LA VERDAD DE TODO.
Aylin se colocó un jean y unas botas que le permitieran caminar con comodidad. Se había colocado una chaqueta negra lo suficientemente gruesa para que la protegiera del frío, el invierno ya había llegado a Eversun. Leila había conseguido que Cassian le permitiera a Aylin pasear por el patio, quizás fue su cargo de conciencia lo que le llevó a aceptarlo, sin embargo, ordenó que uno de los hombres cuidara de ella.
Estaban en silencio y vigilantes mientras caminaban por el patio casi vacío. Aylin hizo una pausa inhalando el aire fresco de su tierra.
―Maldito frío ―se quejó el guardia, frotándose los brazos.
―Si quieres puedo encargarme ―dijo Leila ―Aylin quiere ir hasta el altar de la diosa para pedir por su padre.
―No. El alfa me pidió que la vigilara… si me voy…
―Tú no te preocupes ―insto Leila con una sonrisa amable ―Se que tienes frío, ve por algo para cubrirte y entonces puedes acompañarnos.
El lobo les dio una mirada cautelosa, pero después de un momento asintió.
―Está bien, regresaré en un momento, no se muevan de aquí.
Tanto Aylin como Leila asintieron y vieron al hombre alejarse, cuando estuvo lo suficientemente lejos. Caminaron con prisa hacia la cripta que se encontraba a poca distancia de allí.
―¿Estás segura? ―pregunto Leila por última vez.
―Sí, Leila. ―le dio un abrazo la mujer y atravesó la puerta que cambiaría su destino.
El viento fuera de la cripta se hacía cada vez más fuerte, Aylin caminó con pasos rápidos cuando vio que algo plateado se movía en el aire y Lyall se giró con una sonrisa.
―Ya era hora ―afirmo dando un paso hacia ella y tendiéndole la mano.
Aylin siguió dentro, sosteniendo una antorcha para iluminar el camino. El pasadizo conducía a un túnel que salía de la montaña. Sin perder el tiempo, sabiendo que solo era cuestión de tiempo para que Cassian descubriera que se había ido, avanzó detrás de su amigo.
―Ve delante de mí, Aylin ―ordeno Lyall. ―Si sucede algo, seguirá el camino, ¿de acuerdo?
Ella le dio una mirada asustada. Pero el hombre repitió.
―¿De acuerdo?
―Sí. ―asintió con la cabeza.
Cuando salieron del túnel, Lyall abrió su mochila y sacó un recipiente, y se lo entregó a Aylin.
―¿Qué es esto?
―Es una mezcla de aceites, lo necesitarás para que Cassian no rastree tu olor.
Aylin asintió y comenzó a dispersarlo sobre su cuerpo.
―¿Cuántos días crees que estaremos en el bosque? ―pregunto ella mientras luchaba por controlar los latidos erráticos de su corazón.
―Como mucho, un día, ya he llamado a Sebastián. Estará aquí lo más rápido que pueda.
―¿Sebastián? ―Aylin hizo un esfuerzo por recordar dónde había escuchado el nombre.
―Sí, es un buen amigo. Mi tío es el beta de su manada, estoy seguro de que nos ayudará.
De repente, Aylin recordó dónde había escuchado el nombre. Sebastián Storm, era un alfa exiliado por su propia manada, había vencido a su hermano menor en un desafío, pero se había rehusado a matarlo. Sin embargo, le dejó un gran recuerdo en su pierna derecha, haciendo que le resultara imposible transformarse nuevamente.
Se decía que Sebastián era un lobo cruel y amargado. Se había vuelto así después de que su prometida huyera de su compromiso con otro lobo, al parecer ella le había quitado la posibilidad de subir al trono como alfa de la manada «Lobo rojo».
―¿Estás seguro de que nos ayudará? A decir verdad… ―Aylin no estaba muy contenta de tener que estar junto al alfa más sanguinario de los tres reinos.
―No te preocupes, Sebastián no es como lo pintan. ―Lyall sonrió ―Y… no vamos a quedarnos aquí, sino en el mundo humano, así le resultará imposible a Cassian encontrarte, ¿no es eso lo que quieres?
Ella no respondió por un momento, no iba a mentir, dolía. Pero ahora lo único que importaba era su hijo, no correría el riesgo de perderlo también.
―Sí. Eso es lo que quiero.
El alfa se giró hacia él, con sus dientes afilados y sus garras afuera.
―¿Cómo se atreve a dejarme? ¡¿Cómo puede haberme abandonado?!
El beta se acercó con cautela y puso una mano en su hombro.
―Puede que lo que tengo que decir me cueste la vida, pero… ella tenía sus razones. La presionaste demasiado Cassian, ahora estás viviendo las consecuencias.
El alfa gruñó y se alejó de él.
―No. No puedo soportar la idea de que esté lejos de mí y con ese… Además, podría estar en peligro en cualquier momento.
Lorcan asintió comprensivamente.
―Lo sé. Pero también sabes que ella es una loba fuerte e inteligente. Si alguien puede cuidarse a sí misma, es ella.
Cassian se dejó caer en el sofá y se frotó la cara con las manos.
―¿Qué voy a hacer sin ella? No puedo liderar esta manada sin ella a mi lado. No puedo vivir sin ella, Lorcan. ¡La amo, m*****a sea, la amo!
Los ojos del alfa volvieron a su verde habitual, sin embargo, habían perdido su brillo. Ahora solo podías ver desolación y dolor.
Su amigo se sentó a su lado y puso una mano en su espalda.
―Primero tienes que calmarte y luego emprenderás una búsqueda. Te conozco, sé que no te quedarás de brazos cruzados.
―La necesito… ―murmuro mirando a un punto cualquiera ―… no puedo vivir sin ella, Lorcan. Estoy vacío, muerto en vida.
―Cassian, tienes que dejar esa actitud. Lo mejor será que descanses y mañana comenzaremos la búsqueda, no debe estar muy lejos.
El alfa asintió, sintiendo dolor en su pecho. Incluso había tratado de comunicarse con ella, pero nunca obtuvo una respuesta. Sabía que no podía cambiar lo que había pasado, sin embargo, se negaba a perderla.
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