El Alfa romance Capítulo 7

Amaris se despertó sobresaltada por el incesante vibrar de su teléfono en la mesita de noche.

Con el corazón latiéndole desbocado por haber sido despertada a la fuerza de forma inesperada, tanteo el lugar tratando de encontrar el dichoso aparato con la vista nublada.

Cuando sus dedos se cerraron finalmente en torno a la familiar superficie de su teléfono, se apresuró a comprobar la pantalla de llamadas y vio el nombre de su infiel ex parpadear en la pantalla.

Entrecerró los ojos y pulso el botón de rechazo antes de tirarse de nuevo en la cama. En sus notificaciones aparecieron treinta dos llamadas perdidas y un torrente de mensajes de él a través de SMS y redes sociales. Amaris resoplo de forma burlona ¿Ahora me necesita?

Giro la cabeza sobre la almohada y observo su habitación. Una sonrisa irónica se dibujó en su rostro cuando sus ojos se posaron en el vestido de novia desechado y arrugado en un rincón de su habitación, lanzado ahí con desprecio.

Se suponía que iba a casarse hoy… El día que había soñado y planeado durante todos estos años se destruyo en apenas unos instantes.

¿Lo cómico? Si no hubiera salido a enseñarle el vestido a mi padre, quizás hoy me estuviera casando con un infiel y haciéndolo futuro rey.

El teléfono vibro ruidosamente en su mano y una rápida mirada revelo otra llamada de Fernando. Suspiro y contesto.

‘¿Qué quieres?’ Dije con un evidente desprecio.

‘Amaris, por favor, tienes que creerme, no es lo que parece…’ Empezó Fernando precipitadamente antes de que Amaris le interrumpiera con una carcajada incrédula.

‘Vete a la m*ierda, Fernando. Era exactamente lo que parecía y lo sabes. No me tomes por tonta más de lo que ya lo has hecho. Hemos terminado’

‘¡Espera! ¡Amaris! ¡No puedes hablar en serio! Un error después de todos estos años…’

‘¿Solo uno? Qué curioso… jess estaba muy ansiosa por contarme todos los gloriosos detalles de su sórdida relación que mantuvieron durante años a mis espaldas ¡Era una niña de 14 cuando comenzaron, Fernando! Eres un imbécil de m*erda’

‘¿Qué? ¡Está mintiendo! Te lo juro Amaris. Fue solo una vez y yo estaba borracho…’

‘Esta embarazada de ti, Fernando’ espeto con frialdad.

Un frío silencio se extendió entre los dos durante unos minutos. Amaris se abrazó a sí misma, sintiendo un frío repentino. Deseaba que Maena hablara con algún comentario engreído e inapropiado, pero desde que habían regresado anoche no había habido nada más que silencio.

‘Imposible. No es mi hijo. Es imposible…’ Fernando respondió finalmente, con un tono de pánico en la voz.

‘No me importa, Fernando, esto no es asunto mío en primer instante. Encuentra la forma de solucionarlo tu mismo. Estás solo, ya no cuentas con mi apoyo’ contesto con ligereza, cerrando ya de golpe los muros que rodeaban su corazón para que él no pudiera volver a herirla de esta manera nunca más.

‘¿Qué? ¡Claro que es asunto tuyo! ¡Serás mi mujer en cuestión de horas! Podemos afrontar esto juntos, Amaris, lo superaremos…’

Salió furiosa del dormitorio y apenas pudo esquivar a las amas de llaves mientras entraba en la cocina en busca de un desayuno rápido para llevar.

El personal de cocina se apresuró a pasarle una bolsa con un Panini de bacon y huevo preparado a toda prisa y ella les dio las gracias mientras se daba la vuelta y se dirigía directamente hacia Jess.

Jess chillo cuando el café que llevaba se le cayó por delante y miro furiosa a Amaris.

‘¡Mira por donde vas, fenómeno! ¡M*erda! Esto era nuevo, ¡Ahora está completamente arruinado!’ Se lamentó.

‘¿Nuevo? Pensaba que los de segunda clase eran más de tu estilo’ le espeto Amaris mientras la empujaba.

‘Ah, ¿A la princesa todavía le duele que me case con su hombre porque soy mejor opción? De verdad, Amaris, ya eres bastante pálida y fea, si dejas que los celos te alteren más, nadie te querrá’

La estridente carcajada de su hermanastra la sacudió y se giró sobre sí misma, gruñendo fuertemente, llena de furia, para precipitarse hacia ella con sus colmillos al descubierto y sus ojos dorados en llamas.

Jess chillo, con los ojos muy abiertos por el miedo, mientras intentaba alejarse de ella, pero fue demasiado lenta.

Se estampó contra la pared con tal fuerza que todo el aire de sus pulmones la abandono. El antebrazo de Amaris la presiono peligrosamente contra el cuello y jadeo mientras la miraba asustada a los ojos.

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