Amaris, encolerizada, arrugó el entrecejo mientras miraba el teléfono y clavaba el tenedor en la comida. Había perdido todo el apetito.
'Depende de cómo definas bien', murmuró, suspirando con intensidad y golpeando, una vez más, la mesa con el tenedor.
Se inclinó hacia delante, con los hombros caídos, y apoyó la cabeza entre las manos.
Dave no podía decidir si estaba molesta o rabiosa, o si era alguna pasión entre estas dos.
Dave bebió un sorbo de café.
'Sea lo que sea, Amaris, te ayudaré si está a mi alcance. Ahora somos un equipo. Si te afecta a ti de esta manera, también me afecta a mí. Quiero que mi luna sea feliz', dijo tratando de tranquilizarla.
Amaris se apartó el cabello de la cara y examinó a Dave con la mirada desde el otro lado de la mesa.
'No estoy segura de que sea algo en lo que puedas ayudar, Dave, aunque agradezco tu disposición. Mi presencia no será necesaria aquí mañana por la tarde, ¿verdad?'.
Dave, con un ligero gesto de disgusto, entrecerró los ojos mientras pensaba.
'Siempre y cuando estés de regreso por la noche, eres libre de hacer lo que quieras. Las ceremonias de esta tarde nos unen oficialmente y te dan la bienvenida a la manada. Después de eso, tienes luz verde para hacer lo que quieras'.
Amaris asintió, pensativa.
'Bueno. Mañana tengo que asistir al anuncio de compromiso de mi hermanastra, eso es todo'.
'¿La hermanastra con la que no te llevas bien?'. Dave preguntó, un poco desconcertado.
'La misma que viste y calza. Si ella cree que va a poner sus manos asquerosas en las joyas de mi madre, no sabe lo que le viene encima', murmuró Amaris, con una expresión de tenebrosa determinación.
Amaris había regresado a su habitación poco después del desayuno y, a pesar de la insistencia de Dave, había comido muy poco.
En vísperas de las ceremonias oficiales, la trataban con mucha amabilidad y la mantenían muy bien acicalada. Los estilistas de la manada le habían escogido unos atuendos para que los usara en los días en que tendría lugar cada ceremonia, y habían recibido instrucciones de encontrarle algo impresionante para la fiesta de compromiso de mañana.
Amaris sospechaba que, entre la manada, se había corrido la voz de que el temido alfa no solo parecía ser esclavo de los caprichos de ella, sino que ella, además, era de sangre real.
Todos parecían estar trabajando excesivamente para tratar de satisfacer sus expectativas, y daba la impresión de que estaban trabajando más de lo necesario.
Le ofrecieron bocadillos recién hechos y una gran variedad de bebidas. Otra omega se le acercó, con la cabeza inclinada y, como si estuviera curioseando, intentó entablar conversación.
'¿Todo esto es realmente necesario?'.
'¿Qué es todo esto, luna?', respondió con un leve fruncimiento.
'Todo esto...'. Amaris, con incredulidad, hizo un gesto frenético en dirección al intenso ajetreo que había en su habitación.
La omega se rio entre dientes y le puso otro trago en la mano.
'Claro que es necesario, luna. ¿Qué clase de manada es la que no se preocupa por sus líderes? Esto es para demostrar que podemos cuidarla bien y atender sus necesidades, sean las que sean'.
'No seas tonta. Por supuesto que voy a ayudarte en el parto. Piensa, Amaris. Jugaremos con ellos y los mostraremos con orgullo', respondió Maena con alegría. Tendremos muchos cachorros fuertes que serán la envidia de todos los que los vean'.
En respuesta, Amaris frunció el entrecejo y, de repente, centró la atención en otra omega, no la que había hablado con ella anteriormente.
'¿No le gustan estos, luna?', preguntó la mujer, con un rastro de perturbación en el rostro.
Por un momento, Amaris se sintió confundida mientras observaba la tela de los vestidos que le mostraba.
'¡Oh! Lo siento..., no estaba prestando atención. Estaba...'.
'No tiene que explicarme, luna. Entendemos. Es un día estresante para todos nosotros, así que no imagino cómo debe de sentirse'. El rostro de la omega mostró una sensación de alivio mientras respondía, y la tensión pareció desaparecer de su cuerpo.
'Solo nos preguntábamos qué vestido preferiría para la ceremonia de atadura de nuestro superior, eso es todo... No sabíamos por cuál de estos decidirnos, ya que todavía estamos aprendiendo sobre sus gustos...'. La mujer terminó su discurso disculpándose.
Amaris le sonrió, para tranquilizarla, y recorrió los vestidos con la vista. Seleccionó uno de cóctel color marfil de aspecto elegante, con diamantes incrustados alrededor del busto y a lo largo de las bandas.
Esencialmente, la ceremonia sería una boda, sin la extravagancia del tesoro real, y oficiada por los ancianos de la manada, no por el propio rey.
Sin embargo, a Amaris no le importaba. Esta boda satisfacía sus propias necesidades y las del alfa Nocturne, y ella se proponía no solo cumplir con las expectativas, como era su deber, sino también superarlas, si era posible. Si ello, además, servía para irritar a su hermanastra, entonces le daría una mayor satisfacción.
Amaris sonreía sola mientras la omega terminaba de peinarla y maquillarla. Se dispuso a esperar pacientemente a que llamaran a su puerta para anunciar el comienzo de los numerosos eventos del día.
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