El Alfa romance Capítulo 19

Amaris fue fiel a su palabra y no salió de la suite en toda la noche. Terminó quedándose profundamente dormida en aquella cama suave y lujosa.

Tuvo un abrupto despertar debido a un fuerte golpe en la puerta y, al menos durante unos segundos, se olvidó por completo de dónde estaba.

'Amaris, son casi las once. ¿Quieres desayunar en tu habitación o quieres bajar conmigo?', oyó decir a Dave, en su tono apático, desde el pasillo.

Amaris soltó unas palabrotas en voz baja, y rápidamente comenzó a librarse de las sábanas que la tapaban.

'Estaré ahí dentro de un minuto...', gritó.

Cuando abrió la puerta, estaba un poco nerviosa.

Fue recibida por Dave, que, apoyado en la pared frente a ella, la miraba con los brazos cruzados sobre el pecho, de un modo relajado, y con una sonrisa irónica.

'No creo que deba preguntarte si dormiste bien, ¿verdad?'. Dave sonrió de satisfacción, y sus ojos brillaban con picardía.

Amaris lo miró y cruzó los brazos, imitando su pose.

'Supongo que tampoco tengo que preguntarte si necesitas un comediante en la manada... Parece que tienes eso bien resuelto'. Amaris sonrió con petulancia, y lo hizo reír también a él.

'Sabes que no soy solo un alfa con una cara bonita y una reputación temible...'. Dave sonrió mientras se le acercaba y la atraía, tomándola con la guardia baja.

Amaris parpadeó y se quedó sin palabras durante unos segundos, al tiempo que él la miraba a los ojos de manera penetrante, y la sostenía con fuerza por la cintura. Ella sintió el calor corporal de Dave descender por su camisa, y tragó en seco.

'Dave..., yo...'. Nerviosa como estaba, tartamudeó mientras él sonreía y sus ojos se mecían alegremente.

'Calla, luna mía', susurró de forma seductora. Sus labios acariciaron los de ella con un toque sutil, lo cual le provocó una sensación de nerviosismo en el estómago.

Amaris estaba a punto de responder cuando un par de empleados doblaron la esquina y se paralizaron, sorprendidos. Luego, se echaron a reír frenéticamente mientras se disculpaban y se alejaban a toda prisa.

Dave sonrió mientras la miraba a los ojos de manera atrevida y la soltaba con delicadeza, apartándose del apretado abrazo como si nunca hubiera sucedido.

'Ven, vamos a desayunar', dijo de manera distendida al tiempo que se alejaba por el pasillo'.

Amaris lo miró con incredulidad y sintió que sus mejillas se habían enrojecido intensamente. ¿La había usado en una suerte de representación histriónica frente a un par de empleados de poca importancia? No estaba segura de cómo se sentía al respecto, pero con las tripas sonándole, no tuvo más remedio que ir deprisa tras él.

Desayunaron en una pequeña cocina-comedor de aspecto hogareño. El cocinero había preparado un fuerte desayuno americano: pan en forma de rosca, huevos, tocino y salchichas y, por si acaso, una gran cantidad de tostadas.

Amaris contuvo la risa mientras observaba con curiosidad a Dave untarle mantequilla a cada rebanada de pan tostado. No parecía del tipo que se excedía comiendo. Más bien daba la impresión de tener un gusto refinado y una personalidad un poco más comedida.

Sin embargo, la cantidad de comida que se sirvió y la manera ávida en que se servía más, le indicaron lo contrario.

Definitivamente, era cierto lo que decían: solo deja que el público vea lo que quieres que vean. Sería revelador ver la otra cara del alfa que tanto temían.

Mientras Amaris se llevaba el tenedor a la boca, su celular, que estaba a su lado, sonó como una avispa enojada. Arrugó el entrecejo mientras lo tomaba y comprobaba el identificador de llamadas.

Amaris resolló. 'No tengo el más mínimo interés en verte desfilar con mi ex. Pensé que te había dicho que me dejaras en paz. ¿No fui lo suficientemente clara la primera vez?'.

Al otro lado de la línea, Jess rio.

'Es que odiaría que te excomulgaran de la familia real, Amaris... Especialmente de las joyas de tu madre, que son las reliquias de la mujer más vieja de la familia...'. Jess se detuvo.

Amaris palideció ligeramente y abrió los ojos como platos. De repente, sintió ganas de vomitar.

'No te atrevas...', murmuró airadamente.

'Bueno, nunca lo sabrás si no vienes, ¿no crees?'.

Después de un breve silencio, Amaris respondió.

'Está bien. ¿Cuándo y dónde?', preguntó con determinación.

'¡Oh! Me complace mucho que hayas aceptado nuestro convite. Nos vemos mañana, a las 7 p.m., en el salón de baile del palacio, obviamente. Es el único lugar con espacio para tanta gente en una ocasión tan feliz'. Jess sonrió con afectación.

Con un resoplido de enfado, Amaris colgó y tiró el teléfono sobre la mesa del desayuno. Dave, curioso, frunció una ceja.

'¿Está todo bien?', preguntó con vacilación.

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