Maena sonrió satisfecha al ver cómo se venía abajo el hombre que tenía delante.
'Ahora sabes lo que sufrí cada vez que metías tu p*ne en el muy pero muy usado orificio de esa p*tica. No fuiste el primero..., y ciertamente no serás el último'. Río.
Maena miró a Fernando fijamente a los ojos, y él se apocó hasta más no poder. Sabía cuán peligrosa ella era.
'¿Cómo fue? ¿Disfrutaste el sabor de tu propia medicina? El dolor que te destroza el alma cuando tu destino se deshace a manos de otro es insoportable, ¿verdad?'.
Fernando asintió con poca entereza y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras, adolorido, apretaba los dientes.
Por lo que Maena pudo deducir, su lobo le había dado la espalda, se negaba a compartir su dolor y lo había despojado de la habilidad que le permitía sanar con rapidez. Maena sonrió con tristeza, ante la última muestra de cordialidad entre ella y quien fuera la pareja que le habían elegido.
Maena le acarició la cabeza y le dijo que no hablara. Con su cara tan cerca de la de él, Fernando sentía sus emanaciones y su hechizante aroma lo satisfacía.
'¿No quieres que este dolor termine?'. Maena estaba tratando de persuadirlo con amabilidad.
'Porque puedo asegurarte que exhortaré a Amaris para que aproveche cada oportunidad que tenga para engendrar cachorros con el alfa más fuerte que podamos encontrar, que no serás tú..., ya que no eres digno de ninguna de las dos...'.
Fernando la miró con los ojos bien abiertos mientras ella sonreía con dulzura.
'Solo tienes que dejarnos en paz... Acepta nuestro rechazo. Por lo que vale Octavius..., ojalá las cosas hubieran sido diferentes. Eres un lobo fuerte, pero necesitas manejar a tu humano apropiadamente', dijo con una voz bronca.
El lobo de Fernando dio rienda suelta a las lágrimas y el dolor en un aullido lastimero. Fernando, tembloroso, aceptó el rechazo de Amaris.
Maena nunca lo demostraría, pero también lamentaba la pérdida de Octavius. Lo había amado intensamente, y él era una víctima inocente en todo este lío. Maena se ocuparía de hacer sufrir a Jess por el dolor que, de una forma u otra, había causado.
Cuando Fernando se tiró en el suelo, sollozando desconsoladamente y sin poder contenerse, y apretándose el pecho con las manos, Eva apareció en la puerta con el equipo de seguridad.
Miraron a Maena con cautela, y ella les devolvió la mirada con severidad.
'No les voy a hacer daño por haber fallado en el cumplimiento de su deber, pero deben saber que él casi mata a Amaris. Asumí el control antes de que ella perdiera el conocimiento por completo, pero todavía no está totalmente despierta. Saquen a este desperdicio de mi vista y, si algo así vuelve a suceder, yo personalmente les cortaré la cabeza, ¿entienden?'. Gruñó con rabia. Los hombres asintieron secamente y se movieron con rapidez para llevárselo lejos de allí.
'Lo siento', murmuró Eva desanimada. Los moretones ya comenzaban a mostrarse en su rostro.
'No hay nada que lamentar. Hiciste todo lo que pudiste, y te estoy agradecida. Eva, no tendré piedad con aquellos que hagan mal a mi familia, y tú eres como un familiar para mí. Tómate el resto del día libre para que te recuperes'.
'Pero...'. Eva comenzó a protestar, pero se detuvo de inmediato ante la furia que mostraban los ojos de Maena.
'Sin discusión, Eva... Sin embargo, te agradecería que nos llevaras de regreso a nuestro nuevo hogar... El número está en el teléfono de Amaris. Tienes que llamar a Dave Nocturne'.
'i¿A Dave?!'. Eva jadeo, anonadada.
Maena suspiró feliz.
'¿De veras lo hice?'. Sonrió con aire de satisfacción.
Amaris puso los ojos en blanco y maldijo la arrogancia de Maena. Luego sonrió a Eva de manera cálida y le indicó que entrara.
'Eva, lamento lo de Maena. Ella es un poco...' Amaris hizo una pausa, tratando de pensar en una forma adecuada de describir el carácter y la personalidad de Maena.
'¿Bulliciosa?', sugirió Maena con una sonrisita altiva.
'Obstinada y arrogante en ocasiones', continuó Amaris en voz alta, tratando de ignorar el cotorreo de Maena.
'Es una grosería de tu parte...', replicó ella antes de que Amaris la bloqueara totalmente.
'Ella no siempre reflexiona antes de actuar, pero te prometo que nunca te lastimaría', terminó Amaris, que se las arregló para mantener una expresión desenojada ante las constantes interrupciones de Maena.
Eva se veía pletórica de alivio. Entró en la habitación con cara de preocupación.
'¿Estás bien, Amaris? Hice lo mejor que pude para mantenerlo alejado, pero cuando traté de detenerlo... Era muy fuerte...', dijo con tristeza y, avergonzada, bajo la cabeza.
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