Jacinta había decidido que necesitaba hablar con ese hombre, ¿quién sabe? Tal vez podrían resolver las cosas. No era fácil sentir tanta afinidad con alguien, y perder esa conexión podría significar esperar mucho tiempo para encontrar algo similar.
Mejor intentar con lo que tienes en frente, que soñar con un destino incierto.
Jacinta se armó de valor, dejó la canasta de verduras a un lado, se quitó el delantal y se preparó para salir.
Al ver a su madre dirigirse apresurada hacia la puerta, Jimena preguntó con curiosidad: "Mamá, ¿a dónde vas?"
Jacinta se detuvo bruscamente, su mirada se desvió nerviosa hacia Jimena y dijo: "Nos hemos quedado sin condimentos. Voy a comprar algo."
"¿Quieres que vaya yo? Tú sigue cocinando", ofreció Martín, levantándose para salir.
Jacinta lo detuvo en seco, con un tono severo: "¡No hace falta! Yo iré. ¡Tú quédate sentado!"e2
Dicho esto, salió a grandes pasos, asegurándose de cerrar bien la puerta detrás de ella.
No quería que Jimena la viera merodeando afuera.
Una vez que Jacinta cerró la puerta, se giró para asegurarse de que estaba bien cerrada y que nadie en el interior podría ver lo que hacía en el pasillo. Entonces se dirigió rápidamente a la puerta de la casa de Orson y tocó el timbre.
Después de un minuto, la puerta se abrió.
Orson era un hombre alto y bien formado, vestido con una camisa color crema, pantalones negros y zapatos de cuero a juego. Tenía desabrochados los dos primeros botones de su camisa, lo que le daba un aire seductor y relajado, y sus ojos desprendían un encanto innato.
Jacinta se quedó impresionada al verlo; no era de extrañar que su hija se sintiera atraída por él.
Al ver a una mujer mayor desconocida en su puerta, Orson estuvo a la defensiva por un instante, pero luego la reconoció.
Era la madre de Jimena, a quien había visto una vez en la casa de su hija.
Viendo que él la miraba esperando que continuara, Jacinta fue directa al grano: “Cuando tú y mi hija estaban saliendo, fue porque se sentían atraídos el uno al otro, ¿verdad? Tenían sentimientos el uno por el otro.”
Orson se detuvo un momento, pensando si Jimena le había contado a su madre sobre su breve relación de hace tres años.
Habían salido, sí, pero solo por un día.
Orson asintió sin poder negarlo: "Sí."
En aquel tiempo, él y Jimena realmente tenían fuertes sentimientos el uno por el otro.
Jacinta asintió complacida: “Ahora que han terminado, es solo porque ella tiene dos hijos y tú no puedes aceptarlo.”
Orson frunció el ceño: “¿Qué has dicho?”
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...