El amor leal del mal CEO romance Capítulo 3

-No, son las sobras de mi cena porque cociné demasiado. No se preocupe, la sopa no está contaminada porque no la he tocado —murmuró Delia con voz suave.

Había preparado la sopa para la cena con el fin de reponer su sangre después de haber terminado su período. No se imaginaba que lo que le había sobrado serviría también para aquel extraño hombre. Luego, sacó una colchoneta de un armario y la desplegó en el suelo junto a la cama antes de decir con calma:-

»Ya que está herido, puede dormir en la cama.

—¡Argh! Dígalo ya. ¿Qué quiere de mí? -preguntó de repente el hombre mientras apartaba el tazón después de tomarse la sopa de un tirón.

Ya se había topado con mujeres de distintos tipos: inocentes, de cara dulce, sensuales, maduras, etc. En resumen, las había conocido a todas. Sin embargo, la mayoría de las veces, esas mujeres se hacían amigas de él solo por su familia y también porque querían conseguir algo. Por lo tanto, nunca tuvo una aventura con ninguna de ellas. Sabía cómo comportarse y mantener la calma cuando intentaban seducirlo. No obstante, no tenía ni ¡dea de lo que le había pasado esa noche, en ese momento de desesperación que le hizo perder el control y desear a aquella chica.

En respuesta al tono altanero del extraño, Delia entrecerró los ojos y rebatió con irritación:

—¿Se volvió loco por haber perdido demasiada sangre? Fue usted quien se metió en mi casa hace un momento, me hizo algo inapropiado y se desplomó en mi cama. Lo dejé quedarse aquí y lo cuidé por pura bondad ya que sentí pena por usted porque estaba lastimado. Le recuerdo que es un desconocido muy mal herido que está siendo perseguido por sus enemigos. Estaría muy agradecida si no me causara ningún problema. —Siempre había sido una persona de buen corazón y llevaba a casa cualquier animal herido con el que se tropezaba.

«¡¿Por bondad?!». El hombre se quedó perplejo. En sus veinticuatro años de vida, era la primera vez que una mujer le decía algo así.

Sin volver a mirarlo, Delia guardó su teléfono y se tumbó en la colchoneta. No le importaba si él quería dormir o no, pues estaba agotada por haberle curado la herida antes y tenía sueño. Además, supuso que él no volvería a desearla con esa herida recién cosida en el abdomen.

-¿Ese fue su primer beso? -le preguntó el hombre.

Muy pronto, comenzó a quedarse dormida, por lo que respondió sin pensar:

-Sip.

¡Y lo fue! Ese fue su primer beso... Había planeado guardarlo para su novio, Mario Herrera, pero aquel hombre se lo robó. Con pesar y frustración, se quedó dormida. El hombre la admiraba sonriente por su carácter sincero.

—Qué casualidad. Ese también fue mi primer beso -respondió él con franqueza.

Sin embargo, Delia no lo escuchó porque ya se había quedado dormida. Por supuesto, él también era un admirador de sus dotes culinarias. Para alguien que odiaba el hígado de cerdo, había encontrado su sopa muy sabrosa y se la tomó con mucho gusto.

No solo no sabía quién era ese hombre, sino que además estaba siendo perseguido por sus enemigos. Delia supuso que debía tener un pasado complicado. «¿Sería un criminal o...?». La cuestión era que, independientemente de quién fuera ese hombre, ella no quería verse involucrada en sus problemas. Después de arribar a una conclusión, se quitó de inmediato el colgante de jade del cuello y lo arrojó al lavamanos con indiferencia.

-Es el comienzo de un nuevo día. Delia, hoy debes trabajar duro. —Después de ducharse y cambiarse, se dijo unas palabras de ánimo frente al espejo.

Justo cuando estaba a punto de salir, se abrió la puerta de la otra habitación de la casa. Su mejor amiga, Mariana Suárez, que había alquilado la casa con ella, bostezó mientras salía de su habitación. Llevaba un par de zapatillas y tenía un aspecto desarreglado.

-¡Buenos días, Mariana! -la saludó Delia con una leve sonrisa

-Buenos días, Delia. Eh, ¿vas a trabajar? -preguntó Mariana mientras miraba fijamente a Delia que salía con los ojos adormecidos mientras se estiraba con pereza.

Mariana y Delia eran del mismo pueblo. No solo eran compañeras en la universidad, sino que también alquilaban juntas la misma casa y eran mejores amigas. Solicitaron juntas un permiso para adquirir experiencia laboral y ambas fueron contratadas como pasantes en una empresa de reformas y decoración. Desde entonces, también se convirtieron en colegas que se contaban casi todo lo que ocurría en sus vidas.

Aunque estaban destinadas a ser mejores amigas, tenían personalidades muy diferentes. Mariana era perezosa por naturaleza y adoraba el dinero. Se conseguía novios más rápido de lo que compraba ropa nueva y le gustaban los hombres altos, ricos y guapos.

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