DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 12

—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? Por qué con una información recolectada en tan poco tiempo, no creo que sea de fuentes verificadas.

—¡Lo es! El investigador que contraté es el mejor, y lo primero que hizo fue buscar antecedentes judiciales y penales. Allí descubrió que la señora Vanesa de Grint ha estado dos veces en la cárcel, por cómplice de robo.

—Josué, explícate mejor. Primero me dices que está casada y ahora ¿qué ha estado en la cárcel acusada de robo?

—Si señora. Ella está casada desde hace 7 años, con el señor Joseph Grint, quién es un ladrón muy peligroso.

—Y si es tan peligroso, ¿por qué está suelto?

—Jamás se le ha podido comprobar nada.

—Josué, necesito que llames al investigador y que corrobore toda la información que me has dado. No quiero equivocaciones.

—¡Si señora! —Jazmine cuelga el teléfono, completamente fuera de sí. Observando a la mujer que dormía plácidamente en la mejor sala VIP del hospital que estaba siendo pagada por su hijo, los había estado engañando a su antojo. Con esto confirmaba el porqué ella repudiaba a los de baja clase. Pues no eran más que unos parásitos acostumbrados a estafar a los demás.

Sin ningún tipo de contemplación, y sin esperar a que Josué la volviera a llamar para confirmar la información, toma uno de los cojines que hay sobre el sofácama que está en la habitación y se lo lanza a la cara a Vanesa.

—¡Vamos... levántate! ¡Parásito inservible!

Vanesa que se despierta asustada por la almohada en su cara, y las palabras de Jazmine. Intenta entender qué pasa.

—¿Señora, qué le pasa? ¿Qué hace aquí? ¿Por qué me trata así? —Pregunta medio adormitada

—Por qué es hora de que cojas tus cosas y te largues de este lugar y de la vida de mi hijo para siempre.

—¿¡Qué!? ¡Está loca! Ahora mismo voy a llamar a Ares —Se estira hasta la mesita de noche para alcanzar su bolso, y Jazmine suelta una carcajada.

—Sí, y de paso también llamas a tu esposo, que es el que debería estar pagando por esta habitación, y respondiendo por el hijo que perdiste.

Vanesa se descompone de inmediato, dejando caer el teléfono de sus manos por la sorpresa. Una bruja como Jazmine Walton ha descubierto su secreto, y ahora ¿qué haría?

Jazmine, al ver la reacción de Vanesa, confirma que todo es verdad.

—Señora, por favor déjeme explicarle

—¡Ja!, ¿qué me vas a explicar? Qué eres una ladrona que se las arreglo de alguna manera para entrar a la vida de mi hijo y estafarlo. O que fingiste estar embarazada de él, mientras el delincuente de tu esposo salía a robar. Porque ese hijo no era de Ares, ¿cierto?

—No lo sé…

—¡Ja!, pero qué descarada, y así te atreviste a aceptar la prueba de paternidad… Dime una cosa, estando en semejante encrucijada. ¿De verdad querías tener ese bebé? Porque yo no me creo que te cayeras y lo perdieras.

Vanesa empieza a temblar al notar como a medida que habla Jazmine se va acercando.

—Señora… yo… —Guarda silencio

—Ni siquiera eres capaz de negar mis palabras. Solo quisiste aprovecharte de mi hijo, pero esto lo pagarás.

—No... —Empieza a llorar Vanesa. —Yo amo a Ares. ¡Se lo juro!

—No seas ridícula, ¿qué crees que Ares hará contigo si se entera de tu engaño?, ¿acaso no sabes lo despiadado que puede llegar a ser cuando se siente traicionado? —Vanesa baja la cabeza, muy asustada, llorando desconsolada —¡Ay! Límpiate esas lágrimas de cocodrilo que no te servirán de nada conmigo. —Jazmine saca de su bolso un bolígrafo y su chequera, y empieza a escribir guardando silencio. Luego arranca el cheque que acaba de llenar, y lo arroja sobre la cara de Vanesa.

—Ten. Eso será suficiente para que una mujerzuela como tú se largue de la vida de mi hijo hoy mismo.

—Señora... —Intenta refutar Vanesa sin observar la cantidad de dinero ofrecido por Jazmine.

—No quiero escucharte. Ya quítate la careta. No tienes que seguir fingiendo conmigo. Yo soy Jazmine Walton, una de las mujeres más poderosas de este país, si quisiera te destruiría como a una cucaracha por haberte burlado de mi hijo, sin embargo, no lo hago porque no puedo permitir que la reputación de mi familia termine afectada por una vagabunda como tú. Observa la suma, aprovéchala y desaparece hoy mismo de la vida de Ares.

Vanesa levanta el cheque y al ver la suma, queda gratamente sorprendida. Sin dudarlo, seca sus lágrimas y se dirige a Jazmine.

—¿Hoy?… No es tan fácil. Si me alejo de Ares, así como así, no dudará en buscarme. Usted lo conoce.

Jazmine, saca de su bolso unas gafas oscuras y se las coloca.

—Es por eso que antes de irte, buscarás la manera de romperle el corazón.

—¿Y cree que eso lo detendrá?

—Hay una cosa que mi hijo no perdona: La traición, y hay otra que jamás puede dejar: El orgullo. Si le haces creer que lo usaste te detestará, y si le haces creer que ya no lo quieres, le dolerá, pero no se humillará, él no es alguien que ruegue. Y tú te irás, y jamás dirás lo que aquí pasó, o me aseguraré de que tu propio esposo te mate por mí. —Se gira sobre sus tacones y sale de la habitación dejando a Vanesa con un escalofrío en el cuerpo, segura de que si no hace lo que le ha ordenado Jazmine, le irá muy mal, pues ella sabe que por ahora ha salido bien librada de esta situación. Jazmine, no es una mujer que de segundas oportunidades, y si le cuenta todo a Ares o decide vengarse por su cuenta, la vida de vanesa se podría convertir en un infierno. De todas maneras, su plan inicial era escapar, así que para ser descubierta, todo había salido demasiado bien para ella.

***

Las hermanas, luego de estar un rato en la empresa, concuerdan en irse a casa, pues están muy afectadas por lo sucedido, pero antes, Aurora decide dejar con la secretaria de Ares, el anillo causante de todo este drama.

—Podría por favor entregárselo al señor, Ares, y decirle que realmente me disculpo por todo.

Unos minutos después, Ares llega dispuesto a averiguar la verdad.

Al llegar a casa, Eloise, les pregunta por qué Adriana está en casa tan temprano, pero no obtiene más que un saludo cordial de parte de Aurora, y ambas se van a su habitación.

Aurora se encierra en su habitación para seguir orando, y Adriana lo hace para lamentarse de lo sucedido. Muy arrepentida y sin entender qué pasó, y por qué tuvo que actuar de esa manera. Recalcándose una y otra vez, que pudo reaccionar de forma diferente y evitar semejante tragedia.

Luego de un par de horas, Adriana se queda dormida, cansada de tanto llorar, hasta que su teléfono suena despertándola abruptamente. Es su secretaria.

—Maribel, ¡hola!, ¿qué pasa?

—Jefa, usted me dijo que no la molestara a menos que fuera urgente, y esto creo que es bastante grave.

—¿A qué te refieres? —Le pregunta Adriana, sintiendo una voz nerviosa al otro lado de la línea, y al mismo tiempo el sonido del timbre de la casa.

—El señor Ares la está buscando como loco. No dejaba de preguntar por usted y su hermana. Incluso entró a su oficina y puso todo patas arriba. Nunca lo había visto así, me dio mucho miedo… yo no sabía que hacer, al verlo tan alterado y le dije que ustedes se habían ido a su casa juntas.

Sorprendida y temblorosa, cuelga el teléfono sin darle chance a Maribel de que le siguiera explicando la situación.

—De seguro ya confirmó que yo soy la culpable. Maribel dijo que estaba fuera de sí. ¡Viene por mí!… Respira Adriana… No tienes por qué tener miedo. Nada fue intencional. —Se da ánimos ella misma.

Corre hacia la habitación de su hermana, para contarle que Ares viene, pero no la encuentra allí.

Baja a la sala, pensando que quizás está rezando el rosario como acostumbra en las tardes, pero solo se encuentra con su padre leyendo un libro.

—¡Papá!

—¡Oh, querida!, no sabía que estabas en casa…

—Llegué con Aurora hace un par de horas. Por cierto… ¿Sabes dónde está? La estoy buscando. Necesito hablar con ella.

—Pues tendrás que hacerlo más tarde. Ares vino y salieron juntos…

—¿¡Qué!?

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