Orson extendió una mano y, con la base de su palma, sujetó suavemente la barbilla de Jimena, acercando su rostro al de ella, su aliento cálido rozando sus labios.
Ya la tenía envuelta de arriba abajo, y al acercarse aún más, era como si la presionara contra él, pero manteniendo un espacio, una distancia que apenas superaba los dos centímetros.
Era más íntimo que si la hubiera aplastado directamente contra sí.
Entre los dedos de Orson, marcados por ligeras callosidades, acariciaba la delicada piel de la barbilla de Jimena, provocando un estremecimiento en su cuerpo, como si la electricidad recorriera su piel ante el coqueteo inadvertido de Orson.
"Jimena, mi ingrata, he pensado en ti durante tres años, renuncié a otras mujeres por ti durante tres años, y tú sigues dudando de mi sinceridad. Incluso insinúas que he estado con otras, temiendo ofender a Guzmán, me rompes el corazón," la voz de Orson, cargada de magnetismo, destilaba inocencia y agravio, con su tono bajo lleno de un encanto coqueto masculino.
Jimena, ya alterada por la provocación de Orson, al escuchar esa voz que parecía un berrinche, sintió cómo todo su cuerpo se derretía.
Orson era un hombre que, con su belleza desafiante y su habilidad para seducir, podía hacer que una simple frase en un tono bajo y afligido le robara el alma a Jimena.e2
Era la razón principal por la que Priscila estaba tan obsesionada y enloquecida por Orson. Después de experimentar su encanto, ningún otro hombre podría compararse.
Con el corazón acelerado y la respiración entrecortada, los ojos brillantes de Jimena se llenaron de un brillo acuoso y de emoción, sin siquiera darse cuenta de la profundidad de sus propios sentimientos.
"Todo lo has dicho tú, yo no he sentido que me extrañaras," respondió Jimena, casi sin aliento.
Orson alzó una ceja, la miró con un aire lleno de seducción y dijo. "Claro, ¿cómo no lo pensé? No has sentido que te extraño. Después de todo, extrañar no es cosa de uno solo."
"¿Qué..." Jimena iba a preguntarle por qué no era algo que él sintiera solo.
Pero Orson se acercó aún más y de repente la besó, sellando sus labios con fuerza y pasión.
Ese beso era ardiente, lleno de deseo.
Jimena sintió su boca cubierta por el aliento cálido de Orson, y una oleada de cosquilleos se esparció desde sus labios hasta cada rincón de su cuerpo, dejándola completamente débil.
Esa noche, Orson y Jimena dejaron de lado sus reservas y se entregaron al placer mutuo.
Al día siguiente, los primeros rayos del sol de la mañana se filtraron a través de las cortinas, calentando el rostro de Jimena.
Su reloj biológico la obligó a abrir los ojos. El sol era cegador, así que levantó la mano para protegerse mientras se acostumbraba a la luz, y luego abrió completamente los ojos.
Al recobrar poco a poco la conciencia, sintió un peso sobre ella. Al mirar hacia abajo, vio el brazo de Orson sobre su cuerpo, tan pesado que casi no podía respirar.
No podía haber estado así toda la noche, ¿verdad?
Todavía no estaban casados y ya estaba empezando a someterla.
¡Eso no podía ser!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Domestícame! Mi pequeña y gran Elia
excelente cada capítulo es mejor amo esta historia...
suban mas capitulos por favor es excelente la historia...
Suban más por favor 🙏🏼 muy buena historia 💝...
Suban más capítulos 🙏🏼...