¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1967

Orson levantó la mano para que ella no pudiera alcanzarla, viendo la desesperación en los ojos de Jimena, mientras él se mantenía tranquilo, con una sonrisa traviesa en los labios: "No te pongas nerviosa, tú quédate por ahí, que de esto me encargo yo."

"¿Qué me quede por ahí? Orson, ¿acaso perdiste la razón?" Jimena no podía entender, claramente era su carro y su problema, ¿cómo era eso que ella tenía que quedarse al margen?

Orson por el momento no le prestó atención, sacó su celular y realizó una llamada, diciéndole a la persona al otro lado: "Sí, estamos por Avenida Lumin, ven rápido, hay que llevarse este carro."

Al terminar, Orson colgó el teléfono.

Jimena soltó una risita sarcástica: "Y yo que pensaba que tenías un plan genial, ¿al final no hiciste otra cosa que llamar a una grúa?"

"La grúa que yo llamo, no es como la que llamarías tú." Orson arqueó una ceja, dejando la frase en el aire.

"¿Y en qué se diferencia?" Jimena no pudo evitar que su curiosidad se disparara.e2

"Tú llamas a una grúa y tienes que pagar de tu bolsillo, la grúa que yo llamo, además de llevarse el carro, va a terminar pagándote a ti." Mientras decía esto, Orson le devolvió el celular a Jimena.

Ella lo atrapó por poco, menos mal que reaccionó a tiempo, si se le caía y se rompía, perdería un buen billete.

Jimena, insatisfecha y extrañada, miró a Orson: "¿Y qué grúa llamaste que hasta me van a pagar?"

Esas cosas no pasan así como así.

"No te lo voy a decir, vamos, tomemos un taxi para Villa Serenidad." Orson sonrió con malicia, señaló con la cabeza y se dirigió hacia la acera.

Jimena, confundida, lo siguió de cerca: "Oye, Orson, ¿no vas a esperar a que llegue la grúa para irnos?"

"No hace falta, ellos saben lo que tienen que hacer." La voz de Orson llegó desde adelante.

¡Había visto que él guardaba su celular ahí!

Al meter la mano, sintió un calor ardiente que le subió desde el dorso hasta la palma; esa calidez, ambigua y eléctrica, tocó su mano y se esparció por su corazón.

¡Se quedó paralizada!

Y la mano fría de Jimena, tocó el muslo de Orson a través de la delgada tela; esa sensación de ser tocado, ese frío, encendió en Orson todo el instinto de hombre.

Su sangre comenzó a calentarse...

Al principio, Jimena solo sintió un celular, pero pronto se dio cuenta de que había dos.

Cuando se dio cuenta de lo que era, aspiró una bocanada de aire, levantó la cabeza y, con los ojos bien abiertos, miró a Orson.

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