El Alfa romance Capítulo 17

Dave esperó en la parte superior de las escaleras, que conducían desde la entrada de la casa hasta el corredor, el cual ocupaba todo el ancho del edificio.

A Amaris la había impresionado un poco el tamaño de la casa principal. Sus ladrillos grises y blancos eran realzados por las losas negras de los tejados, así como por los pilares blancos que se extendían a lo largo del corredor. Varias plantas de flores, lánguidas y atractivas, trepaban sobre las pantallas, colocadas a intervalos entre los pilares.

Probablemente, tenía más en común con un pequeño palacio que con una mansión, solo por su gran tamaño. Desde luego, le recordaba al palacio real, aunque la arquitectura y el diseño de esta casa eran mucho más modernos.

Amaris tenía un poco de curiosidad acerca de por qué era necesario tener una casa de cuatro pisos, Empero, después de la fría acogida que tuvieron sus preguntas sobre la educación, pensó que era mejor esperar un poco antes de preguntar.

Dave estaba un poco distante. Parecía que estaba siendo un poco frío con ella, en comparación con su calidez anterior. Le tomo la mano con firmeza, sin vestigio de una sonrisa.

'Preferiría que, al menos, no intentaras contradecirme delante de la manada. Agradezco que tengas ideas diferentes sobre nuestra habitación, o en la oficina. Es cómo hacer las cosas aquí, pero cualquier discusión, tengámosla en la privacidad de imprescindible que tengamos un frente unido', dijo en un tono bien formal.

Amaris asintió dócilmente. El corazón le dio un ligero vuelco, y, descontenta con ella, su loba chasqueó la lengua.

'Ni siquiera llevamos aquí una hora y ya lo sacaste de quicio'. Amaris refunfuñó.

'Acepté ser su esposa, pero nunca di por bueno obligarlo a que me quisiera'

'Es un hombre fuerte que no encuentra pareja, y tú rechazaste la tuya.... No sé por qué no tratas de acercarte más a él'.

'Entonces, ¿quieres que me someta y acepte todo lo que él quiere, como una buena esposa?', dijo Amaris con rabia e incredulidad.

'Yo nunca dije eso. Aun cuando todo marcha bien, los alfa son susceptibles. Decirles que están equivocados es lo mismo que apuntarles a la cabeza con una pistola llena de balas de plata. Tienes que ser más inteligente, Amaris', le soltó Maena.

Amaris reprimió las respuestas sarcásticas que tenía en la punta de la lengua, y forzó una sonrisa.

'Por supuesto. Puedo tener opiniones diferentes, alfa', comenzó, diciendo la última palabra con apatía, 'pero no soy estúpida. Tal vez no conozcas mi historial, pero soy plenamente consciente de cómo se comportan los líderes exitosos dentro de una manada'.

'Conozco muy bien tu historial, princesa. Las elecciones de tu padre, sus políticas, y las alianzas que intenta en vano forjar no son santo de mi devoción. Parece que rechazar la pareja escogida es algo común entre los hombres de la realeza y entre aquellos con los que deciden aliarse', respondió Dave con frialdad y sin pestañear.

La omega que había hablado se limitó a inclinar la cabeza y responder en voz baja: 'Como quiera, luna'.

'Déjame mostrarte la habitación donde pasarás la noche, mi amor', dijo Dave mientras, sonreído, le pasaba el brazo por el hombro.

Se estaba esforzando mucho por fingir afecto, pero cuando Amaris estaba más cerca de él, la mirada cariñosa que intentaba remedar, en realidad, carecía de la calidez que debería tener. Había en él una sutil indiferencia.

Era como si aquel pequeño desacuerdo que tuvieron en el auto realmente hubiera cambiado su actitud hacia ella por completo.

Ella le devolvió el gesto y se inclinó hacia él, en una conducta afectiva mucho más convincente que la de él. Por un momento, una mirada indescifrable pasó por los ojos de Dave.

Se aclaró la garganta, le agarró la mano y, con un rápido agradecimiento al personal reunido, la condujo escaleras arriba.

Amaris sonrió para sus adentros. Si lo que él quería era excluirla, como un castigo, ella le demostraría lo poco que eso le importaba.

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