En un momento tan crucial en el que sus vidas estaban en peligro, Julio todavía tenía ganas de bromear con él. Después de enviar el mensaje, Manuel apagó su teléfono y lo guardó antes de mirar a Julio con sus ojos oscuros y fríos. Levantó una ceja y lo desafió:
-Mi esposa salvó mi vida. ¿Tienes algún problema con eso?
—¿Tiene una esposa? ¿Cuándo ocurrió eso? ¿Cómo es que no tengo ni ¡dea de eso? -Atónito, Julio lo miró incrédulo.
Las comisuras de los labios de Manuel se curvaron ligeramente hacia arriba en una sonrisa de complicidad.
—Sucedió anoche... ¡Todo empezó con un beso!
Conoció a una mujer que no solo era una gran cocinera, sino que también tenía algunos conocimientos de medicina. Le había salvado la vida sin pedir nada a cambio y era una persona de muy buen corazón, tan puro e inocente como la nieve.
En el interior de un cubículo de la empresa de diseño y decoración donde trabajaba intensamente, Delia estornudó de repente. En ese momento, su jefe de equipo, Juan Ramírez, se acercó de repente y apoyó los brazos en la división de cristal de su cubículo.
—Delia, ¿por qué Mariana está ausente al trabajo hoy?
-¿No está aquí? -Asombrada, Delia levantó la vista de su computadora. Como estaba hasta el cuello de trabajo, ni siquiera había notado la ausencia de Mariana.
—¡No! ¡Aún no ha llegado! ¿No viven juntas ustedes? ¿No vinieron juntas a la oficina? -Juan la bombardeó con un aluvión de preguntas.
Por instinto, Delia miró hacia el escritorio de Mariana que se encontraba frente al de ella y, en efecto, no estaba allí.
»Ya que viven juntas y es tu mejor amiga, llámala, por favor. Tengo mucho trabajo esperando por ella -refunfuñó molesto Juan, mientras señalaba el reloj de pared.
-¡Está bien, la llamaré! -Delia sacó su teléfono y marcó el número de Mariana, mientras sonreía resignada.
A pesar de varios intentos, Mariana no respondió la llamada. Solo en ese momento, Delia se dio cuenta de que tenía un mensaje sin leer de un número desconocido:
«Mariana, por favor espérame en casa».
El mensaje había sido enviado desde el número de teléfono 158xxxxxxx1. Después de leerlo, Delia lo contestó confundida:
«¿Quién es usted?».
No obtuvo respuesta hasta después de un rato. No pudo evitar preguntarse quién era el remitente del mensaje y por qué se dirigía a ella como Mariana. «¿Se habrá equivocado quien lo envió?». Enseguida dejó de pensar en las preguntas que tenía en su mente y dejó de tomárselas en serio porque su prioridad por el momento era completar el plano de diseño lo antes posible. Solo recibió una respuesta del remitente desconocido momentos antes de salir del trabajo.
Luego de completar su misión, Manuel Larramendi se dio cuenta de que tenía un mensaje de «Mariana Suárez». Su estado de ánimo, nervioso por el trato con los matones, se disipó en gran medida gracias a su mensaje. Sin pensarlo mucho, respondió al mensaje:
«Es tu prometido».
«¡¿Prometido?!». Delia se quedó confundida al ver el mensaje del remitente desconocido. «¿Por qué Mariana no me dijo que tenía un prometido? ¿Podría ser alguien que le habían presentado sus familiares?». Delia respondió a la persona por amabilidad:
«Hola, parece que se ha equivocado de persona. No soy Mariana, sino su mejor amiga. El número de teléfono de ella es 139xxxxxxxx8. Solo el último dígito de su número es diferente al mío».
Como Mariana y ella solicitaron juntas sus tarjetas SIM en la universidad, sus números de teléfono eran casi iguales y solo se diferenciaban por el último dígito. El último dígito del número de teléfono de Mariana era 8, mientras que el de ella era 9.
En lugar de contestarle, Mariana le colgó enseguida. Delia se quedó perpleja al mirar la pantalla de su teléfono que mostraba que la llamada había terminado. «¿Qué le habrá pasado a Mariana?».
En ese momento, Juan se acercó para preguntar de nuevo por Mariana.
-Delia, ¿Mariana vendrá a trabajar mañana?
—Me temo que no vendrá más. —Delia se encogió ligeramente de hombros.
Juan se dio la vuelta y se alejó con frustración. Solo entonces Delia abrió el mensaje no leído que había recibido antes.
«Envié mis hombres a recogerla».
Parecía que Mariana había vuelto a casa.
«¿Se va a casar en secreto? ¡Incluso ya tiene un prometido!». Delia pensó que todo lo que estaba pasando era un poco extraño. ¿Su mejor amiga había terminado su amistad porque se iba a casar? Por alguna razón, todo aquello le parecía muy sospechoso.
Después de terminar su ajetreado día, salió de la oficina y regresó a la casa. La puerta del dormitorio de Mariana estaba entreabierta y todo seguía en su sitio, pero no había señal de ella.
-¿Mariana? ¿Mariana? -Delia intentó llamarla por su nombre varias veces, pero no obtuvo respuesta. Así que sacó su teléfono y volvió a marcar su número. Mariana respondió la llamada después de un buen rato—. Mariana, ¿dónde has estado todo el día? -preguntó Delia preocupada. Después de un día tan agitado, se había olvidado por completo de la petición de Mariana de terminar su amistad.
—¿No te lo dejé muy claro esta mañana? ¿Por qué me sigues llamando? -respondió Mariana con frustración.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El amor leal del mal CEO