El Alfa romance Capítulo 27

Ella se había hecho cargo del puesto a finales del año pasado, y aún estaba revisando la enorme cantidad de asuntos administrativos que su predecesor, con toda intención, había desatendido.

Había encontrado un correo electrónico de uno de los departamentos del alfa Nocturne, relacionado con una posible colaboración, unos años atrás, en un gran proyecto. Amaris frunció los labios y se quedó pensativa. Ella desconocía el alcance total de los intereses comerciales del alfa Nocturne, pero haría bien en comenzar a interesarse activamente. Todo lo que recordaba eran los frecuentes accesos de furia de su padre debido a que los intereses de Dave a menudo coincidían con los suyos, y había perdido varios contratos lucrativos porque Dave podía ofrecer mejores ofertas.

El mundo ya no era como una vez fue, cuando pertenecer a una determinada familia te permitía ganar contratos. Ahora, si querías hacer negocios con los humanos, y también con los seres sobrenaturales, debías demostrar que tenías talento para lo que te habían contratado, y no solo confiar en el respaldo que te daba poseer un nombre prestigioso.

Las reputaciones comenzaron a mancillarse con el aumento de la popularidad de las redes sociales, y Amaris se había vuelto experta en navegar por las complejidades de las columnas de chismes, algo para lo que su padre y su familia adoptiva no estaban preparados.

La foto que habían tomado de Fernando y Jess juntos demostraba su ineptitud.

Amaris bufó. Seguramente eso iba a ser un rotundo fracaso con el paso de los años. Sintió pena por el bebé que crecía en el vientre de Jess, y esperaba que ella aceptara el desafío de la maternidad y dejara atrás su naturaleza egoísta.

Amaris frunció el ceño al escuchar, en el otro lado de la puerta de su oficina, lo que parecía ser gente hablando alto. El ruido le llegaba amortiguado, pero, definitivamente, era mucho más fuerte que el de las conversaciones diarias que tenían lugar en la compañía.

Un gran estruendo la obligó a levantarse bruscamente y poner rápidamente su café sobre la mesa. Empezó a caminar alrededor del escritorio para averiguar qué estaba pasando.

Maena estaba tensa y lista para hacer acto de presencia si era necesario. Gruñía con ansiedad ante cualquier amenaza que percibía detrás de la puerta.

La puerta de la oficina se abrió de sopetón y estuvo a punto de golpear a Amaris en la cara, justo en el momento en que, instintivamente, retrocedía.

La figura desaliñada de Fernando apareció en la entrada. Con una expresión medio salvaje en los ojos, la miró, hecho una furia.

'Ahí estas tú...', murmuró el con enfado y mirándola de un modo amenazador.

Amaris quedo petrificada. Enmudeció ante el aspecto de abandono de Fernando y la actitud amenazante que transparentaba.

Rápidamente cambió la vista y miró en dirección a la oficina que quedaba detrás de Fernando. Al ver el caos en que había convertido la oficina, Amaris soltó algunas malas palabras para sus adentros. Eva se estaba levantando del suelo, ostensiblemente aturdida, y se agarraba la cabeza mientras se tambaleaba hacia adelante. Un empleado se apresuró a ayudarla y, cuando Eva señaló el despacho de Amaris, esta vio el pánico en sus ojos.

Amaris volvió a mirar hacia donde Fernando estaba. Ella jadeaba airadamente y cruzó los brazos en posición defensiva. Tenía los labios apretados a pesar de esforzarse al máximo...

'¿Qué diablos estás haciendo aquí?', preguntó sin andarse con rodeos.

Maena dio un paso al frente al ver que Amaris había perdido la consciencia. Sus iris dorados, que habían sustituido a las sosegadas órbitas de Amaris, despedían unas llamas brillantes que eran heraldos de una venganza diabólica.

Maena lanzó una amplia sonrisa a Amaris y levantó los brazos, que les parecieron un cuerpo extraño. Sin ninguna dificultad se zafó del agarre de Fernando y le dobló los dedos hacia atrás, provocándole un grito de dolor.

'¿Qué te parece, Fernando?'. Maena gruñó mientras lo empujaba, usando solo una pequeña porción de su fuerza. Le puso un brazo en el cuello y lo inmovilizó contra la pared, en tanto le sostenía las manos con firmeza.

Fernando gimió en voz alta al tiempo que luchaba por mantener su forma humana.

'¿No vas a responder?'. Maena rio y, bruscamente, le rompió un dedo, empujando este hacia atrás y luego hacia un lado. El crujido resonó con fuerza en medio del silencio sepulcral que ahora reinaba en la oficina de Amaris.

Fernando gritó de dolor mientras ella se reía de un modo siniestro.

'Solo para que lo sepas, no culpo a tu lobo... Soy plenamente consciente de que no lo escuchas en absoluto, Fernando. Te compadezco por tener como pareja a una hembra humana que es débil como tú...'. Maena se burló con una sonrisa de desprecio.

'¿Y nuestro glorioso futuro?'. Suspiró, casi con nostalgia, antes de continuar. 'Ahora eso no va a ser posible, nunca, porque lo arruinaste, Fernando. Engendraste un cachorro con otra mujer.... que ni siquiera es una loba.... y despreciaste a quien estaba predestinada a ser tu diosa. Espero que tu lobo te abandone', murmuro mientras le rompía dos dedos más y el grito de Fernando envolvía el aire.

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