierto.
El alfa frunció el ceño, sabiendo que Lorcan tenía razón.
―Lo sé… ―admitió con un suspiro ―… pero no puedo evitar sentir esta conexión con ella. Yo… únicamente quiero protegerla.
El amigo rodó los ojos.
―Y si sigues con esa estupidez, vas a perder a tu esposa. ―se recostó en la silla ―Protégela, de otra manera, no tienes por qué dejarla vivir aquí.
Cassian se bebió el resto de trago y dejó el vaso con demasiada fuerza sobre el escritorio.
―Lo haré… Aylin me exigió que la saque de la casa.
Los labios de Lorcan se alzaron en una sonrisa divertida.
―Definitivamente, me gusta la cuñada, sí que sabe defender su posición. Y yo que en un principio la creí débil.
Cassian entrecerró los ojos lanzando dagas a su amigo.
―¿Qué? ¿Por qué me miras así? Todo esto es tu culpa, te lo dije y no escuchaste. Ahora asume las consecuencias.
Los dos lobos caminaban por el pueblo cuando escucharon un alboroto. Risas y cachorros jugando llenaron sus oídos. Pero Cassian reconocía la dulce risa y de inmediato la busco, lo que vio lo hizo ver rojo.
Su mujer, Aylin, estaba jugando con los hijos de algunas lobas. Pero lo que hizo que su sangre hirviera fue el hecho de que Lyall, sostenía sus manos.
―Ahora, sí estás muerto, ¡infeliz! ―dijo iracundo.
Lorcan se percató de su expresión asesina y lo detuvo.
―Cassian, cálmate. ¿Qué vas a hacer?
El alfa respiraba agitado.
―¿Qué piensas? Voy a matarlo. ―respondió con determinación.
Y cuando estaba a punto de ir hacia ellos, Lorcan lo detuvo una vez más.
―¿Te importa mucho?
―Más que tú, si es lo que preguntas.
Los puños del alfa se apretaron cada vez más, sus ojos cambiaron de color y su sangre fluía demasiado rápido. Era cuestión de tiempo para que adoptara su forma animal.
―Ten cuidado con lo que dices, Aylin. Puede tener consecuencias.
Ella sonrió y dio un paso hacia él, lo miró a los ojos sin signos de titubeo.
―Eso aplica a ti, querido. Tú más que nadie debe saber que las acciones tienen consecuencias. ―de repente ella extendió su mano y acunó el rostro del alfa y para sorpresa de todos, la expresión animal de Cassian desapareció lentamente.
El alfa cerró los ojos disfrutando del toque de su compañera, cuando los volvió a abrir, estos habían regresado a su verde habitual.
―Así funcionan las cosas desde ahora alfa. ―Aylin se apartó y Cassian sintió el terrible dolor de la pérdida ―Ya que tú trajiste a tu ex. ¿Por qué yo no puedo hablar delante de todos con mi mejor amigo?
Se giró y Lyall ya se había puesto de pie, aunque su boca estaba sangrando todavía por el golpe.
―Me debes respeto, Aylin ―dijo con voz entrecortada. ―Soy tú…
―No. No eres solo mío. ―sus ojos se humedecieron y ella parpadeó para evitar que las lágrimas cayeran ―Desde ayer, tú mismo decidiste que no fuera así. Así que prepárate, porque esto es solo el inicio de una guerra fría.
Después de decir esto, miró a Lyall una última vez y luego pasó junto a ellos en dirección a la gran casa. Y Cassian estaba a punto de seguirla, pero se detuvo, miró a Lyall y le advirtió de nuevo.
―No vuelvas a tocarla.
Se dio la vuelta y fue tras su mujer.
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