CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX. romance Capítulo 62

VOLVER A VERLO.

Spencer White entró en la oficina de Cassian con una sonrisa en los labios. Sin embargo, los ojos asesinos del alfa se clavaron en él.

―Dijiste que enviarías la información ayer por la noche.

―Pues… ―tomo asiento frente a Cassian y deslizó la carpeta hacia él ―Conseguir información sobre Aylin Fox no es fácil. La chica sabe cómo resguardarse.

El alfa no volvió a mirarlo, en cambio, sus ojos taladraron la carpeta frente a él, tenía miedo de saber lo que había dentro. Su amigo e investigador, Spencer, se burló.

―¿Qué? ¿Miedoso?

Cassian lanzo un gruñido en su dirección.

―De todas maneras, lo que encontrarás allí serán fotos ―se rió y se señaló la cabeza ―La información importante está aquí.

El alfa suspiro profundamente y se recostó en su silla, miró al hombre delante de él y lo instó a que hablara.

―Habla.

―Bueno, esperaba que al menos me invitaras un whisky, pero veo que estás de mala. Y te entiendo, que tu mujer te ponga los cuernos, es…

De repente un golpe resonó en la habitación, Spencer miró la abolladura en la pulida madera del escritorio.

―Sí, mejor hablo de una vez ―dijo nervioso.

Los ojos de Cassian miraban entrecerrados al hombre delante de él y por un momento se preguntó si no sería tan malo romperle el cuello. Se dijo que sí, además, que lo necesitaría para casos futuros.

―Date prisa, Spencer. No tengo todo el día.

El hombre se ajustó las gafas y comenzó.

―Aylin Fox, vive… ―miro nervioso a Cassian y le pidió a la diosa para que no descargara su enojo en él ―… vive con Sebastián Storm. Por lo que averigüé, es la señora de la casa. Aunque no se ha confirmado si están casados.

Las sienes de Cassian palpitaron cuando escucho esto, las aletas de su nariz se abrieron y cerraron por el enojo. El hombre tragó saliva y continuó.

―Sale poco y si lo hace es con él. El hombre la cuida demasiado, tiene hombres custodiando la propiedad y…

―¿Y qué? ―gruño Cassian.

―Y también… cuidan al niño.

El cuerpo del alfa se congeló, podría jurar que su corazón dejó de latir en ese momento. La palabra ‘hijo’ se repitió en su mente como un eco.

―¿Hi…hijo?

―Sí, ella tiene un niño. Aproximadamente de dos a tres años.

«¿Hijo? ¿Tuvo un hijo con ese infeliz?»

Las manos de Cassian se cerraron y sus nudillos crujieron por la fuerza contenida.

―El pequeño aún no va a la escuela, pero asumo que recibirá educación en casa. Sebastián es el tipo de hombre que no se permitirá poner en riesgo a quienes ama. Lo que me dijeron mis informantes es que él se porta muy bien con ellos, en especial con el niño, lo sobreprotege y lo consiente. En cuanto a Aylin… es lo mismo, salidas nocturnas, regalos, viajes en familia…

Las palabras del investigador se perdieron, Cassian solo podía pensar en una cosa. «Ella tenía un hijo» recordó las veces que le dijo que deseaba formar una gran familia, tener muchos cachorritos corriendo por la casa y haciendo travesuras.

Ahora ella había comenzado a cumplir ese sueño, pero sí él. Otro hombre, otro lobo, estaba ocupando el lugar que por derecho le pertenecía.

Con los ojos llenos de dolor y rabia, abrió la carpeta y miró las fotos, esto solo sirvió para empeorar la situación. Eran fotografías de Aylin y Sebastián, en todas sonreía, en todas se veía hermosa, joven y feliz. Y en todas, también estaba él, Sebastián Storm, el hombre que se había adueñado de la que debió ser su familia.

Siguió pasando las fotografías y frunció las cejas cuando no encontró la del pequeño, miró a Spencer con ferocidad.

―¿Dónde está el niño?

―Lo lamento, pero como te dije, el niño está bien resguardado. No pude obtener fotografías de él.

Cassian volvió a mirar las fotografías y sus ojos se clavaron en la mano que Sebastián tenía sobre la cintura de su mujer. Parecía querer taladrarla en ese mismo instante.

―¿Y qué vas a hacer? Ella es tu esposa, ¿no?

―Muchas gracias por tus servicios, Spencer. ―lo despacho sin tacto. El hombre alzó una ceja y torció los labios.

―Solo trataba de darte un consejo, además, no te he dicho lo más importante.

Ahora el hombre obtuvo toda la atención de Cassian.

―¿Dónde? ―pregunto sin rodeos.

―Tiene un estudio de ballet, da clases tres días a la semana, por las tardes.―Spencer deslizó un papel sobre el escritorio. Cassian lo tomó y leyó la dirección. ―Y casualmente hoy es uno de esos días.

― ¿Quieres huir de nuevo, Aylin? ―pregunto con una calma fingida. Volver a verla luego de cuatro años de dolor y soledad, lo hacían desearla y odiarla con igual intensidad. ― ¿Es esto lo que has estado haciendo todo este tiempo? ¿Por esto me abandonaste?

La cercanía de ambos despertó la necesidad en sus lobos, y si Aylin creyó que su vínculo se había deshecho durante todo este tiempo, se equivocó, porque fue igual de intenso, como la primera vez que lo vio. Su loba rugió de emoción y necesidad y reconoció al lobo de Cassian.

«¿Por qué?», se preguntó.

Se suponía que su verdadera compañera había regresado y que ella, ya no era relevante en su vida. «¿Por qué estaba allí? ¿Había estado buscándola durante todo ese tiempo?»

Alejo todas esas preguntas de su mente y se llenó de valor, ya ella, no era su pareja, su contrato había terminado y ahora podía ser libre.

―Lo que hago o dejo de hacer, no es tu problema, Cassian. Ya tienes a tu verdadera luna, ¿Qué haces aquí?

Él, en cambio, se rio, extendió una mano y agarró un mechón de su cabello ahora castaño.

― ¿Castaño? ―pregunto con un ligero toque burlón ―Me gustas rubia.

Ella apartó su mano con brusquedad y respondió con sarcasmo.

―Recuerdo que dijiste que te gustaban las morenas.

―Mis gustos han cambiado, Aylin. ―su mano se posó en su cuello y lo apretó ligeramente. Para luego, inclinar su nariz y aspirar su aroma. El lobo dentro de Cassian rugió de satisfacción, era como estar nuevamente en casa.

Sin embargo, ella no pensaba lo mismo.

―S-u-e-l-t-a-m-e ―gruño, mirándolo con sus ojos azules llenos de desdén.

― ¿Estás segura de que quieres que lo haga? ―pregunto y su otra mano bajo a través de su cadera, para acunar sus nalgas y pegarla a él. ―Puedo sentir los latidos erráticos de tu corazón, puedo sentir la sangre fluir a través de tus venas ―Aylin ahogo un gemido al sentir su miembro duro presionando su vientre ―Se que ardes de deseo por mí.

Ella quería refutar sus palabras, pero no podía, porque después de todo él tenía razón. Aun si lastimo, su vínculo seguía intacto como el primer día.

Apretó las manos con fuerza y se obligó a controlarse.

― ¿Qué es lo que quieres de mí? ―pregunto tratando de sonar lo más calmada posible.

Cassian la pego más a la pared y le hizo saber su excitación. Acuno su rostro y la miro fijamente a los ojos. Sus ojos verdes estaban llenos de determinación y claramente no iban a aceptar un no por respuesta.

―Quiero que vuelvas ―susurro sobre sus labios ― Volverás a casa Aylin, volverás a mi lado y a mi cama.

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