Dave la condujo por el pasillo, dobló la esquina y, una vez que estuvieron fuera del campo visual de los empleados, le soltó la mano de manera abrupta.
Amaris ladeó ligeramente la cabeza, se irguió y le lanzó una mirada penetrante, con una sonrisa apenas perceptible.
'Dave, ¿estás enojado conmigo?', preguntó, con un leve matiz de hilaridad en la voz.
'No', respondió él secamente, sin mirarla.
Amaris contuvo las ganas de sonreír al tiempo que él lanzaba resoplidos y aceleraba el paso para adelantársele unos pasos. Ignoró a Maena, que la reprendió por irritarlo, y optó por girar la cabeza para mirar la decoración.
Todo había sido decorado con buen gusto. Era una mezcla rara, aunque placentera, de diseño moderno y tonos elegantes. Las estilosas líneas y los accesorios originales parecían combinarse a la perfección, y el lugar estaba impecablemente limpio.
Si bien el ambiente no era precisamente cálido y acogedor, transmitía la impresión de que uno sería bien atendido. Amaris esperaba que, una vez que se hubiera instalado de manera adecuada y estado ahí por un tiempo, podría ayudar a que el sitio adquiriera una atmósfera un poco más hogareña. Le faltaba algo, pero no podía descifrar qué era ese algo.
De repente, Dave se detuvo delante de dos grandes puertas de caoba, de color oscuro, que tenían esculpido un abstruso dibujo de la diosa de la luna. Amaris no pudo evitar el asombro ante el trabajo artesanal y, de manera instintiva, extendió la mano y pasó los dedos, con delicadeza, sobre el hermoso diseño.
En una puerta, se representaba a la diosa de la luna sonriendo a dos lobos que tenía delante y rodeada de árboles y formaciones rocosas naturales. Los corazones de la loba parecían tener un hilo casi etéreo que brotaba de ellos. Amaris sostuvo un hilo en cada mano, como si estuviera atrapada en medio del movimiento mientras ligaba las dos hebras.
En la otra puerta, los dos lobos estaban parados uno al lado del otro, viendo como una camada de cachorros jugaba alegremente delante de ellos, en el mismo claro, y la diosa de la luna sonreía en lo alto, desde donde veía la escena.
'Dave, esto es... esto es hermoso...', murmuró Amaris, completamente cautivada por las escenas representadas.
La mirada indiferente de Dave se suavizó un poco al ver su asombro casi infantil ante una simple talla en la puerta. Suspiró y se metió las manos en los bolsillos del pantalón mientras esperaba pacientemente a que su encantamiento pasara.
'Creo que fue mi bisabuelo quien los encargó. De hecho, encomendó varios. Si estas cosas te emocionan, me parece que vas a disfrutar tu estadía aquí'.
Amaris asintió, sin prestarle atención.
'Me emocionan... Es decir, ¿cómo no me iban a entusiasmar? La destreza es impresionante..., además de las horas que deben de haber empleado para hacer esto... ¿Y dices que tiene cientos de años?'. Amaris preguntó con curiosidad, volteándose hacia él.
'Nunca dije eso. Solo dije que fue un encargo de mi bisabuelo. Lamentablemente, la línea masculina de mi ascendencia nunca vivió al máximo de sus posibilidades..., pero hablaremos de eso en otro momento'. Dave respondió mientras una sombra le velaba el rostro.
Se aclaró la garganta y pasó junto a ella, presionó el picaporte y abrió la puerta de un empujón. Le indicó, con un gesto, que entrara a la habitación. Al entrar, Amaris enmudeció.
'Dave... es... es... deslumbrante. Todo esto. No sé qué decir...'.
'Esta es la suite nupcial... En un tiempo fue la suite privada de la luna', explicó Dave en voz baja mientras pasaba una mano por encima de la cómoda.
'Por muy poco que hayan vivido mis antepasados, las lunas siempre han sido increíblemente tenaces y apasionadas. Mi bisabuela exigió una suite adonde pudiera escapar de su esposo cuando discutieran'. El recuerdo le sacó una pequeña risa, y su rostro mostró una fugaz expresión de nostalgia.
'Oh', exclamó Amaris en voz baja. '¿Fue por eso que cambiaste de opinión acerca de compartir una habitación?'.
Dave reprimió una sonrisa de satisfacción. Se percató del matiz de decepción en su voz mientras ella trataba a ultranza de evitar su mirada. Se aclaró un poco la garganta antes de hablar.
'Muy bien, princesa. No olvides gritar si necesitas algo. Estaré en mi habitación, al otro lado del pasillo. Grita si necesitas algo'.
'Creo que puedo arreglármelas'.
'Muy bien. En ese caso, puedo disponer que los omegas te traigan algo de comida, o podemos comer juntos…'.
'Sinceramente, no tengo apetito, alfa. Considero que me daré un baño y me iré a la cama. Han sido unos días horribles, y quién sabe lo que depara el día de mañana. Prefiero estar bien descansada, por si tengo que enfrentarme a una manada totalmente desconocida'.
Dave asintió y sonrió con amabilidad.
'Como desees. Entonces, buenas noches. Te recogeré por la mañana para desayunar'.
Dichas esas últimas palabras, de súbito, Dave se dio la vuelta, fue directamente hasta la puerta y la cerró vigorosamente tras salir.
Amaris gruño de frustración y, enfadada, se tiró en la cama.
Dave, parado en la parte de afuera, sonrió.
No había duda de que él se las había arreglado para encontrar una luna luchadora, independientemente de cuánto durara la relación.
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