Poco después de su tórrida sesión, Dave y su Beta, Ben, se marcharon del lugar, dejando atrás a dos de sus hombres como protección, a pesar de las protestas de Amaris.
Ella quería hablar con Dave sobre Minerva, para tener una idea de cómo se sentiría él acerca de cualquier posible solución que pudieran encontrar con respecto a la falta de una marca de apareamiento.
Aunque aquello todavía no era un problema, sabía que lo sería en el futuro. Los sabios no eran estúpidos, y tampoco lo eran los miembros de la manada. Tener al menos una solución temporal los protegería de sospechas a causa de ese problema.
Sin embargo, tenía que admitir que se sentía increíblemente curiosa acerca de su maldición particular, y resolvió que, cuando regresaran a la casa de la manada y las cosas se calmaran un poco, le preguntaría al respecto.
Sin embargo, antes tendría que superar la estúpida ceremonia de compromiso relativamente ilesa. Amaris no podía entender por qué su padre querría restregarle en la cara la traición de su pareja de este modo. A su entender, era algo muy cruel.
Si no hubiera terminado enredada con Dave, no estaba segura de en qué tipo de estado emocional se encontraría ahora.
'No sé por qué tenemos que ir a escucharlos, regodearse, de todos modos'. Se quejó Maena con irritación.
'No se verá bien si no vamos. Intenta recordar que sigo siendo miembro de la familia real por derecho de nacimiento, les guste o no. Se espera que asistamos a todas las funciones oficiales'. Amaris suspiró mientras recorría las áreas comunes de la casa. Finalmente, se sentó en la mesa de la cocina y sacó su teléfono.
'Bueno, esperaba que mi antiguo compañero no metiese el p*ne donde no debía, pero...'
'Si. Lo sé, Maena, hemos hablado de esto muchas veces. Pero ya está hecho, y ahora tenemos que seguir adelante. Caray, eres como un perro con un hueso...'
'Soy una loba... somos caninos... nos gusta comer'. Maena respondió, tan rápida como un rayo.
Amaris gimió internamente mientras Maena se reía.
'De acuerdo, me expresé mal, caí directo en esa'.
'Tal vez te pareces más a Fernando de lo que pensaba, teniendo en cuenta cómo...'
'De acuerdo, detente. Mira, si te hace sentir mejor, si vamos esta noche, al menos podremos inspeccionar tu obra, y ver en qué estado está él. Sabes tan bien como yo que el rechazo será aún más doloroso a causa de la negativa de su lobo a ayudarlo'.
Las orejas de Maena se pararon, y Amaris pudo sentir que le empezaba a gustar la idea.
'Vamos, Maena, yo tampoco estoy feliz con esto, pero al menos podrás ver qué tanto está sufriendo'. Amaris la persuadió gentilmente.
Resoplando, Maena finalmente estuvo de acuerdo, interesada en presenciar el sufrimiento de Fernando.
Amaris puso los ojos en blanco ante las tendencias sádicas de Maena y revisó su teléfono. Por pura coincidencia recibió un mensaje de Minerva en ese momento.
'Oye! Llámame cuando estés libre, tengo una solución para tu problema, pero dependerá de cómo se sienta tu musculoso galán al respecto'.
Amaris resopló sarcásticamente y recogió su bolso. Decidió ir a su habitación. Tenía la sensación de que este sería el tipo de conversación que no querría que escuchara ningún miembro de la manada que pudiera estar dando vueltas.
En la puerta de la habitación de Luna vaciló por un momento, y miró con aire de culpabilidad hacia el dormitorio que ella y Dave ahora compartían.
De hecho, le vendría bien tener una oficina en la casa de la manada para llamadas delicadas. Tampoco quería que sus llamadas relacionadas con el trabajo se hicieran en público, y preferia mantener separados sus espacios de trabajo de sus espacios personales.
'No te diré lo que respondió, Minerva.
Honestamente, ella era mucho más tranquila antes de que nos mudáramos aquí y ahora, de repente, es como si se hubiera transformado en una loba pervertida en celo'. Amaris gimió de frustración.
'Excelente. ¡Ya era hora de que tuvieras algo de acción!' Minerva resopló.
'i¿Lo ves?! ¡No soy la única que pensaba eso!' Maena se rio triunfalmente.
'Oh, Dios mío, cállense ambas!' Amaris explotó, enojada.
La combinación de Maena y Minerva riéndose bajito al mismo tiempo hicieron que Amaris humeara de furia.
'Creí que estabas ocupada' Amaris le espetó a Minerva.
'Lo estoy, pero también extrañaba molestarte'. Ella suspiró feliz.
'De acuerdo, vamos al asunto. Papá dice que quizás tiene una solución, pero no creo que a ninguno de ustedes dos le vaya a gustar'.
Amaris escuchó atentamente mientras Minerva explicaba las opciones que ella y Dave tenían disponible.
Papa piensa que una atadura normal no funcionará por si sola. Hablamos sobre la posibilidad de un tatuaje que retenga la magia, y tal vez un objeto. Pero ustedes lo que necesitan es una manifestación física real de la marca de mordedura' explicó Minerva.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Alfa