En ese momento, Orson también la miraba, y en un instante, sus miradas se cruzaron.
Como si una corriente invisible se desatara entre ellos en el aire, echando chispas.
El corazón de Jimena, lleno de curiosidad hasta ese momento, ahora ardía con un calor que lo hacía latir desbocado.
Orson, al observar esos ojos grandes y brillantes de Jimena fijos en él, sentía cómo su propio corazón empezaba a palpitar con una extraña emoción.
Lo más crucial era que la mano de Jimena aún estaba en su bolsillo, ese frescor tocando su muslo a través de la fina tela, provocando una reacción en su cuerpo que estaba a punto de desbordarse.
Mirando a Jimena frente a él, era como si se hubiera emborrachado con una mirada, con los ojos embriagados, la boca seca, y los labios que se acercaban lentamente a los suyos.
Jimena, como si estuviera congelada, permanecía inmóvil, y había olvidado por completo sacar su mano de su bolsillo.e2
Con los ojos bien abiertos, veía cómo el rostro atractivo de Orson se acercaba cada vez más, las sombras pasaban por su cara y podía ver claramente los finos vellos que parecían brillar bajo el sol.
Su aliento, cada vez más cercano, rociaba su rostro con ese aroma a menta suave y familiar que tanto le gustaba a ella.
El corazón de Jimena latía más rápido, su respiración se aceleraba, y su cuerpo reaccionaba, cerrando los ojos, esperando su beso...
Sentía la calidez de sus labios, su aliento poderoso y ardiente rozando su boca, y en un segundo, sus labios se encontrarían...
“¡Bip bip!”
“¡Oye, quién dejó el carro ahí en medio de la calle, muévanlo ya!”
En la calle, la gente bloqueada tocaba impacientemente la bocina y soltaba maldiciones.
Esa voz irritada trajo a Jimena de vuelta a la realidad instantáneamente.
Abría los ojos de golpe y veía la cara guapa de Orson tan cerca que casi la besaba.
Rápidamente giró la cabeza y con un fuerte agarre, tomó su celular y salió corriendo.
Uh...
Bueno, había estado detrás de Orson por tanto tiempo que solo se había fijado en su guapura, sin llegar a conocer realmente su información personal.
Ni siquiera sabía cuándo era su cumpleaños.
Pero si no conocía su cumpleaños, podía intentarlo con el suyo propio; total, no iba a funcionar, así que cualquier número serviría.
Jimena, con los dedos volando sobre el teclado, ingresaba su propia fecha de nacimiento, y clack, ¡la pantalla del celular se desbloqueaba!
Jimena se quedaba estupefacta, ¡caray, realmente había funcionado!
¡La contraseña del celular de Orson era la fecha de su cumpleaños!
¿Cuándo le había dicho Jimena a Orson su cumpleaños?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...