¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia romance Capítulo 1981

"Oye..." Su comentario logró enfurecer a Jimena hasta el punto de casi soltarle una grosería, pero se contuvo con una mirada irritada antes de reprimir su enojo.

Mejor lo dejo así, se dijo, conduciendo su carro nuevo. Si por alguna casualidad vuelvo a chocar mi coche, voy a dañarlo.

"¿Tienes algún malentendido conmigo? ¿Cómo podría ser tan tonta? El único tonto aquí eres tú, que te lanzas de cabeza a hacerte cargo de hijos ajenos." Jimena pensó en cómo Priscila había amenazado a Orson con el niño, y se sintió ahogada por la frustración.

Su hijo, que sí era de Orson, jamás sería utilizado por ella para atraparlo.

En cambio, Priscila, que había contratado a un niño para manipular a Orson, eso sí que era el colmo.

"Jimena, ¿a qué te refieres con eso? ¿Acaso Fred y Adora son hijos tuyos y de Daniel?" La cara de Orson se oscureció por completo.

"¡No eres tonto, eres muy muy tonto!" Jimena estaba tan enfadada que casi le escupe las palabras en la cara.e2

Maldito Orson, ella ya había dado suficientes pistas, y en lugar de desconfiar de Priscila, ¡él dudaba de ella!

¡Este hombre es un caso perdido!

"Oye, Jimena, dime la verdad, ¿son o no son?" Orson también estaba atrapado en un laberinto de pensamientos, convencido de que las palabras de Jimena sobre alegrase por ser padre se referían a su propio hijo.

Él le preguntaba con urgencia.

Jimena ni siquiera quería responderle, agarraba el volante con fuerza, manteniendo la calma exterior a pesar del torbellino interior. En otra época ya habría pisado el acelerador por la rabia, pero quería a su carro nuevo más que a nada y no iba a arriesgarse a dañarlo.

Antes de que pudiera terminar, la puerta de enfrente se abrió y Jacinta apareció con dos pequeños bultitos, quienes, abrigados para el invierno, parecían pelotitas de lana con sus caritas rojas y sus ojos brillantes como botones.

Los niños alzaron la vista, vieron a Jimena y Orson, y mostraron sus sonrisas inocentes y encantadoras.

"¡Mami, papi, ya llegaron!" le dijo Adora con una vocecita dulce y suave.

"¡Mami, papi!" exclamó Fred, igual de emocionado.

La inocencia y la ternura de los niños lograron derretir la tensión de Orson, y su semblante sombrío se iluminó con una sonrisa.

"Fred, Adora, papi y mami ya están aquí." Soltó la mano de Jimena y se acercó a ellos, agachándose para levantar en brazos a Adora, quien estaba más cerca.

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