SOY SU MUJER (II)
Aylin se soltó como pudo y apartó la cabeza de Cassian que se había deslizado sobre su pecho. Pero el hombre no hizo caso omiso a sus reclamos.
―Déjame ir, Cassian… ¡Eres un lunático!
Ella lo golpeo, lo regaño, pero el alfa se mostraba indiferente, era como si estuviera poseído por su anhelo hacia ella. No fue hasta que Aylin sintió su erección presionarse en su vientre, que lo agarró del cabello con fuerza y lo apartó.
El alfa se sorprendió por el movimiento y miró a la mujer que le lanzaba dardos envenenados.
―¡Desgraciado! ¡¿Qué derecho tienes para hacerme esto?! ¡No soy Ruth!
Las pupilas del alfa se encogieron repentinamente y una mirada complicada se formó en sus ojos. Estaba a punto de decir algo cuando ella lo interrumpió.
―No quiero volver a verte, Cassian.
Aylin lo empujó con todas sus fuerzas, sosteniéndose la blusa rasgada, para ese momento sus lágrimas mojaban sus mejillas, y cuando estaba a punto de ir hacia la salida, se volvió y le dijo.
―No puedo hacer nada si te quedas en este mundo… ―se secó las lágrimas con brusquedad ―… pero si te exijo que me dejes en paz. No vuelvas a buscarme.
Se dio la vuelta y salió a toda prisa hacia su auto, en el trayecto ni siquiera se molestó en mirar a Lorcan y los hombres que lo acompañaban.
Dentro del estudio, Cassian se apoyó contra la pared de una manera algo decadente y extendió una mano para cubrirse el rostro, luciendo melancólico y solo.
«¡Eres un imbécil, Cassian Blackwood! ¡Un imbécil!»
Cada noche durante los últimos cuatro años ha pasado noches recordándola, extrañándola, deseando volver a verla. Y ahora que finalmente sucede, actúa de esa manera.
«Definitivamente, perdiste la cabeza, Cassian. Y lo arruinaste todo»
Se apartó de la pared y estaba a punto de salir cuando vio un pequeño juguete tirado en el suelo, era un pequeño tren.
Sus cejas se fruncieron cuando lo vio y de pronto, como si un rayo lo atravesara, recordó al niño. Se había dejado llevar por su anhelo que ni siquiera le mencionó el hecho de que se había convertido en madre.
«Un hijo»
La amargura se apoderó nuevamente de su corazón y su cara se volvió cruel.
«Le diste un hijo»
El pensamiento dolía más que cualquier cosa.
[…]
Cuando Aylin se estacionó frente a la mansión de Sebastián fue cuando se permitió salir el aire que había estado conteniendo. Durante todo el trayecto condujo asustada, temerosa de que Cassian la siguiera, pero afortunadamente no vio ningún auto sospechoso.
Dejó escapar un sollozo y recostó la cabeza en el asiento. Las lágrimas bañaron su rostro. Pensó que nunca más lloraría, pensó que él nunca más la afectaría fácilmente.
Fue una tonta al subestimar demasiado a su corazón.
Aylin miró su camisa rasgada y vio las pequeñas huellas dejadas por él, sintió vergüenza de sí misma, porque por un momento se había dejado llevar por su estúpido instinto y su vínculo, que hasta hace un momento penso se había roto en ese entonces.
Ella solo quería deshacerse de él por completo, vivir una vida pacífica junto a su pequeño. Pero ahora él ha vuelto a trastocar su mundo y ponerlo de cabeza.
―¿Por qué? ¿Por qué estás buscándome?
Ya un poco más calmada abrió la puerta del auto y salió. Esperaba que Sebastián estuviera en casa, había llegado el momento de hablarle de su pasado. Nada más abrió la puerta, un par de bracitos se abrieron en su dirección.
Su pequeño bebe corría emocionado hacia ella.
―¡Mami!
Aylin ajustó sus emociones y le sonrió.
―Mi bebe, ¿me extrañaste?
―Mucho, mami. ―el pequeño Rowan rodeo el cuello de su madre y de repente las aletas de su nariz se abrieron y comenzó a aspirar. Apartó la carita y le dio una mirada curiosa ―Hueles a papá.
Aylin se congeló en el sitio. Miró a su hijo estupefacta y se preguntó si tenía el don de la visión y ella aún no lo sabía.
―¿Qué… qué dijiste?
―Que hueles a papa. ―el chiquillo se mostró calmado, ni eufórico y tampoco temeroso ― ¿Es un lobo poderoso?
Ella abrió y cerró los labios sin saber qué decir.
«¿Cómo su hijo sabía que había estado con su padre biológico? ¿Es que un cachorro podía saberlo? Tengo que hacer una cita con el Dr. Cris» , se dijo mentalmente.
―Cariño… ¿Por qué no vas a jugar un rato? Mamá, tiene que hablar con el tío Sebastián.
El pequeño Rowan hizo un puchero y asintió. Tenía cuatro años, pero era totalmente diferente a un niño humano de esa edad. Siendo un cachorro de lobo, su cuerpo era más robusto y musculoso. Sus caninos, eran más largos y además, gruñía mientras dormía y en ocasiones, como esta, sus ojos cambiaban del verde habitual, a un rojo brillante.
―¿Era papá? ―pregunto una última vez.
―Lo hablaremos después, ¿vale?
El chiquillo asintió y se fue corriendo al jardín. Había un lindo conejo que se negaba a ser su amigo, pero planeaba convencerlo.
Después de que su hijo se fuera, Aylin subió corriendo las escaleras, entró a su habitación y se cambió. No pensaba hablar con Sebastián con la blusa hecha un desastre. Una vez que estuvo presentable, fue al estudio y llamó a la puerta.
―Pasa. ―el lobo, ya sabía que se trataba de ella. Pero fue cuando entró que percibió un aroma diferente, el aroma de otro lobo y además un alfa.
Sorprendentemente, no hubo cambios en él, más que la preocupación. Sin duda era algo demasiado extraño en Aylin. A lo largo de los años nunca había olido a otro lobo macho y definitivamente este era poderoso. Quería escuchar lo que tenía que decir.
―Hola ―dijo casi susurrante y con la mirada baja ―¿Estás ocupado? Necesito que hablemos.
―Pero no debí…
―Hiciste lo correcto ―afirmo y le secó las lágrimas ―Así se mantendrá lejos.
―No. ―ella negó a toda prisa ―No lo va a hacer, lo conozco y si sabe de Rowan… ¡Por la diosa! Me lo quitará, Sebastián. Lo hará, estoy segura.
―Hey, hey… tienes que calmarte, ¿de acuerdo? ―el alfa dijo un poco severo ―Es tu hijo en primer lugar y en segundo, ¿menciono al niño?
Aylin negó con la cabeza.
―Entonces puede que no lo sepa. Sabes cuán discretos hemos sido con Rowan.
―No… sé que lo descubrirá ―Aylin estaba en pánico ―Sebastián… yo… es que debí decírtelo antes. ―se apartó de él y se abrazó a sí misma ―El padre de mi hijo… es Cassian Blackwood.
«Cassian Blackwood…»
La mención del nombre se reprodujo como un eco en la cabeza de Sebastián. De repente, sus cejas se fruncieron y sus ojos ahora amarillos se clavaron en Aylin.
―¿Cassian Blackwood?
―Sí… lo.. lamento, de verdad. Yo…
El alfa se giró y golpeó levemente el escritorio. Sus manos se convirtieron en puños y Aylin fue consciente de su enojo.
―Si no quieres tener problemas, lo entenderé. Lo mejor es que me mude, Sebastián, perdóname, pero tuve miedo.
El hombre siguió sin contestar a sus palabras, su respiración se volvió agitada, pero se calmó gradualmente. Cuando su enojo desapareció, miró a la mujer delante de él.
―No irás a ninguna parte, vas a quedarte aquí.
―Pero…
―Sin peros Aylin. Me importa una m****a, que el padre de tu hijo sea Cassian. Huiste de él, lo que significa que no es bueno. Así que no pienso dejar que Rowan crezca a su lado y sea una versión suya. ―el alfa pareció darse cuenta de algo― Ahora sé de quién heredó lo autoritario.
Los ojos de Aylin brillaron esperanzados.
―Entonces… ¿Qué vamos a hacer?
―Yo me encargo, por lo pronto no salgas de casa y tampoco Rowan, ¿está claro?
Ella asintió con la cabeza.
Sebastián la miró un segundo y comprendió que debía decírselo, ya que tarde o temprano lo descubriría.
―Hay algo que debes saber ― espeto y la miró con total seriedad ―Cassian Blackwood, es mi nuevo socio.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: CONTRATO CON EL ALFA, EL TIO DE MI EX.