Elia dirigió su mirada hacia la fuente del sonido y vio a Maximiliano, vestido con un elegante traje de color azul zafiro, entrar en la sala.
Sus sienes, entremezcladas de negro y blanco, mostraban las marcas del tiempo sobre su rostro, ligeramente marcado por la experiencia, y en su mano sostenía un bastón que le ayudaba a caminar con cierta dificultad.
Pero el aura de magnate que emanaba de su persona era inconfundible y demandaba atención.
Al ver a Maximiliano entrar bajo las miradas de todos, Elia se sorprendió y su respiración se tensó ligeramente.
Cuando Maximiliano llegó, el corazón de Elia se agitó involuntariamente.
"¡Papá! ¿Cómo has venido?" Cecilia se apresuró a recibirlo, intentando tomar del brazo a Maximiliano.
Él le respondió con un leve asentimiento y, esquivando el gesto de Cecilia de enlazar su brazo, se dirigió directamente hacia el podio.e2
La efusividad de Cecilia quedó en el aire, y un sentimiento de decepción se apoderó de ella. Siguiendo la dirección en la que Maximiliano se dirigía, vio cómo subía las escaleras del podio, apoyándose en su bastón y moviéndose con dificultad hacia donde estaba Elia.
Elia también fijó su mirada en Maximiliano, observándolo acercarse. Viendo su figura marcada por la vida y su cojera, su corazón, normalmente frío, se suavizó.
Se acercó a él y lo ayudó a caminar.
Maximiliano no rechazó su ayuda, y su rostro se llenó de satisfacción por el gesto.
Con la ayuda de Elia, Maximiliano llegó al borde del podio y se detuvo frente a Liuva. Con un semblante serio y una voz firme, le dijo: "Elia no es una campesina ignorante que viene del campo, es mi hija, Maximiliano Guzmán. ¿Acaso la hija de los Guzmán no puede tener joyas de platino? Estás subestimando demasiado el poder económico de la Familia Guzmán."
Entre el público, la envidia empezó a surgir junto con los suspiros.
Un periodista, aprovechando el revuelo, preguntó: "Como todos sabemos, usted tiene un hijo y una hija, Morfis Guzmán y Cecilia. Nunca hemos oído hablar de una segunda hija, y menos aún de su edad. ¿Tiene algo que decir sobre el origen de esta hija?"
Cecilia, esperanzada, miró a Maximiliano, preguntándose cómo respondería.
Cecilia nunca había aceptado a Elia como su hermana y sentía un profundo rechazo hacia ella. Con su aparición, no solo tenía que compartir el amor de su padre, sino también la atención de Asier.
Elia era su enemiga. Cecilia en el fondo se sentía satisfecha al ver a Elia en problemas, pero nunca se imaginó que su propio padre aparecería de repente y, delante de todos, declarara que Elia era su hija y la defendiera.
Al ver a su padre, que siempre la había mimado, apoyando a otra hija, Cecilia sintió un amargo celo en su corazón, como si un frasco de vinagre se hubiera derramado por dentro.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...